Sintió dolor.

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Omnisciente.

-Mi existencia se siente desnuda.

-¿Cómo es eso? -Preguntó él sorprendido ante el repentino comentario de su amiga.

-Básicamente me quedé con manos vacías. Tal parece, aún me cuesta entender demasiadas cosas. -Repuso insatisfecha.

-Somos familia. Tus manos están llenas, sobran muchas cosas en esta vida. -Dijo sonriendo. Ella se refugió en su pecho.

-Ojalá seas para siempre... -Susurró contra éste. Varios minutos de silencio, en donde el hablar no era necesario. -Siempre pensé que eras un mujeriego. -Rió levemente, ocultando una queja de su parte.

-El amor. -Rió a su par. El ambiente era refrescante, y ambos disfrutaban el cielo nocturno.

-¿Cómo es tu amor? -Preguntó llena de dudas. Si contestaba, lo haría de una manera específica.

-No lo sé. Confuso, tal vez. -Contestó, con el mismo tono dudoso que la joven.

-¿Soy importante para tí?

-Demasiado. -La sonrisa tímida de ella, el corazón latente de él.

-También eres demasiado importante para mí, aunque varias veces te menosprecié. -Articuló una mueca de desagrado, incluso hasta pensó que fue demasiado dura con su amigo.

-Supongo que al principio todo toma un camino diferente. -Estaba refrescando y se sacó su capa, brindándole su calor a la chica reposada sobre él.

-Tiene tu aroma. -Dijo un poco avergonzada, y un leve tono rojo se apoderaba de sus mejillas. Vaya a saber uno si era por el frío, o el mismo sentimiento.

-La he lavado una sola vez en toda esta semana. -El cielo se oscurecía cada vez más, como si ellos se lo permitiesen.

-Interesante. -Respondió restándole importancia al tema.

-Está refrescando, ¿no? -Ella observó el paisaje y asintió. -El cielo se está nublando.

-Una lástima. ¿Te gusta la lluvia? -Preguntó curiosa.

-Ayer recordé mi infancia. -Repuso él.

-No recuerdo nada sobre mi niñez, o quizá no quiero recordar. -Dijo en un tono frío.

-Me gustaba ser niño, era feliz, ingenuo. Sin importar los problemas, había gente que atenuaba a las consecuencias por mí. -Contó detalladamente su historia. Quince, tal vez veinte minutos de completo silencio de parte de ella, pero sus oídos sólo se concentraban en oír la voz gruesa del joven.

-Eras feliz. -Musitó, contenta por saber cosas de él que nadie más sabía.

-Al parecer si. -Ambos se prestaban atención a sí mismos, de tal manera en que no se dieron cuenta de la lluvia, o tal vez simplemente la ignoraron. -Solías ser más delgada.

-Crecí. -Respondió sin más.

-Me he dado cuenta. -Una suave brisa se hacía presente en el balcón, ella respiró profundo y el aroma a tierra mojada la invadió.

-Tantos recuerdos... -Dijo sin pensarlo.

-Debes extrañarlo. -Musitó él.

-¿A quién? -Y aunque intentó ocultar su dolor, era demasiado evidente.

-Si no quieres hablar de él, no te molestaré. -Contestó paciente.

-Algún día todos estaremos bien. Tú dejarás de reír, y yo dejaré de llorar. -Comentó impactando a su amigo.

-¿Por qué dejaré de reír? -Ella lo observó y sonrió ampliamente.

-Porque ríes todo el tiempo, y crees que nadie nota lo mucho que te duele. -Retificó, y una mueca se formó en su rostro.

-Te quiero.

-Yo también te quiero. -Murmuró.

-Tu querer es diferente al mío, ¿cierto? -Ella pensó, y luego asintió.

-Gracias, Hidan. -Plantó un beso en su mejilla, se sacó la capa y la dejó sobre las piernas del peliplata, marchándose. Él permaneció sentado, observando las pequeñas gotas, y por única vez en su vida, sintió dolor.

Somebody. || Akatsuki Y Tú || ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora