La tarde fue un poco más calmada, llegaron mis chiquitines del colegio y pudimos almorzar en familia y a diferencia de otras veces, hoy todo fue armonía, aunque si bien hubo cosas en el almuerzo que no les gustaban a los mayores y temía un berrinche, nada de eso pasó. Arrugaron la nariz y hasta alguna cara de asco hubo, pero el almuerzo transcurrió sin alteraciones.
Los mayores, que sabían que debían terminar de estudiar si mañana querían descansar, se pusieron a hacerlo pronto. Los menores al ver a los mayores, se les unieron, creando así la "logia del estudio". Yo estaba aterrada de que todos estuvieran haciendo sus tareas sin quejas, ya que normalmente los viernes siempre hay que apurarlos un poco para que estudien.
Una vez, los mayores, hubieron terminado con el cuestionario, se los revisamos, hicimos algunos comentarios y quedaron libres para aprovechar el resto del día.
Aquí fue dónde se acabó la paz y la tranquilidad de la casa, ya que como los mayores ya no estaban, los pequeños querían levantarse sin haber terminado las tareas. Samuel y yo, con mucha paciencia los íbamos sentando y acompañando a hacer las tareas. No fue fácil, pero se logró.
Cuando dejamos a los niños jugando, nos sentamos Samu y yo a tomarnos un café y conversar un poco.
-Estoy cansada, Le dije a Samuel, quien estaba, a decir por su cara, en Marte o Júpiter o de pronto dando una vuelta por todo el sistema solar... - ¿Samuel? Le dije tocándole suavemente la mano con la que se aferraba al pocillo. - ¿Ah... qué? Me decías algo Aleja estaba un poco elevado. Me dijo apenado Samuel.
- ¿Qué pasa Samuel? Por qué tan pensativo...
- ¡Nicolás! Aleja. Eso me pasa, estoy pensando en Nicolás y su arrebato de esta mañana. Tú sabes que odio castigarlos...
-Y yo amor, pero sabes que ellos nos están midiendo los límites y es ahora dónde menos permisivos debemos ser. Le dije entendiendo perfectamente ese sentimiento.
-Si lo sé amor, pero...
Samuel POV
Me estaba debatiendo si no fui muy duro con Nico esta mañana, y si no había sido muy duro castigándolo sin ir mañana a ver a su abuela, pero, número uno, ya se lo había advertido Alejandra y número dos, las faltas de respeto no son tolerables.
Hablé un momento con Alejandra y me levanté a ver que estaban haciendo mis niños. Fui al cuarto de juegos y lo que encontré me sorprendió mucho, Julieta y Gabriel estaban peleando por el control de la consola de video y Nicolás tratando de calmarlos.
Nicolás: A ver, esperen... Gabriel, tú ya jugaste, ahora le toca a Julieta. Mientras sostenía el control con su mano derecha, lo más alto posible por encima de su cabeza.
Gabriel: Nooooo, yo quiero seguir jugando berreaba mientras saltaba una y otra vez tratando de alcanzar el control, teniendo un conato de berrinche.
Nicolás: Gabriel, acuérdate que es por turnos
Gabriel: Nooooo dámelo, daamelooooo. Es mi juego y yo juego las veces que yo quieraaa. Chilló mientras se botaba al piso y comenzaba a patear le piso.
Ahí decidí que era el momento de intervenir.
-Qué pasa aquí. Dije serio, pero sin gritar. Gabriel, ¿qué pasa? El niño que estaba sentado en el piso se movió hasta quedar al lado de Nicolás y entonces me respondió con voz llorosa y dándole puños a la pierna de Nicolás -Que yo quería seguir jugando el videojuego, pero Nicolás agarró el control y lo levanto muy altoooooo y no me dejó seguirrrrr. Buahhhh.... Noté que mientras Gabriel hablaba Nicolás rodaba los ojos.
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Mi Vida, Mi Fortuna, Mi Tesoro
Non-FictionAlejandra quien siempre quiso ser madre estaba casi resignada a no ver su sueño hecho realidad, pero un día la vida le sonrió y pasó de ser una mujer soltera y solitaria a ser esposa y madre de 5 diablitos que le alegrarán la vida .