Epílogo

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Emma...

Estoy tan contenta. Al fin llego el gran día, mi cumpleaños número nueve. Después de tanto pedirle a mis papitos por una fiesta de cumpleaños, con todos mis amigos y compañeros del salón, por fin dieron su brazo a torcer y dijeron que sí. No sé por qué son tan desconfiados. Bueno... en realidad ahora si lo sé.

Recuerdo todos esos meses de angustia en los que mamá no estuvo en la casa y aun se me eriza la piel. Nadie me sabia decir dónde estaba, ni me querían explicar que era lo que estaba pasando. El día en que me dieron la noticia, de que papito estaba con ella, fue uno de los mas lindos de mi vida, aunque llore muchísimo, seguía siendo uno de los mejores.

En esos meses de angustia, llegue a pensar que mamá ya no me quería y que esa era la razón por la que se había marchado. Sí, algunos de mis compañeros de salón, solían ser muy crueles; tanto lo estuvieron repitiendo, hasta que lo creí posible, a pesar que papá todas las noches me hablaba cosas muy lindas de ella.

Papá me repetía hasta el cansancio que ella me extrañaba tanto como nosotros a ella, pero aun así, no podía sacar de mi pecho el sentimiento de abandono. Pero tan pronto la vi en aquella cama de hospital, sentí como la vida regresaba a mí y no pude evitar el resentimiento hacia todos los que hicieron dudar- por supuesto que este sentimiento tampoco duro mucho...

Cuatro años atrás...

- Emma dulzura, ven tenemos que contarte algo- dijo la abuela, saliendo al jardín, donde me encontraba jugando con mis muñecas
- Vamos hermosa, apúrate, lávate las manos y vuelve a la mesa cuando termines.

Me levante y salí corriendo a su encuentro, justo antes de llegar a la puerta, me gire y corrí de vuelta al lugar donde estaba a recoger mis muñecas, fueron un regalo especial de mamá y no podía descuidarlas. Cuando estuve de vuelta a la cocina, veo a los abuelos allí sentados junto al tío Derick.

Me alegré mucho de verlo allí, hacía un tiempo que no lo veía, por la temporada de baloncesto a la que pertenecía, así que salté sobre él, lo abrace y lo bese y sin perder el tiempo, sentada sobre su falda, me explicaron que papá se encontraba en el hospital junto a mamá y que pronto él vendría por mí para ir a verla.

¿Y se preguntarán si quería verla, a pesar de todo?

¡Demonios sí! y con todo mi corazón, sin embargo el miedo que sentí, a que una vez que la tuviera frente a mí, pudiera rechazarme, fue demasiado. Me baje de un salto de las piernas de mi tío, me negué rotundamente a ir a ningún lugar y corrí a mi habitación.

Lloré hasta que quede dormida y para cuando volví a abrir mis ojos, mi papito estaba sentado a mi lado, acariciando mi largo cabello
- Hola princesa, la abuela me ha contado que estas triste, ¿Qué es lo que pasa?- pregunto con el tono de voz apagado, que reinaba esos días en él.

Dude un poco en contestar, pero él siempre me ha enseñado, que debo ser sincera y confiar en las personas que más quiero, y que si así lo hago, el siempre podrá cuidar de mí y hacerme feliz, así que con el nudo formándose en mi garganta le contesté

- Tengo miedo...- ahogue mis sollozos sobre la almohada en la que descansaba mi cabeza.

"¿por qué?" me preguntó. Miré,  nuevamente, la cara del hombre que lo es todo para mí y con lagrimas rodando ya por mis mejillas, le conté mi más grande temor

- ...tengo miedo que mamá ya no me quiera… que cuando se marchó, lo haya hecho por mi culpa, y... ¿si cuando vuelva a verme, se quiere marchar otra vez, papá?- trague con dificultad, porque mi garganta estaba seca y dolía, pero me llene de valor y termine...- Yo la amo mucho papá, no quiero que se vaya y nos vuelva a dejar... no quiero que se vaya otra vez...- mi última palabra salió casi en un susurro, pero él igual me escucho

Pesadilla© (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora