Parte 21.

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Jos había tenido una discusión con su madre. Una de tantas de las últimas semanas.

La madre de Jos estaba desesperada. Su hijo había perdido la cabeza.

¿Irse a India? ¿Qué ideas habían en la cabeza de Jos?

Jos planeaba tomar una licencia en la carrera. Lo único que quería era ser feliz, sentir, confirmarse que estaba realmente vivo.

Jos le había comentado a su mamá sus planes, y ella de una manera justa se molestó.

—¡Necesito hacerlo, mamá!—Repetía Jos en cada pelea.

Jos estaba molesto con su madre por no apoyarlo en su plan.

—Entonces buscaré a papá.—La amenazó.

Mariana se sostuvo fuerte de un mueble para no caer; Las palabras de Jos habían hecho que Mariana se sintiera débil y se aterrara.

Jos, no sabes lo que dices. Tenemos que estar lejos de él. Va a herirnos... De nuevo.

—Ya es viejo, mamá. Ni él ni cualquiera de su gente nos hará daño; Lo necesito. Si tú no me apoyas en esto, él lo hará.—Le dijo con franqueza.

El padre de Jos era viejo. La última vez que supieron de él, Ghassân tenía quizá unos 58 años, y en ese tiempo Jos tenía 10 años.

Ghassân era un reconocido traficante de drogas del Medio Oriente, quien había abusado de Mariana años atrás.

Mariana tuvo que casarse con un hombre en México antes de que Fernanda naciera para que llevara su apellido; Ni loca le contaría a Ghassân, el gran Ghassân Sabagh que estaba esperando una niña de él.

Conoció a un hombre humilde: Fernando Canela, de bajos recursos, quien le entregó su corazón a Mariana y estuvo dispuesto a asumir el papel de padre de Fernanda.

Años después Mariana volvió a embarazarse, esta vez de un niño: José Miguel.

Mariana le confió a Fernando que era de él, que Jos era un Canela; Y Jos es un Sabagh.

Jos sabía que era un Sabagh. Lo supo desde que su madre le contó de Ghassân, del romance que la obligó a tener con él; Lo supo desde el día que vio una foto de Ghassân Sabagh y notó que él poseía todas sus características.
Sus cejas eran igual de gruesas, su tez blanca, sus pestañas largas.

Prometió nunca mencionarlo, hasta el día de hoy.

—Voy a buscarlo y le diré que soy su hijo.

La mamá de Jos soltó un grito ahogado y le suplicó que no lo hiciera.

Mariana sabía que Ghassân aceptaría a Jos, pero también sabía que la buscaría a ella.

—Y me uniré a él. Seré entonces uno de sus hombres si es que eso es lo que tengo que hacer para llegar a India.

—¿Y cómo lo vas a hacer, eh? ¿Crees que es tan fácil llegar a él?—Habló Mariana destrozada.

Jos sabía que su madre tenía razón. Era imposible contactarlo.

—¡Aghhhh, mierda!—Exclama Jos lanzando todo lo que había en su mesa de noche al suelo.

—Él sería el único que podría darme los recursos para ir a India.—Murmuró con decepción.

Jos pasó por un lado de su madre ignorándola para salir de casa.

Tomó su motocicleta y condujo hasta el muelle de Santa Mónica.

Pisó la arena de la playa descalzo hasta tocar la orilla del mar.

Todo estaba tan tranquilo.

No paraba de pensar en Alonso, en que haría cualquier cosa por cruzar el océano y tenerlo junto a él.

Pensó en Ghassân, en que quería encontrarlo. No le importaba ser un traficante de drogas si se trataba de llegar a India.

Pensó en Fernando.

Tú siempre serás mi papá, Fernando. Ojalá estuvieras aquí y me ayudaras a encontrar una solución.—Dijo en voz baja viendo el sol ocultándose tras el océano.

Fernando murió de cáncer cuando Jos tenía 13 años.

En el la playa habían algunos botes de pesca de hombres que recién llegaban.

—¡Triunfamos!—Decían felices mientras chocaban unas botellas de cerveza ya en la orilla.

—¡Tenemos cientos de pargos, peces gallo, corvinas! ¡Ganaremos mucho!—Brincaban de alegría.

—Nos vamos a Asia en unas semanas, amigos.

Jos se sintió feliz por ellos.

—Iremos a Indonesia, Camboya, Filipinas, Singapur. Le prometí a mi esposa que la llevaría, que trabajaría duro para llevarla a Asia ¡Y ahora mírame, Joe! Conseguimos la pesca y le cumpliré mi promesa.

—¡Demonios, viejo! No tienes idea de lo ansioso por recorrer India también.

Jos prestó atención.

—Y China, hombre.—Sonrió otro.

—3 semanas en Asia, hermanos. 3 semanas que estuvimos deseando desde que teníamos 16.

—Estoy seguro de que no querré regresar.—Mencionó uno de los hombres dándole un trago a su cerveza.

Jos lo analizó todo.

Estos hombres irían a Asia, a India, y después se regresarían.

No podría ser tan caro como un pasaje de avión. Quizá podría negociar con alguno de ellos.

Jos se acercó con paso rápido a ellos y les contó lo que quería hacer.

Los hombres pidieron cierta plata. Era accesible para Jos.

Llegaron a un acuerdo.

Jos iría a India en algunas semanas.

Se intercambiaron números y nombres. Estarían en comunicación para entregarse cada uno de los detalles del viaje en el océano.

—¿Y cuánto dices que se hacen de aquí a Asia?—Pregunta Jos.

—15 días, máximo un mes.—Sonrió el gordo Joe.

Jos quería saltar de alegría.

Se iría de América sin Alonso y volvería al continente con él.

Me enamoré de un maniquí||Jalonso Villalnela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora