Confesión.

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Algo se sentía diferente en el ambiente, como si de pronto todo se hubiera llenado de paz y calma, había dolor también por todas partes, sangre en las calles, trozos de muertos, de sus muertos, los nuestros, como ahora fuera, gente al fin, gente que peleó hasta dejar de respirar.

Ahí me encontraba yo ahora, en medio de todos los que iban de un lado al otro cargando heridos, cubriendo muertos, parecía que era invisible, después de todo siempre lo había sido que me haría diferente ahora. El chico Grimes estaba muerto, su padre estaba destrozado aunque fuerte, esa fuerza fue la que nos llevó al triunfo sobre los salvadores sobre el maldito hijo de puta de Negan, al fin había caído su imperio de mierda, éramos libres al fin, era yo libre de poder largarme a donde se me diera la gana, y sin embargo seguía ahí, contemplando su perfecta unión y sentía envidia.

Fue cuando me percaté de alguien que al igual que yo permanecía alejado de los demás, pasaba de arriba a bajo un pedazo de franela sobre la ballesta una y otra vez en el mismo lugar en donde ya había lustrado, pero lo hacía de forma inconsciente, miraba a alguien a lo lejos, seguí aquella mirada y me percaté de a quién veía con tanto interés.

No la conocía demasiado, solo sabía de ella lo que todos los demás conocíamos, era una mujer bastante ruda, con agallas más que cualquier cabrón del santuario había sido ella quien acabará con varios de nuestros grupos, llegue a escuchar que por ella misma, la observaba con detenimiento, quizá con algo más, decidí acercarme al fin después de todo aquello pensaba en que si Daryl no era mi amigo al menos mi enemigo tampoco.

— No te parece que ya has limpiado suficiente eso — solté al tenerlo cerca.
Gruño, algo que no entendí aunque podría interpretar como un insulto, le di la menor importancia y me tumbe a su lado.
— Todo es una mierda no? — le dije — pero presiento que saldrán de esta.
— Al menos Negan ya no está aquí, supongo que las cosas mejoraran — por fin dejo de limpiar su arma y bajo la mirada.
— Que harás ahora. — pregunte con curiosidad — yo no lo he decidido aún.
— Escuche a Rick que pensaba hacerte el líder de los salvadores, le dije que no que mejor hiciera que te largaras de una vez por todas.
— Aún me odias.

No respondió era evidente que me odiaba demasiado.
—Tienes un cigarrillo — le pedí de buena forma.
Daryl buscó en los bolsillos de su viejo chaleco, el que por mucho tiempo llevaba yo, lo vi sacando mi cajetilla, en la que guardaba mis recuerdos, los últimos de ella, Sherry.
—Qué mierda es esto — mantenía el par de anillos en la mano junto al cigarro que Sherry no se había terminado. — Es tuyo no — me miro en seguida.
Afirme con la cabeza y me entrego lo que llevaba en la mano.
— La extraño — mire el cigarro a la mitad —ojalá supiera que sucedió con ella.
—Me da igual — respondió Daryl volviendo a mirar a la ruda a lo lejos, la mujer que sonreía de vez en cuando mientras tomaba el brazo de Ezequiel.
—No dejes que se vaya — me miró con rabia — si tuviera la posibilidad de ver a Sherry de nuevo no dejaría que se fuera, la cosa a cambiado Daryl, que harás, dejarás que se largue al reino y seguirás así toda tu vida todo por ser un cobarde que no se atreve a aceptar lo que le está sucediendo.

Daryl levantó el puño sobre mi rostro, podía sentir que me golpearía en seguida pero no lo hizo, se detuvo relajando el rostro.
— Qué sabes tú de mí para hablarme de esa forma, te voy a tirar los dientes si no te callas.
— Digo solo lo que veo Daryl y no has quitado los ojos de la dama de haya quizá me este equivocando pero para mí que sientes algo por ella, tú lo dijiste no es así, a veces se tiene por quien vivir, por quien pelear, la familia, los amigos, por ella — le mostré el anillo de mi mujer — jamás fui un experto pero me doy cuenta de que lo que te tiene así es ella y deberías hacer algo por qué nunca sabes que va a pasar mañana, si la muerte te alcanza o un cabrón mal nacido la arranca de tus brazos y se la lleva, o te equivocas tanto intentando alejarla de ti que al fin lo logras y se va y la pierdes, entonces te arrepientes toda la vida de haber sido un cobarde que no lucho por regresar a su lado, por estar al fin tranquilos, yo debí hacerlo pero ahora ya no hay oportunidad para mí, pero tú aún la tienes aquí — tome el par de anillos que me habían pertenecido algún día — no dejes que se vaya sin habérselo dicho. — le entregue los anillos que miro fijamente en la palma de su mano.
—Nah! Carol jamás aceptaría — intento devolvérmelos pero lo impedí
—Nada pierdes con intentar y si dice que no entonces al menos no serás un perdedor que pensó en que jamás se atrevería.
Daryl miraba las argollas, tomaba una luego la otra, se pasó una por el meñique, lo había tomado mejor de lo esperado.
Sentí la mirada de alguien, al fin la ruda mujer se dignaba a regresarnos la mirada, comenzó a dar pasos hacia nosotros.
—Ahí viene, deja de ser un idiota y hazlo. — le dije antes de alejarme unos metros.
Se posó frente a él de pie, parecía fría, jamás le había dirigido la palabra y quizás jamás lo haría pero permanecí callado mirándolos.

Caryl one shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora