10. Como la primera vez.

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Nunca fui un chico muy lanzado, pero tampoco fui un cagado.

Yo era el típico que necesitaba un empujón para soltarse, y ese empujón era el alcohol.

Cerré la puerta con pestillo. Me di la vuelta y se lanzó a comerme los labios.

Era un beso feroz, pero tierno. Sus labios suaves me recorrieron la cara y el cuello.

La cogí de las piernas y la puse encima del escritorio.

Me comenzó a desabrochar la camisa lentamente. Al igual que yo la quité el top que tenía.

Me acariciaba suavemente los abdominales, como si tuviera miedo de hacerme daño.

En un abrir y cerrar de ojos me empujó. Hice una mueca que mostró mi confusión.

Ella sin importarle se acercó a mi, deslizó sus brazos alrededor de mi cuello y volvió a besarme.

Bajé mis manos por el costado llegando a sus nalgas.

Separó su boca por un instante. Colocó su mano sobre mi pecho y me empujó haciéndome caer sobre la cama.

Se colocó encima de mi y continuó besándome con sus labios celestiales.

Le desabroché el sujetador y lo lancé sin tener en cuenta donde caía. Le cambié la posición colocandome encima.

Le quité el cinturón y me deshice de sus shorts. La besaba el cuello a la vez que ella soltaba pequeños gemidos. Quiso continuar con nuestro arte del desnudo.

Me agarro de mi cinturón de cuero y lo desabrochó. Me quitó los pantalones quedándome en calzones.

No se como no me enteré, pero abrió mi cajón de la mesilla de noche y sacó un preservativo.

¿Cómo sabía que los tenía ahí?

Se deshizo de sus bragas y yo de mis calzoncillos, dejándonos completamente desnudos.

-¡Dios, es enorme!

Me hizo gracia su comentario respecto a mi pene.

Continuamos besándonos a la vez que nos tocábamos mutuamente nuestros cuerpos desnudos.

Bajé dando besos por todo su cuerpo llegando a su vagina. Me dispuse a hacer maravillas con mi fabulosa lengua. Y eso hice, lo notaba por la manera en la que gemía y en sus frases de "sigue, sigue, no pares".

Me coloqué el preservativo preparándole para el momento que lo podría definir todo. Pero algo me paró.

Justo antes de comenzar la penetración...

-Antes de hacer esto, no quiero que esto suponga después un "aquí te pillo y si te veo no me acuerdo"

Supe en ese mismo instante lo que debía hacer.

Me acerqué a ella, la besé.

-No soy de esa clase de tíos.- Respondí con toda sinceridad.

La primera sacudida fue suave, tampoco sabía sus gustos. Ella echo un ligero gemido de placer.

La segunda vez acelere el ritmo, y en consecuencia, sus gemidos aumentaban su intensidad.

Ella movía la cadera para que entrase con mas decisión y mas profundo. Y así lo hacía.

Estábamos perfectamente compenetrados, era algo armonioso, era algo que nunca antes había sentido mientras hacía el amor.

Decidimos cambiar de postura, en la que ella se ponía encima mio y yo no tendría que hacer ningún esfuerzo.

Cada vez que ella bajaba era como subir al puto paraíso. Si había algo mejor que me lo dijeran en ese mismo momento.

-Estoy a punto, baja me.

Cambiamos de posición a la de antes, y los dos estábamos a punto. Acelere mi ritmo al máximo posible para poder gozar al máximo el momento.

Nos compenetramos perfectamente como si de una obra de Mozart se tratara.

Soltamos los dos un fuerte gemido de gusto. Ella clavó sus uñas en mi espalda al llegar al orgasmo.

Había visto una puta galaxia.

Ambos nos separamos a un lado de la cama cada uno. Tratamos de recuperar el aliento.

-Ha sido el mejor polvo de toda mi puta vida.- Ella dijo sonriendo.

-Y el mio.- Dije y me quedé mirándola.

Estaba nervioso, necesitaba decirle a esa pequeña lo que sentía. A pesar de haber estado mas juntos que nunca, algo me lo impedía.

Me dolía la espalda la verdad que mucho. Me giré para que Inés la mirara haber so tenia algo.

-¡Estas sangrando!- Acto seguido se miró sus uñas llenas de sangre.

-Tengo papel y un botiquín en mi baño.

Ella se levantó corriendo y trajo todo.

Me colocó papel y después me limpio las heridas con la forma de dos arañazos en la espalda.

-Dios, que vergüenza estoy pasando.

Dijo con un pequeño nudo en la garganta.

-No importa, a cualquiera le puede pasar.- Dije y solté una pequeña risa.

-¿Te había pasado antes?

-No.

-Pues ya está, me pasa a mi contigo.

Se la veía preocupada, a pesar de que tampoco era para tanto.

-No consigo que deje de sangrar.

Ella empezó a desesperarse. Y eso solo hacía que las cosas se complicaran.

Traté de calmarla mientras mi espalda sangraba sin parar.

Finalmente me paró la sangre y me colocó una venda alrededor de toda la espalda. Doy gracias a que somos de medicina y no cualquier otra cosa.

Cambiamos las sabanas y nos tumbamos.

La veía tensa, como si hubiera sido algo malo.

-¿Y cómo fue tu primera vez?- pregunté para romper el hielo.

-Estaba con mi novio en su casa viendo una película de miedo, pero el no se asustaba y eso me ponía demasiado. Me dijo que sus padres no estaban y sin pensármelo dos veces, fuimos. Pero, una semana mas tarde me dejó, así que comprendí que la perdí con un capullo en toda regla. Desde entonces, no he tenido nada serio con nadie.

-¿Con cuantos años fue eso?

-16, ¿Y tu primera vez?- Me preguntó para contraatacar.

-Fui un verano que fui a España a ver a mi familia al norte, y fue mi mejor amiga, que para mi era como una hermana. Un día eran las fiestas del pueblo y fuimos con nuestros amigos ahí. Pero no bebía en aquel entonces. Total, que la playa estaba vacía y ella me dijo que su primera vez quería que fuera en una playa, no te voy a mentir, yo estaba súper cachondo.- Los dos nos reímos en ese moemento.

-Y...

-Y le propuse hacerlo en ese momento, de modo que ella se sacó un condón de la mochila de un amigo nuestro y pues hicimos magia.

-Me encanta como dices hacer el amor.

-Uso un termino diferente cada vez.- Dije riendo.

-Y ¿cómo llamarías a esto?

-Ver una puta galaxia.


La razón de Oli. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora