CAPITULO 10. Comida turbulenta

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Bajamos Samu y yo a hacer la comida mientras los niños terminaban de desempacar. Al principio Samuel me dijo que por qué no pedíamos hamburguesas para celebrar la llegada de los niños, sin embargo, yo me opuse porque quería que los niños se acostumbraran desde ahora a comer sano, y si de entrada les damos hamburguesa, cuando les demos algo saludable no lo van a querer comer. Así que le dije que más bien me ayudara a hacer una ensalada con pollo y papas a la francesa.

La ensalada quedó deliciosa porque le hice una vinagreta dulce y ácida a la vez. ¡A Gabriel y a Valentina les encanta! Cuando dispusimos todo en la mesa nos fuimos por los niños.

Todos estábamos dirigiéndonos al comedor, yo estaba pendiente de la cara de mis hijos mayores. Sin embargo, aunque la cara de Nicolás fue de imperceptible fastidio, la de Samantha fue normal, mis 2 pulgas chicas de una corrieron a sentarse a la mesa cuando vieron la ensalada y un ¡Yupiii! Se escucho fuerte y claro. Todo iba a las mil maravillas, pero algo me dice que canté victoria antes de tiempo, porque con cara de asco venía Julieta, se sentó y empujó el plato. -Yo no quiero eso- dijo con decepción. -Yo quiero pizza, llámenme cuando la traigan – agregó e hizo el ademán de levantarse, sin embargo, Samuel la tomó del brazo y le dijo en un tono muy calmado -Por qué no la pruebas, te puedes llevar una agradable sorpresa. Ella lo miró retadoramente durante algo más de 5 segundos, luego bajó la mirada y se dejó caer en el asiento. Cogió el tenedor y empezó a jugar con la ensalada. -Julieta pruébala, en serio está rica dijo Samantha. Pero ella simplemente la miró con odio, le hizo una mueca y volvió a mirar su plato de ensalada.

Mientras todos terminaban de comer, me paré y fui a la cocina por el jugo de mango que Esperanza dejó preparado. Lo llevé a la mesa y lo comencé a servir. Y creo que eso fue lo que derramó la gota de Julieta. Porque se paró con brusquedad y dijo- Fuera de todo me ¿tengo que tomar ese jugo? ¿No hay gaseosa o algo R I C O de verdad? – Samuel un poco más ofuscado la volteó a ver y con la ceja levantada le dijo - ¡No, aquí gaseosas no hay ni habrá, salvo en muy contadas ocasiones! Aquí siempre encontrarás jugos naturales y frutas frescas. Espero que tus dudas hayan quedado despejadas y que ahora sí puedas empezar a comer. Julieta lo miró mal soltó un bufido y se sentó nuevamente a jugar con la lechuga, el pollo y la zanahoria. Cada vez más me iba crispando los nervios. Samantha y Nicolás estaban comiendo en silencio, mis 2 chiquitines estaban más que disfrutando su comida y Samuel y yo, estábamos comiendo, pero con los ojos puestos en Julieta.

Por fin se llevó el primer bocado a la boca y la cara de disgusto que puso fue única, a tal punto que ya era falsa. Ni Samuel ni yo dijimos nada, para ver si podíamos acabar de comer en paz. Cuando los otros niños terminaron de comer y empezaron con el jugo, yo les traje arroz con leche de postre. Todos me agradecieron y se lo comieron encantados, sin embargo, a Julieta le debió dar mucha rabia porque en una pataleta propia de una niña de 3 años lanzó el vaso de jugo al suelo y se levantó llorando, diciendo -No me voy a comer esto que no me gusta- y corrió para su cuarto bajo la sorprendida vista de todos.

Enseguida Samantha se paró de su silla y fue a la cocina por toallas para limpiar el desastre, ella y yo limpiamos mientras los demás llevaban los platos a la cocina. Samuel mientras tanto se fue a buscar a nuestra berrinchuda hija.

Samuel Pov.

Qué era eso que acababa de pasar, a todos nos tomó por sorpresa el comportamiento de Julieta. Es que era estar viendo una pataleta digna de una niña de 3 años. Eso la verdad me puso de muy mal genio, ¡No había derecho a que se comportara de esa forma! Mientras Alejandra y los niños limpiaban el desastre causado por mi hija y llevaban los platos a la cocina, yo me fui detrás de Julieta para hablar con ella largo y tendido, pues no voy a permitir otro comportamiento como este nunca más.

Mi Vida, Mi Fortuna, Mi TesoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora