Un escalofrío recorrió la columna del morocho. La voz de su madre lo hacía tiritar completamente. Jos pensó en tomar documentos importantes y huir, pero habían dos cosas que se lo impedían: El no haberse duchado y Alonso.
Mariana le pidió que apagara todas las luces, cerrara cortinas, ventanas y que asegurara bien las cerraduras. El chico, no muy sensato en el momento, pregunta preocupado en dónde se encuentra su madre, a lo que ella responde que se refugia en la casa de su hija. Cuelga inmediatamente y realiza a pie de la letra las indicaciones de su madre. Corre de un pasillo a otro moviéndose torpemente.
Qué iba a imaginarse él que ahora un hombre con procedencia asiática–Ciudadano de los Emiratos Árabes Unidos, para ser exactos–, que daba la casualidad ser traficante de drogas y órganos–Quién sabe, hasta terrorista, se imaginaba Jos–, y resultaba ser su padre biológico, ahora lo estaría buscando a él y a su ordinaria familia.
Qué confusa y loca se había vuelto la vida del chico universitario, y no sabía a qué prestarle atención, si al hecho de que la salud integral de su familia peligrara, o que estaba como un borreguito enamorado en ese preciso momento.
Vaya hora en la que se le ocurrió al destino juntar la ocasión.
Quedó en completa oscuridad y luego se tiró en el sillón dando un largo suspiro. Qué día tan extraño, pensaba él.
Jos percibió un olor putrefacto y horrendo, y segundos después se dio cuenta que era él mismo el que desprendía ese terrible olor.
De mala gana y extrañando su celular, subió las escaleras de puntillas y se incorporó en su habitación. En él sí cabía algo de preocupación ante la situación que ahora su familia se enfrentaba.
Nunca hablaba de su padre, ni siquiera lo mencionaba. Claro que consideró buscarlo años atrás cuando era más joven, quizá era por curiosidad, quizá era porque quería encontrar a Alonso a toda costa. De igual manera nunca lo pensó en una manera literal, sólo eran ideas locas que al final del día le causaban gracia.
Se preguntaba qué quería el hombre. Quizá no era tan malo como lo describían. Quizá sólo quería recuperarlos, o puede que hasta les podría dar regalos caros y una casa en París. Jos echaba su imaginación a volar mientras se desnudaba y entraba en la regadera.
Un pequeño hormigueo recorrió su cuerpo cuando recordó el rostro de Alonso hace algunas horas cerca de él. Lo había extrañado tanto, y no quería dejarlo ir.
Alonso había cambiado. No era el chico inocente que quitaba censores a su ropa en locales de grandes plazas comerciales sólo porque le incomodaban. Era un maniquí, y a pesar de los años Jos no podía asimilarlo.
Quería de vuelta al viejo Alonso, pero el chico tenía claro que lo amaba en cualquiera de sus fases, posturas o condiciones.
Jos era vulnerable ante el nuevo chico. Algunos pensamientos no tan sanos rondaron por su cabeza, y él sólo mordía su labio inferior muy coqueto.
Recordó la primera vez que estuvo con alguien sexualmente, y la emoción de recordar aquel momento lo invadió. En algún momento Alonso había sido suyo, y aunque ahora no lo fuera, se sentía feliz al reconocer que había explorado cada parte de ese chico rubio que tanto le gustaba. Imaginó repetir el momento, sin embargo su cerebro no lo dejaba imaginarse a él mismo llevando la iniciativa y dirigiendo el momento. Ahora era Alonso el que lo dominaba, el que lo hacía sentirse como niño pequeño ante su toque. Jos en aquel momento se sentía completamente suyo, como si el otro chico pudiera moldearlo a su manera y tenerlo a sus pies.
Rió bajito y abrió la llave de la regadera y el agua fría cayó sobre su espalda haciendo soltar un pequeño grito.
—Lo necesitaba.—Murmuró para sí mismo refiriéndose a que el chorro de agua fría había calmado aquellos pensamientos sucios.
