El mejor amigo de mamá.

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La había escuchado antes hablar de él, aunque mis recuerdos no son del todos nítidos alcanzo a recordar su tono peculiar de voz y esa mirada como si quisiera que te alejaras lo más posible de su campo visual.

Sabía que mi madre lo recordaba y que le echaba de menos, algunas noches la llegue a ver limpiándose el rostro a escondidas de papá para que no preguntara qué le sucedía, nadie sabía, nadie lo veía excepto yo. Siempre me di cuenta de las cosas cuando ella hablaba de su mejor amigo su tono de voz era distinto, sus gestos, sus ojos brillaban cada que me contaba alguna vieja anécdota que había vivido con él, aunque al final de cada conversación volvía a colocar el ceño triste y sus ojos cristalinos me decían que aún le dolía aquella ausencia.

Mis deseos por ayudar al reino crecían cada vez que algo fallaba, malas cosechas, pérdidas de cultivos, una tubería rota, fue justamente eso lo que me llevó a tomar una decisión, necesitaba ayudarlos, así que emprendimos el viaje a la cumbre, sabía que mi madre sería la encargada de llevarme hasta ahí, durante todos estos años ella ha sido muy sobre protectora y no la culpo, conozco su pasado y por lo mismo trato de no contradecirla cuando se trata de mi seguridad, aunque estoy seguro de ser capaz de valerme por mí mismo, le deje que lo hiciera para que no solo ella sino Ezequiel también se quedará más tranquilo.

Después de la primera noche decidió tomar un rumbo distinto, fue cuando apareció aquel hombre, desaliñado y sin peinar, con la pinta de ser más un animal que un hombre aún así pude notar como el rostro de mi madre se iluminaba al verlo de nuevo.

Se saludaron como si no hubiera pasado un solo día sin que se vieran, algo ahí me resultaba incómodo era como si mi necesidad de mirarlo y curiosear entre sus vestimentas oscuras y su rostro sucio no me permitieran seguir tranquilo hasta averiguar quién era realmente y por qué Carol  se interesaba tanto en él.

A penas hablaba y no lo hacía de forma correcta me seguía pareciendo un lobo salvaje que gruñía cada tanto y mi madre lo seguía observando con detenimiento, con amor en los ojos. 

Después de un rato de permanecer sentados sin hablar al rededor del fuego me di cuenta de lo que sucedía, Carol quería que ese hombre me acompañara a la Cumbre,  él precisamente, no entendía por qué no confiaba en mí, por qué dejarme en manos de un hombre que parecía repeler mi presencia.
Intenté encontrar la razón, en ese momento no encontraba ninguna que fuera coherente.

Lo vimos volver con algunos platos vacío fue cuando decidí alejarme un poco, pues noté que mi madre lo miraba con mayor detenimiento tocándole el cabello y proponiéndole un corte, Daryl no se negó.

Los observaba a la distancia tratando de ser discreto, una mirada de vez en vez mientras Carol le cortaba el cabello y le paseaba los dedos por el rostro como si quisiera mirarlo mejor, escrutando cada uno de sus rasgos,  por primera vez sentí una punzada en el estomago como una advertencia, algo así como cuando escuchas a un caminante a lo lejos y te apresuras para salvar la situación, fue lo que hice dando un salto hasta donde se encontraban.

—¡Ey! Tengo hambre — grite sin volver el rostro hacia ellos pues de alguna manera comenzaba a sentir una escena algo más que amistosa a su al rededor.

Daryl se levantó en seguida y se dispuso a servir la cena, Carol me guiñó un ojo para después seguir a su amigo sin quitar esa gran sonrisa que llevaba en los labios,  despacio tomó  el cucharón que Daryl sostenía y fue ella quien se encargó de servir los platos de lo que fuera que aquel hombre había preparado. No le ponía peros a la comida jamás, sabía el trabajo que costaba tenerla sobre la mesa así que fui amable y comí todo el plato.

Mi madre estaba por terminar también pero se detuvo unos segundos para volver los ojos a Daryl y solo lo contemplo mientras comía, realmente no entendía el porqué pero conocía muy bien a la mujer a mi lado y también sabía de todas esas noches en las que lloraba por qué lo extrañaba, mire a Daryl no podía saber si él la había extrañado también.

—¿Cómo te hiciste esa cicatriz? — pregunte sin vergüenza alguna al hombre que solo se levanto ignorándome. 
—Vamos a dormir de acuerdo — sentí la mano de Carol sobre mi rodilla seguida de un corto suspiro.
Afirme con la cabeza y la seguí Daryl nos había cedido un espacio dentro de su cálido "hogar" dentro del bosque para acomodarnos, la tienda nos esperaba, mi madre y yo dormimos dentro.

Un crujido de hojas me despertó, dormir fuera de casa me mantenía más alerta de lo acostumbrado, mire a mamá parecía que dormía apacible hasta pude distinguir una ligera mueca que se asemejaba a una sonrisa en sus labios.
De pronto una sombra se alcanzó a ver era Daryl quien pasaba con su arma, decidí seguirlo. Quería averiguar más de él, conocer al hombre que mi mamá intentaba fuera mi niñera y sobre todo el saber por qué Carol lo creía tan digno de su amistad.

Seguí el ruido, encendí la linterna y mi sorpresa fue encontrarme con uno de los caminantes enredado en las trampas de Daryl, él apareció de inmediato para salvarme la vida aunque de forma nada amable respondió a mi presencia, lo veía ansioso mientras avanzaba gruñéndome palabras como si fueran chillidos, el perro ladraba a la distancia, Daryl corría y yo detrás de él, cuando llegamos el perro se encontraba enredado en alguna de esas trampas rodeado de caminantes, sentí un duro golpe en el pecho, la ballesta pesada de Daryl y lo vi alcanzar al perro con el cuchillo en mano.

Tenía que hacer algo, los veía cada vez acercarse más, pero Daryl era hábil, uno, dos, tres caminantes y estaba libre fue cuando lo vi, el cuarto caminante que se había quedado atrás estaba por alcanzarlo empuñe la vara con fuerza antes de verlo caer sobre el mejor amigo de mamá un segundo después sentí un ligero dolor recorriéndome el tobillo, las estacas de una de las trampas me habían cortado, Daryl tenía experiencia supo cómo hacer para que mi pie no sufriera más dolor y volvimos al campamento.

—Deberías dormir — dijo mientras se adelantaba desabotonando su camisa.
— No puedo dormir me tirare a leer un rato.
Respondió de nuevo con un tenue rugido y se alejó unos metros. Abrí el libro e intente leer aunque lo único que pensaba era que ese hombre tenía más valor del que yo esperaba que tuviera.
—¡Ey! Usa esto — me arrojó una pomada— te ayudará con la infección — se sentó a mi lado.
—El perro se encarga de revisar las trampas, me avisa cuando hay caminantes cerca, esta es la primera vez que se queda atrapado en una. — decía mientras acariciaba a su peludo amigo. — gracias por la ayuda.
—No hay de qué — le reste importancia. — gracias por salvarme y la verdad preferiría que no se lo dijeras a mi madre.  — intente una mueca tan parecida a la de él.
Volvió a su  monólogo sobre los animales, era de esa clase de tipos que aprecian la naturaleza pero dentro de mí una idea me daba vueltas.

Entendí por qué mi madre lo quería cerca de mí y sabía muy en el fondo que no era sólo por eso.
—Sabes mi madre dice que eres su mejor amigo, que has sido tú quien siempre la ha apoyado y salvado de todo, ella te extraña, se preocupa por ti,  sí te das cuenta de eso cierto.
Daryl tiró la cabeza hacia atrás, suspiro de forma corta.
—Ella sabe en dónde encontrarme. — dijo.
—No tendría por qué — lo mire con honestidad.
—Es lo qué quieres, qué te esté vigilando todo el tiempo. — esta vez volvió los ojos a mi.
—Sabes que no se trata sólo de mi. —Lo deje meditando y me fui a la cama, mi madre seguía durmiendo.

Entonces pude darme cuenta de  qué Carol lo quería en su vida, al igual que quería que yo lo conociera por algún motivo, si él era especial debía tener una buena razón y yo la sabía, estaba seguro de que mi madre amaba a mi padre, pero de otra cosa estaba seguro también, Carol quería demasiado a su mejor amigo, mi madre amaba a  Daryl.

Caryl one shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora