23.Límite.

69 8 0
                                    

Esta vez no me puse nervioso al despegar. Realmente ya no le tenía miedo, y me hacía sentir... No se, pero mejor.

Inés se quedó dormida a pesar de ser tan solo la 1 de la tarde.

Aunque sinceramente, si que me entró sueño al estar ahí. Era como si al entrar me rociaran con algo que me hacía dormir como un bebé.

Era algo extraño y que supongo que solo me pasa a mi.

El vuelo se hizo corto. Tranquilo. No hubo ningún problema por lo que se me hizo bien viajar.

Al bajar de avión cogimos nuestro equipaje, y fuimos a la estación de tren para que nos dejara al lado de casa de Inés.

La estación estaba a rebosar de gente, maletas y si queríamos llegar al tren tendríamos que empujar un poco.

Por suerte conseguimos llegar e irnos con el tren enseguida.

Llegamos a casa de Inés como a las 4 de la tarde, contando el cambio de horario.

-En el avión apenas he comido.

Inés me lo dijo por ahí, dejándolo caer.

-Creo que tenías pizza congelada de cuando fuimos la última vez a la compra.

-Pues a comer de nuevo.

No podía quedarme mucho tiempo, ya que tenía que estudiar antes de ir a dormir, y llegar a casa, ducharme, y mas cosas que no me acuerdo ahora.

Así que hicimos las pizzas, comimos y me tuve que ir.

-Estudia un poco.- Le dije antes de irme.

-Vale papi.- Me encanta esa broma. Me hace sentirme querido.

Le di un beso en la frente, de esos que te dejan congelados de lo bonitos que son, y me fui.

Por el camino cogí mis cascos y empecé a escuchar a mi grupo favorito mientras iba a casa.

Me quedé en mis momentos de los que me olvido de todo lo que ocurre a mi alrededor y solo soy yo con mis pensamientos, mis inquietudes, mis planes de futuro, mis recuerdos...

Saqué las llaves para abrir la puerta...

-¡Pero se puede buscar otra alternativa!

Un alarido salió de la casa y ni siquiera había abierto.

Eso me hizo darme prisa y abrir lo más rápido que pude.

Entré y estaban los tres en el salón, pero Bianca tenía unas maletas en la entrada y estaba llenando otra con sus cosas del salón y la cocina.

-¡No! Ya estoy harta de siempre lo mismo. Ya he tomado la decisión.- Bianca parecía muy segura de lo que hacía.

-¿Que ocurre?- Pregunté al ver el panorama.

-Bianca se va.- Tony no parecía muy afectado.

-¿Por qué?- Yo seguía preguntando.

-Óliver, os quiero mucho a Sydney y a ti pero no puedo seguir viviendo bajo el mismo techo que Tony. Es demasiado para mi estado emocional y no tan emocional.- Bianca continuaba recogiendo.

-¿No vas a decir nada?- Miré a Tony.

-¿Por qué debería?

En ese momento pensé en pegarle una buena ostia para hacerle reflexionar.

-¡Porque es tu puñetera culpa!- Sydney gritó desgarrándose la voz . Jamás la había oído a Sydney gritar de esa manera. Ella realmente estaba afectada.-¡Es mi mejor amiga y por tu culpa se va! ¡Eres un cerdo, cretino, gilipo...

La razón de Oli. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora