32.Todo cuesta.

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Óliver.

Abrí los ojos poco a poco. Miré al despertador que marcaban las 11:13 de la mañana.

Me dolía la cabeza de la pequeña resaca que tenía. Mire a mi izquierda y vi una gran melena pelirroja sobre la almohada.

Sonreí mientras la miraba.

Despertó y volteó la cabeza para verme.

Mi sonrisa se desvaneció al instante al ver quien era. Por un momento creí que era Inés, pero no fue así.

-¿Te ocurre algo?- Me preguntó Aleisha.

-No.- Mentí. -Tengo hambre, me voy a desayunar.

-Voy contigo.

Ambos nos pusimos el pijama y bajamos

"¿Te ocurre algo?"

Me ocurría que sentía que había traicionado a la persona a la que amaba, que no es lo mismo con Aleisha que con ella.

Tenía un cacao mental tremendo, había momentos en los que no sentía nada por Aleisha pero otros que no podía pensar en otra cosa.

Pero a pesar de todo lo que pensara de Aleishe siempre estaba Inés de por medio. Cómo puede ser que haya momentos en los que no tener a Inés no me importe, pero otros en los que me dan ganas de vomitar de nuevo.

Me senté con mi café y mis ciruelas mientras veía como nevaba afuera.

-¿Dónde están Tony y Sydney?- Preguntó Ale sacándome de mis pensamientos.

-Seguramente en clase.

-¿Y por que no nos habrán despertado?

-Mejor así, yo estoy muy cansado. Y por un día que falte no me va a ocurrir nada, le pediré los apuntes a Inés.

Inés... Me quedé pensando mientras miraba mi café sin hacer nada.

-¿Quién es Inés?- Preguntó Aleisha algo confundida.

Me quedé paralizado por un momento sin saber que decir. ¿La verdad completa o solo una parte?

-Una de clase...- Dije tímidamente.

-Ah bueno.- Dijo mientras se acercaba a mi para darme un beso.

Me vino una imagen de Inés a la cabeza e inconscientemente aparte la boca haciendo una cobra.

-¿Que ocurre Óliver?- Me preguntó confusa.

-No me encuentro muy bien.- Esta vez decía la verdad. -Creo que algo ayer me sentó mal.- Ahí sí que mentí.

-Bueno, no importa.- Acto seguido me besó sin dejarme ir.

Se me rompía algo dentro de mi, tal vez las ganas de vivir. No por Aleisha, ella era alguien genial y no tenía nada de culpa. Era yo solo.

-Voy a estudiar un rato, ya que no vamos hoy a la universidad.- Dije levantándome con mi café, seguidamente subí a mi habitación.

Cerré, cambié las sábanas y me tiré a la cama boca arriba. Me sentía miserable por todo y a la vez por nada.

-...Ayuda...- Susurraba mientras cerraba los ojos y una intrépida lágrima se escapaba de mis párpados.

Me agobiaba a pesar de haber estado bien anoche, necesitaba ayuda.

Me fui al baño y me miré al espejo. Volvía con lo mismo, me veía mal, miserable.

Me agaché hacia la taza del váter. Viejo amigo que me ayuda a descargarme de lo que mi espejo provoca.

La razón de Oli. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora