Prólogo

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Cuando tenía 18 años, un médico me dio el  peor diagnóstico de mi vida, -"Lo siento pero por tus problemas de corazón, no puedes ser mamá". A esa edad lo único con lo que yo soñaba era con eso, darle amor a una criatura y enseñarle lo bueno y malo de la vida, guirla y orientarla durante su crecimiento, pero con este devastador diagnóstico sentía que me faltaba algo, sentía que me habían arrebatado parte de mi vida. No sé en ese momento porqué no pensé en todas las posibilidades para ser madre que no fuera solo biológico, pero bueno era una mujercita con apenas la mayoría de edad y mucha vida por delante.

Mi vida continuó, me gradué de comunicadora y periodista y la verdad me iba bien, conocí en una consulta médica a un hombre maravilloso, alto acuerpado,ojos claros y barba espesa, era mi médico y¡ qué médico!. Tengo que reconocer que nunca fui tan rigurosa en hacerme todos los exámenes  y llevarle luego los resultados como después de conocerlo. Yo sé que tampoco le fui indiferente cuando me citó varios días, con el fin de "hacerme seguimiento", pero en realidad de seguimiento no me hizo nada como sí me hizo preguntas fuera de lo común, pero que yo accedí a responder.  Luego del "seguimiento" continuamos viéndonos fuera de la consulta  durante algunos meses, nos enamoramos perdidamente y un año más tarde nos casamos. 

Y bueno contra todo diagnóstico, al año de matrimonio nació nuestra bebé Valentina (Una chiquita muy vivaz y un poco traviesa) y dos años más tarde nació Gabriel (Un niño muy despierto y curioso el niño que todo lo quiere tocar y saborear)Juntos nos traerán muchas risas y dolores de cabeza también. 

 Como madre primeriza con Valentina me daba miedo todo, darle tetero, bañarla, alzarla, porque sentía que con cualquier movimiento le iba a hacer daño, menos mal Samuel (mi esposo) es médico y él me enseñó lo básico para que pudiera atender a Valentina sin hacerle daño. Ya con Gabriel fue un poco más fácil, ya el susto de primeriza se fue, pero cada niño es un mundo aparte y lo que no me dio miedo con Valentina, con Gabriel, sí. Además teniendo un hermoso terremoto de 2 años, y a Gabriel recién nacido debíamos multiplicarnos para no descuidar a ninguno.

Fue muy extenuante pero valieron la pena las trasnochadas, Gabriel y Valentina son 2 niños vivaces, tranquilos, curiosos y muy traviesos. Se apoya mutuamente y quieren descubrir el mundo juntos. Si el uno llora el otro lo sigue, no importa si momentos antes uno de los dos estaba riendo, sin embargo nunca es al contrario, eso es algo que todavía nos cuesta entender, pero les juro que estamos haciendo todo nuestro esfuerzo por hacerlo.

Terminada la maternidad y ya dejando a nuestros hijos más grandecitos, Samuel y yo volvimos  al trabajo, yo como asesora de comunicaciones de una gran empresa y Samuel a su consultorio médico.

Cuando los niños estaban en el jardín mis papás y los de samuel se turnaban para recogerlos y tenerlos mientras alguno de los 2 salía del trabajo, sin embargo yo me sentía un poco incómoda porque yo siempre he sido de la convicción de que los hijos son de los papás y no de los abuelos, por lo que me parecía injusto que ellos los tuvieran que cuidar, privándolos a veces de hacer diligencias propias, por lo que con Samuel nos dispusimos a buscar una niñera.

 Al poco tiempo conseguimos a Esperanza, una mujer de unos 37 años, carismática, tierna y que quiere mucho a los niños. Ella es como nuestra ama de llaves y niñera al mismo tiempo. Lo que más me gusta de ella es que le disfruta lo que hace y lo hace con gusto. No es interna sino que viene a la casa de lunes a viernes  de 8 am a 5pm (o hasta que alguno de los 2 llegue), y los fines de semana los niños son todos nuestros.

Esperanza recibe a los niños a eso de las 2:30pm, les sirve el almuerzo y los acuesta a dormir la siesta, a las 4:30 ya los levanta, los arregla y juega con ellos mientras alguno de nosotros llega y se pone a hacer las tareas que les dejaron en el día.

Mi Vida, Mi Fortuna, Mi TesoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora