Mi Vida, Mi Fortuna, Mi Tesoro

CAPÍTULO 22- Sorpresa que casi sale mal Parte 1

SAMUEL POV

Me sentía orgulloso de mis hijos que hicieron un buen trabajo, aunque igualmente me preocupa que no se puedan poner al corriente tan rápido, sobre todo las niñas, a quienes no les fue muy bien en matemáticas y por supuesto inglés, esto puede hacer que se frustren, así que me tocó armarme de paciencia para ayudarles en todo lo que pueda.

Mientras nos comíamos los helados Nicolás dijo que ya quería que fuera mañana para contarle a su abuelita lo ocurrido. Me quedé pensando y se me ocurrió una idea, a ver cómo sale.

Una vez llegamos a la casa los niños se quedaron descansando y yo le dije a Alejandra que ya venía. Sali y me dispuse a llevar a cabo mi idea.

ALEJANDRA POV

Llegamos de la heladería y Samuel se fue. Los niños se dispersaron por la casa y yo me fui primero a hablar con Esperanza sobre las actividades, que se harían a partir de la próxima semana, luego, a mirar en qué estaba cada uno de mis hijos y, finalmente, me senté en la sala con mi portátil a mirar en qué librería/ papelería, tienen todos los textos y útiles que les pidieron a los niños para ir mañana a comprarlos. Quiero que ellos escojan los útiles que más les gusten, esa será una pequeña motivación adicional para estudiar, o bueno, por lo menos lo creo. Aproveché que tenía mi laptop encendida y revisé algunos correos electrónicos, ya que, entro a trabajar la próxima semana, y quiero irme poniendo al día con mis asuntos poco a poco.

A eso de la media tarde Esperanza salía para las habitaciones de mis hijos con malteadas para todos, me tocó frenarla en seco y decirle que dejara las malteadas en el comedor y más bien llamara a los niños a comérsela allí, no quería ningún accidente que implique tener que limpiar. En ese momento entró Samuel y se veía muy contento.

- Hola Samu, ¿cómo estás?, ¿cómo te fue?

- Bien gracias, ¿Y los niños?

Estaba por responder cuando escuchamos un escándalo que venía de las habitaciones hacia el comedor; Esperanza los llamó y creo que su malteada tuvo buen recibimiento. Iban llegando al comedor cuando los niños vieron a Samuel, los grandes lo saludaron y se dirigieron al comedor para tomarse la malteada, en cambio los chiquitines de la casa corrieron a abrazar al papá y Gabriel pidió que lo alzara, cosa a la que Samuel accedió felizmente. Y con Gabri en brazos y Valentina de la mano se dirigieron al comedor para que ellos también comieran. Estaban terminando sus onces cuando Samuel hace un anuncio que me dejó confundida y pensativa.

- Niños, me temo que mañana no podremos ir a visitar a doña Sandra, tengo algo importante e inaplazable que hacer y en la tarde tenemos que ir a comprar los útiles y libros que les pidieron en el colegio, más bien les propongo que cuando terminemos de comprar, si nos queda algo de tiempo podemos ir por un helado, ¿Qué dicen?

Hubo un silencio abrumador por más de un minuto, tiempo en el cual pensé en ¿qué tiene que hacer Samuel para no llevar a los niños dónde su abuela? y más, si ellos le querían dar la noticia de que pasaron en el colegio. ¿Qué era eso tan importante y por qué, no me dijo nada al respecto? Luego de ese minuto silencioso, se empezaron a oír protestas y lloriqueos de los niños, Samuel sí que despertó sus quejas, me pregunto ¿por qué no me contó primero para haberlo ayudado?, además, me pareció un poco torpe la manera como ocurrió todo.

Nicolás era el que más protestaba, y con razón, él fue el único que no fue a visitar a doña Sandra el sábado anterior. Se escuchaban los -¡Ay! ¿Por qué no? , los -Yo quiero ver a mi abuelita, los -No seas malo Samuel y algunas otras muy parecidas hasta que Nicolás soltó una de marca mayor, y lo peor es que lo dijo, mejor, lo gritó a viva voz. – Y disque cumple todas las promesas, ¡puto!, y marica yo por creerle. En ese momento mis otros hijos dejaron de protestar, miraron a su hermano, e inmediatamente voltearon a ver a Samuel que se congeló durante unos segundos y luego le empezó a salir candela por los ojos.