Enamorados (R.A).

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Como cada noche se arreglaba, el vestido entallado, los tacones altos, rubor en las mejillas, color en sus labios, pasaba el cepillo por su cabello y colocaba el par de aretes que tanto le gustaban, al final un toque de perfume en su cuello cerraba el ritual.

Preparaba la cena, se esmeraba en hacerlo lo mejor posible, como si fuera a recibir una visita importante y sin duda eso era lo que esperaba, al hombre más importante en su vida.

Encendía un par de velas, colocaba música suave, lo esperaba recostada sobre el sofá, de la forma más sensual posible, cuando escuchaba el click clack de las llaves al abrir, su cuerpo era recorrido por una serie de golpes eléctricos que casi no la dejaban respirar, pero que le hacían sonreír de sobremanera.

El andar de su hombre era lo que más le gustaba, desenfadado y sin preocupación alguna, todo un chico rudo, pensaba siempre que lo veía llegar hasta ella y la besaba con ternura en los labios, que podía tener que le gustaba demasiado.

De los besos pasaban a las caricias, él recorría su cuerpo con suavidad bajando lentamente sus manos de su cuello hasta sus muslos, ella vibraba sin cerrar los ojos, no quería dejar de mirarlo, no quería perderse de ninguno de sus gestos, aquellos que le encendían las ansias de tenerlo.

Consumaban su amor sobre la alfombra, y después cenaban felices, compartiendo un solo plato, una botella de vino tinto y sus deseos escondidos, se sentía completa, como en un sueño del que nunca quería despertar, lo amaba demasiado, estaba completamente enamorada de Daryl.

Cuando él despertaba era quien la contemplaba mientras dormía, pensaba en que era más hermosa sin tanto maquillaje, por qué él la amaba así, por ser la mujer que era, la que había sido su mejor amiga, su eterna compañera, ahora solo podía describirla como la mujer de su vida, su amor por siempre.

Caryl one shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora