Seis años más tarde.

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Las luces del sol golpearon tiernamente mi rostro cuando ya era la hora de despertarse. En mi pecho desnudo estaba colocada la mano de Nathan: mi novio. Ayer fue su cumpleaños y tuve que complacerlo lo más que pude. Aunque yo creo, que la única parte que fue importante para él, fue el recibo de regalos, cuales, por cierto, eran bastantes caros y fueron muchos.

- Nathan – susurre en su oído – Despierta, es hora de que vayas al trabajo.

- Cariño, déjame dormir. Tengo una resaca, no creo que vaya a algún lado – murmuro contra mi cuello – Dios, hueles tan bien.

- Pero tienes una reunión importante hoy. Me hablabas de ella por unas tres semanas.

- Si, pero lo que pasa es que ahora me interesa más mi estado físico, y no creo que sea correcto presentarme a la oficina, apestando a tequila.

- Esa fue tu responsabilidad.

Suspire y quite su pesado cuerpo del mío. Caminé en puntillas hacia al cuarto de baño y me metí debajo del agua fría y comencé a quitar los restos de lo que sucedió ayer en nuestra cama a noche. No es que no ame a este chico. solo que no estoy segura de querer estar con él. Mi cabello chino me molestaba, no tenía ganas de lavármelo, así que lo acomode en un chongo despeinado. Todos mis peinados consisten en chongos, trenzas y rara vez media colita. El agua me refresco, y me ayudo a aclarar las ideas, y hacer planes para lo que tengo que hacer. Recordé que no teníamos nada de comer en la casa, y que probablemente a nadie se le va a ocurrir a ir al súper, para comprar algo, así que la única opción, será pedir la comida a domicilio. Al salir de la ducha me fui directamente hacia la cocina y estuve a punto de explotar por el desorden que había alrededor. Botellas, latas, ropa, comida, restos de cigarros y había unos que ni siquiera estaban apagados completamente. ¿Qué clase de amigos tiene mi novio, tomando en cuenta que trabaja en un lugar bien respetado? Me daba asco estar allí parada, sabiendo que no puedo limpiar todo eso. Desde la adolescencia yo tenía el habito de guardar todas las cosas, aunque sea la más mínima, en su lugar, cosa que yo y Nathan no compartimos.

Llené la tetera de agua y la puse calentar para poder llenar mi cuerpo de energía, el resto de día. Bueno, al menos gran parte de él. Agarre lo que nos quedaba del cereal y me lo acabe con la leche fría, que tenía el sabor de estar hecha a perder. Yo seguía teniendo hambre, así que decidí pasar por la cafetería cerca del departamento, para comprar un sándwich o un pedazo de pizza. Cuando volví a entrar a nuestro cuarto, Nathan ya estaba sacando el alcohol de ayer en el baño. El sonido se escuchaba perfectamente, hasta con la puerta cerrada. Estuve a punto de vomitar yo también, pero por la ventana. Supongo que tendré que hacer mis necesidades en el baño de la florería, porque ni loca entro al este, al menos que Nathan lo limpie, lo que claramente no va a suceder ni en otra dimensión.

Mientras que me escogía la ropa que llevare puesta para el día de hoy, Nathan salió del baño, y a ver sema desnudo, sus ojos se volvieron negros y el cerebro se nublo de cosas que jamás van a suceder. Al menos, no conmigo. Su rostro, por alguna razón inexplicable para mí, se alegró, y se acercó para darme un apasionado beso. Paso sus manos por mi cintura, y por milésimo de segundo, logre hacerme para atrás, para darle a entender que yo no quiera que esto suceda. Creo haber visto algo de bombito en sus labios, tenía un olor increíblemente fuerte, y yo simplemente no quería besarlo. Mi novio cumplió 27 años ayer, pero seguía comportándose como un maldito crio. Decía, que tenía derecho a comportarse como se le da la gana, hasta que cumpla 30 años.

Nathan frunció el ceño ante el hecho de que yo no le devolví el beso, yo le sonreí demasiado exagerado y le dejé besar mi mejilla. El volvió hacia la cama y al instante comenzó a roncar como un animal. Al final, decidí quedarme con una falda negra y una siempre camisa blanca, con rayas azules levemente marcadas. Me gustaba el atuendo, era profesional, pero lindo a la vez. Acomode mi cabello en una media cola, porque hoy me sentía bonita, toque ligeramente con la cabecita de perfume mi cuello, y pinte mis labios de un color rosa muy neutral.

Legalmente suya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora