EXPOSICIÓN

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| CAPÍTULO VII |

El estruendo de un sonoro aplauso colectivo la sacó de su ensoñación. Sentía todo su cuerpo adolorido...como si la hubiesen apaleado. Las piernas las sentía cansadas y los brazos pesados... no había estado durmiendo bien y ese era el resultado.

Abrió los ojos lentamente acostumbrándose a la iluminación del lugar. El teatro encendería las luces por completo y sus ojos aun no estaban listos para ver el choque de colores rojo y dorado que gobernaban en el recinto. Observó a los bailarines, su vestuario ajustado y el maquillaje que lucían era glorioso a pesar de haber sudado tanto en la presentación; el ministerio les había obsequiado muy buenos lugares y ella se lo había perdido todo.

Gruñó mentalmente y se maldijo. Ya no volvería a hacer corajes, ni volvería a desvelarse dejando su imaginación divagar... bueno, tal vez eso último sí, pero ocuparía su brillante criterio para cosas de provecho. De ahí en fuera; comenzaría a hacer una dieta saludable, haría ejercicio benéfico para ella y su bebé y dejaría el estrés atrás.

Su vista se acostumbró al ambiente y ella también aplaudió. Su mejilla quedó enrojecida por haber estado recargada tanto tiempo en el hombro de Harry, pensó que su aspecto debía ser muy gracioso.

—¡Oh Harry! Me perdí de todo. ¿Por qué no me despertaste? —Susurró.

—No quise interrumpirte dos veces.

—¿Dos? —contestó perpleja.

—¿Quieres morir? ¡Hermione, te dormiste en el hombro de Severus!

Ella parpadeó tratando de dar crédito a lo que escuchaba... entonces todo ese confort no lo había imaginado...

Estaba consciente de que, en cuanto cayó dormida, su olfato detectó un aroma peculiar que la embriagó. Sentía una oleada de satisfacción inmensa y estaba segura que esa sensación solo podía brindarla alguien como él. Sus mejillas se ruborizaron y abrazó a su amigo para tratar de cubrir la pena de su rostro.

—¡Debe querer matarme! Seguramente le entumí el brazo... —Susurró.

Severus se incorporó minutos después. Las demás personas comenzaban a abandonar el teatro; se mantuvo de pie unos instantes mientras acomodaba con sus manos su gabardina.

—Potter. —Se aclaró la garganta.

Debía llamar la atención de ambos, estaban secreteándose... él pudo haber constatado con exactitud cuáles eran sus palabras pero no hacía falta. Ambos eran un libro abierto para él gracias a los años que trabajo como doble espía.

Hermione fue la primera en levantarse de su asiento. Y le sonrió, no quedaba de otra.

Había dicho que dejaría de estresarse, por ella y por su bebé. El primer paso para cumplirlo es llevarse bien con él lo cual realmente no es difícil. Únicamente hacía falta aguantar o comprender su humor... y ella podía, realmente podía.

No esperaba esa reacción de su parte, esa chiquilla tonta era un ser inexplicable y con actitudes imprevistas. Si alguna vez odió el temperamento de las adolescentes hormonales y rebeldes, sin lugar a dudas odiaría a una mamá joven... Simplemente él no estaba hecho para tratar con mujeres, ni con ningún otro ser humano.

Salieron del recinto, era una preciosa noche en la que podrían cenar y conversar un poco pero estar los tres juntos no se sentía para nada normal; ni Hermione ni Harry se sentían como en su época del afamado trio de oro, por su lado, Severus no se sentía en aquella etapa de Hogwarts en la que su compañía eran Lucius,  Bellatrix y demás... ni siquiera podía sentir que salía con adultos puesto que sus únicas reuniones con personas de su edad eran con el resto de los mortifagos los cuales tenían diversiones muy peculiares... también solía tener una que otra reunión con algún miembro de la orden e indiscutiblemente con Albus Dumbledore... el estúpido anciano por el cual estaba ahí mismo cuestionándose acerca de la sensación que le producía estar con un par de niñatos.

Decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora