DESTELLOS

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| CAPÍTULO XIII |

Los parloteos de tanta gente lo tenían tan abrumado que incluso podía imaginarlos cuando no había nadie en casa de Potter. Después de esa noche no volvió a hablar de nada con Granger. Tenían unas cuantas sesiones de estudio, lo normal sería que preguntara cuando tuviese dudas, sin embargo, olvidaba que su alumna se jactaba de sentirse segura sobre sus exámenes. Suspiró tantas veces que parecía que en cualquier momento perdería el aire. En dos días más concluiría su estancia como tutor particular aún conservaba la incógnita de no saber bien porque termino ahí... aunque daba razones sólidas y bastante creíbles para justificarse, era inevitable afrontar la realidad de las cosas: Esa chiquilla era tan importante para él al punto de volverse necesaria. Y ya lo había sentido venir... a pesar de eso, no hizo nada para evitarlo. Estaba tan aterrado de sus propios sentimientos, no se reconocía.

Simplemente él mismo no era un adolescente libre de experimentar cualquier emoción. Esos tiempos ya habían pasado en su vida. No iba a admitir que estaba enamorado, ni siquiera consideraba aquello una atracción, aunque si lo era, únicamente se había acostumbrado a verla sonreír, a verla malhumorarse... ¡vaya, era divertido!

Hermione pasaba las páginas una tras otra en una ávida lectura, sus ojos recorrían cada párrafo escaneándolas y detectando puntos importantes que ya había resaltado previamente. Inflaba sus mejillas cuando no entendía algo, y consternada, volvía a leer hasta que le encontraba sentido a las palabras...

—¿Alguna duda que deba ser despejada, Granger?

Ella lo miró con un gesto inverosímil. Creía que nuevamente había usado legeremancia. Y no, no lo había hecho. Severus la conocía muy bien, era todo.

El profesor retomó lo suyo ante el silencio de su alumna.

Llevaba mucho tiempo leyendo para matar el tiempo, usualmente ningún alumno demandaba tanto tiempo como ella. Era una chica sobresaliente aunque no era particularmente brillante en su materia. Posteriormente, en defensa contra las artes oscuras, demostró lo contrario.

Y nuevamente no quería admitirlo.

Granger era una joya académica. Con una dedicación implacable e inteligencia indiscutible. Un talento más que huiría a América... lástima. Claro, en el sentido escolar.

El oscuro hombre se levanto del escritorio en el que había permanecido mientras la chica  estudiaba y salió del estudio.

Lo primero que observo al salir fue a Luna corriendo de un lado a otro dejando caer cintas de colores a su paso.

Entonces los gritos no se los imaginaba...

La rubia brincoteaba con la gracia de un hada del bosque. Realmente estaba feliz ¿Cuándo no lo estaba? Y de repente se detuvo.

—¿Buscaba algo profesor?

Severus negó con la cabeza y avanzó hasta que sus pasos se vieron interrumpidos por un objeto extraño. Había pisado un estúpido juguete para bebés que hacía un tintineo infernal.

Lo recogió maldiciendo y lo observó como si le lanzara un maleficio imperdonable.
...

Hermione soltó un suspiro de resignación. Extrañaría a su tonto profesor de pociones...

Quizá muchos se lo habían dicho, ella era una mujer que cumplía sus metas. Obtenía todo lo que quería y no se daba por vencida jamás. Y esta vez no había sido la excepción. Moría por tomar una asesoría privada con él... justo cuando creía firmemente que no volvería a verlo, apareció la oportunidad y su mágico destino le entregó lo que más deseaba de quién más deseaba.

Decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora