CAPITULO 8- Promesa cumplida parte 2.

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Estábamos en la entrada del parqueadero en frente del hogar dónde se encontraban temporalmente mis hijos mayores. -Llegamos, aquí es dónde están sus hermanos. Los niños estaban que no cabían de la emoción, aplaudían y gritaban al mismo tiempo -Manitos por finnn, manitos por fin, hermanitos por fin.

-A ver, a ver mis niños calmados un segundo... les dijo Samuel -Recuerdan lo que mami y yo les dijimos acerca... Gabriel y Valentina rodaron los ojos y Valentina interrumpió lo que  estaba diciendo -¡¡¡Síííííí papi!!! Nos tenemos que portar bien, hacer caso y no salir corriendoooo- contestó como si estuviera molesta, más bien creo que estaba cansada. Samuel tampoco lo tomó bien y se puso serio también y les habló con demasiada sequedad.

-Ok, Valentina y Gabriel por lo que veo no es necesario el recordatorio, entonces espero el mejor comportamiento de ustedes dos. No quiero tener que castigarlos. -

-Sí papi contestó Gabriel

Si señor ¡prometido! Respondió Valentina con la mano derecha levantada. Hecho que le sacó una sonrisa a Samuel.

Ya estábamos sentados en la sala de espera aguardando por la señorita Albarracín, quien estaba trayendo a los niños. Minutos más tarde llegaron, los niños nos miraron y miraron a sus hermanos quienes estaban sentados en nuestro regazo.

Valentina y Gabriel apenas vieron a sus hermanos se bajaron y fueron corriendo a abrazarlos. Samantha y Nicolás se vieron apresados por ellos. Nicolás le revolvió el pelo a Gabriel quien le sonrió y levantó los brazos pidiendo que lo alzaran. Nicolás se rascó la cabeza con confusión y volteó a mirarnos. Le piqué el ojo y asentí levemente con la cabeza. Él se agachó y levantó a Gabriel y le dijo- Eres pesado microbio. Gabriel se rio y le respondió -Sí porque me como toda la verdura, ¿verdad mami?

Samuel, Valentina y yo soltamos la risa al mismo tiempo -Sí corazón, tú te comes toda la verdura. Por lo que Gabriel hizo fuerza con el brazo izquierda para que viéramos "sus músculos". Ahí toda la sala fue una sola carcajada. Mientras Nicolás tenía cargado a Gabriel, Julieta acarició su cabeza, mientras Samantha cargaba a Valentina.

Los mayores, bajaron a los peques y comenzaron a jugar, la verdad yo estaba encantada, ya que tenía un poco de miedo de saber cómo iba a ser ese primer encuentro.

Mientras dejábamos que nuestros hijos jugaran, saludamos a la señorita Albarracín y comenzamos a hablar sobre los documentos que hacían falta para podernos llevar a nuestros hijos a casa. Nos dijo que faltaba que le enviaran los documentos firmados por un juez de familia y ya, que creía que por tarde en 8 días los niños serían todos nuestros. Por lo que nos citó el lunes siguiente con una psicóloga, para entender a que nos enfrentábamos y a qué se enfrentaban nuestros hijos.

Estábamos hablando cuando escuché a Nicolas decir unas "lindas palabras" – ¡Ay Jueputa! Por qué me pegas niñita. Y le dio un fuerte empujón a Valentina que la tumbó, Gabriel y Julieta dejaron de jugar y se pusieron la mano en la boca. Valentina se levantó llorando y se refugió en mis brazos, mientras Samuel se levantó de su silla y fue dónde Nicolás, quien estaba de pie, como congelado, y le dijo señalándolo –Primera y última vez que utilizas ese vocabulario Nicolás. El aludido hizo un puchero y señaló a Valentina- Pero ¡si fue ella quien me pegó! Samuel volteó a mirar a Valentina quien escondió su cara en el hueco de mi cuello. -Aun así, no quiero volver escuchar esas palabras, ¿quedó claro Nicolás?

Nicolás Pov.

¡Ahhh! Se puede saber a este señor que le pasa. La verdad la estaba pasando genial con esos niños, son muy tiernos y me hacen reír mucho, ¡me caen muy bien!, sin embargo, los papás son otra cosa, aún tengo mi recelo por irme a vivir con ellos. Estaba jugando a hacerle cosquillas a la pulga, cuando de la nada esta niña llega y me da una señora patada en mi espinilla derecha, yo me llevo ambas manos a la parte agredida y suelto una palabrota, en ese mismo instante me doy cuenta de que eso no fue muy inteligente de mi parte, pero no era para que el señor Samuel me gritara en medio de todo el mundo. Quedé mudo y escasamente le pude contestar que había sido Valentina la que me había pegado. Pero claro eso sí no importa, cómo Valentina es su niña pequeña.

Mi Vida, Mi Fortuna, Mi TesoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora