Fantasmas.

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A penas abrió los ojos el aroma le perforó las fosas nasales, se miró tendida en la cama, las sábanas cubriendo su cuerpo desnudo, había pasado una noche alocada recordó y sonrió ruborizándose un poco. Alcanzó a escuchar las voces a lo lejos y el sonido que seguramente un huevo friéndose hacía al tocar con el aceite caliente de la sartén, los reconoció en seguida quizo agudizar el oído para alcanzar a escuchar de lo que hablaban aquel par de chicos que tanto amaba.

Seguramente hablaban de ella que más podrían tener en común aquellos dos. Se levantó contenta tarareando una vieja melodía que le gustaba muchos años atrás y que al fin podía volver a cantar con toda la confianza pero sobre todo con aquella alegría que hacía un par de días le acompañaba, se vistió sin perder la sonrisa y terminó de colocarse las botas para darse prisa y poder alcanzarlos en la cocina.

Hecho un vistazo a su reflejo en el espejo para poder trenzar su largo y plateado cabello y continuó la mujer que miraba aveces solía parecerle una desconocida pero en ese momento prefirió sonreírse a sí misma pensando en que no echaría a perder toda aquella perfección que en ese momento le rodeaba.

Bajó despacio las escaleras aún podía escucharlos hablando o mejor dicho los escuchaba susurrar. Ahí estaban ellos Daryl frente a la sartén cosa que le pareció bastante peculiar y Henry la miraba desde la mesa pequeña que habían decidido instalar dentro del espacio vacío en la cocina solo para ellos tres.

—¿Mamá, sucede algo? — el joven rubio pareció sonreírle.

—Creí que querrías dormir un rato más por eso no te avise — siguió Daryl — el desayuno está servido quieres que prepare algo más.

Carol miró la mesa de pronto le pareció un horrible basurero por donde recorrían gusanos y cientos de insectos que volaban al rededor de lo que parecía un estofado bastante pasado, un lengüetazo en la mano le asustó sacándola de aquella ensoñación y pudiendo así contemplar lo que realmente había en la mesa, panqueques, zumo de naranja y fresas, sonrió ligeramente y tomó asiento justo a lado del joven rubio. Daryl termino de servir en el plato del perro y continuó sentándose justo a lado de Carol.

—Y ¿se puede saber de que hablaban mi par de hombres favoritos? — se llevó el bocado a la boca.

Henry se enjugó con la servilleta adelantando al arquero mencionando con alegría — Daryl al fin a aceptado enseñarme andar en motocicleta — Daryl bufo un poco. — le dije que no te opones siempre y cuando él me acompañe en cada salida.

Carol seguía masticando afirmando con la cabeza ya antes había hablado con el chico dejando en claro que solo por ser Daryl era que permitía que se arriesgara a tanto.

—¿Si estás de acuerdo, no es así? El chico lo aseguró — la miraba Daryl esperando la respuesta.

—Sí desde luego pero por favor no se alejen demasiado saben los peligros de cruzar la frontera.

Daryl le tomo la mano mirándola a los ojos fijamente — claro que lo sé y descuida que nada le va a pasar mientras esté conmigo.

—Lo sé es solo que ha pasado tanto que aún temo por su vida — entrelazó sus dedos con los ásperos del arquero — temo por la tuya también no se que haría si los perdiera.

—Nada nos pasará lo prometo Carol — Daryl acarició con suavidad el ligero brazalete que alguna vez le había entregado como muestra de su afecto.

—Nos vamos — se levantó Henry

—Ahora te alcanzó — respondió con voz grave.

El joven besó la mejilla de su madre y salió al pórtico en dónde esperaría.

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2019 ⏰

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