Bailó en la ducha mientras cantaba las canciones más sonadas en aquel tiempo.
Cuando estuvo finalmente listo, tomó la toalla secando su bonita melena negra.
Jos era un hombre atractivo, sexy para cualquiera que lo tuviera en frente de sí.
Se miró en el espejo y sonrió. Tenía ganas de comerse al mundo-y a Alonso también-. Amarró el pedazo de tela en su cintura y salió a su oscura habitación.
Toda la casa estaba en silencio, completamente oscura.
Escandalosamente llamaron a la puerta, tomándolo por sorpresa y haciéndolo dar un pequeño salto del susto.
Bajó de puntillas hacia la sala y esperó unos segundos a que volvieran a tocar su portón. Volvieron a azotar a la gran puerta de madera y se mantuvo en silencio.
—Jos, sé que estás ahí. Te oí.—Habla Jade del otro lado. Jos duda en recibirla, pero ella comienza a formar un alboroto causando algunos comentarios de los vecinos.
Jos no podía prender luces o hacer ruidos, debía de mantenerse entre las sombras para evitar cualquier inconveniente con el tema de su padre.
Rendido abre el portón y la luz de la luna le deja ver el rostro de su linda novia. La chica de ojos verdes y piel blanca se lanza sobre él aferrándose a su cuello aún húmedo. Jos estaba vestido, sin embargo no se podría decir lo mismo de la chica.
—Jade, ¿estás borracha?—Pregunta sorprendido, aunque la respuesta era muy obvia.
—Quizá un poquito.—Ríe balanceándose de un lado a otro. Jos la toma de la cintura y la mantiene de pie.
—Ten.—Extiende la mano entregándole su teléfono móvil.—Lo recuperé para ti.—Le habla cerca del oído.
Jos sonrió al ver su celular de nuevo sano y salvo.
La chica con una sonrisa divertida comienza a desabotonarse los pocos botones que le quedan de su blusa y el chico la detiene.
—¿Qué estás haciendo? Detente. Estás borracha, mi amor. Vamos a descansar.—Le habla abotonándole los botones que se acababa de desabrochar.
—Vamos a jugar, Jos. Hace tiempo que no jugamos como solíamos hacerlo. Vine aquí sólo para eso.—Dice seductora y él retrocede.
Claro que quería jugar, pero no con ella y no en esa situación.
El morocho la miró unos segundos y vio el rostro de su Alonso en su cara. Se estaba imaginando que era él, su Alonso, su chico.
La tomó bruscamente y comenzó a besarla apasionadamente dejando marcas en su cuello.
Creía que era Alonso, y con ese chico no quería detenerse.
Ese día Jos creyó haber tenido de vuelta a Alonso, y fue lo más rudo que pudo con Jade. Deseaba con todas sus fuerzas que fuera Alonso, así que no prendió ninguna luz y lo hicieron a oscuras.
—Te extrañé tanto.—Le susurró a la chica cuando terminó, dejándose caer a su lado mientras ella aún no estaba muy consciente de lo que sucedía.—De verdad te extrañé, Alonso.
Cerró sus ojos con fuerza y dio un largo suspiro.
Comenzó a quedarse dormido, cuando su celular vibra al lado de él notificándole que tenía algún mensaje o notificación de alguna red social.
Era un número desconocido, lo que hizo que el corazón de Jos se acelerara de golpe."Hola, Jos. Soy Alonso.
Gracias por ayudarme con mi incidente de hoy. Perdón si fui un poco grosero contigo, no había sido un buen día. Me lo alegraste por completo.
¿Te gustaría vernos algún día? Me gustó mucho volver a verte.
Un abrazo".
ESTÁS LEYENDO
Me enamoré de un maniquí||Jalonso Villalnela.
FanficAntes de entrar a la universidad, José Canela decide encontrar un empleo de medio tiempo. Al estar buscando por días, consigue ser empleado de una de las tiendas más famosas de la ciudad. José Canela, se encarga de cambiar y vestir a los maniquíes d...