A los 2 días de la visita de la dra. Mariana, recibimos la tan anhelada llamada de la señorita Albarracín quien nos confirmó que los niños se vendrían a vivir con nosotros, que era cuestión de una semana, por lo que nos dijo que sí queríamos ya podíamos llevar a Valentina y Gabriel a conocer a sus hermanos, así como también nos sugirió adecuar algunas cosas de la casa para su llegada. Estábamos felices tanto nosotros como los niños que no veían la hora de conocer personalmente a sus hermanos.
Desde mi punto de vista, este encuentro de mis 2 hijos menores, con los mayores se debió hacer hace tiempo, pero según la señorita Albarracín, solo se debía hacer cuando ya fuera un hecho, para no generar traumas en los peques de la casa.
Hablamos con Samuel y decidimos que mañana era un buen día para generar ese encuentro, sin embargo, les habíamos prometido a los niños llevarlos al zoológico para que vieran la jirafa y el elefante (animales que estaban aprendiendo en el colegio) y una de nuestras reglas es cumplir siempre nuestras promesas. Estábamos en un dilema porque queríamos que el encuentro fuera sorpresa, pero promesa era promesa, así que resolvimos preguntarles a los interesados.
-Niños, ¿pueden venir a nuestro cuarto por favor? - dijo Samuel cuando pasaba por en frente del cuarto de los niños y se dirigía a la alcoba.
Los niños llegaron justo detrás de mi con unos ojos abiertos, como asustados. Gabriel con el dedo en la boca y Valentina con los ojos aguados. - ¿Qué pasa mis amores? - Les pregunté con curiosidad, dada la postura con la que llegaron.
-Que nos van a regañar otra vez dijo una compungida Valentina.
¡Ah sí! Y eso ¿por qué? – Pregunté pensando "Y ahora que hicieron estos niños" y medio sonreí. Afortunadamente ellos no se dieron cuenta.
Al escuchar mi pregunta los niños se miraron entre ellos como confundidos, pero Samuel un poco más serio para mi gusto, preguntó: - ¿Por qué creen que los vamos a regañar?
A esas alturas a Valentina se le escurrían las lágrimas cada vez que parpadeaba y Gabriel estaba mirando al piso haciendo un puchero. Yo me agaché a su altura, le limpié con mi pulgar las lágrimas y luego levanté la cara de Gabriel y volví a preguntar- ¿Qué pasó niños, cuéntennos por qué creen que los vamos a regañar?
Gabriel me miró con sus ojitos brillantes y dijo- ¡De verdad que fue sin querer! Agachó nuevamente la cabeza y se puso a llorar.
Samuel ya un poco impaciente se agachó a su altura y con una voz autoritaria les dijo- Mírenme los dos, Valentina lo volteó a mirar todavía con ojos llorosos, -Gabriel, dije los 2, ¡mírame por favor! El niño que estaba llorando, dejó de hacerlo de inmediato, subió la cabeza y posó sus ojos en los de su papá. Cuando Samu obtuvo toda su atención continuó. -Ahora quiero que me digan ¿qué pasó? Despacio y sin llorar, ¿Está claro? Los niños movieron su cabecita afirmativamente. -ok, los escucho.
Gabriel empezó a hablar mientras que a Valentina le pareció más interesantes los cordones de sus zapatos.
-Es que estábamos en el cuarto de juegos y fue sin quereeeeer. Dijo con voz mimosa manipuladora, tratando de ablandarnos un poquito, cosa que conmigo casi lo logra, pero que con Samuel la cosa era muy difícil porque por lo visto ya había tenido más que suficiente y se comenzó a impacientar. -Sin rodeos Gabriel por favor... dijo
-Papi es que... Samuel lo miró fijamente con la ceja izquierda levantada como diciendo "es mejor que termines de hablar" -Es que estábamos coloreando con los marcadores en nuestro cuaderno, pero Alentina agarró el marcador blanco y empezó a dibujar y no pintaba, ¡¡¡y ella me mostró que no!! Entonces para ver si pintaba ella hizo un muñeco en la pared y yo hice lo mismo, y en la pared sí pinta. Terminó de hablar y enseguida bajó la mirada.
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Mi Vida, Mi Fortuna, Mi Tesoro
Non-FictionAlejandra quien siempre quiso ser madre estaba casi resignada a no ver su sueño hecho realidad, pero un día la vida le sonrió y pasó de ser una mujer soltera y solitaria a ser esposa y madre de 5 diablitos que le alegrarán la vida .