Rompi tu corazón tan descuidadamente, pero hice las piezas parte de mi.

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-          Necesito comprar un vestido de novia – avise a Cameron, cuando entre por la cocina una mañana del sábado.

Los dos teníamos días libres, pero honestamente, es que no he ido a trabajar durante toda la semana, y él se escapaba de sus deberes laborales mucho antes de lo que tenía, para pasar el tiempo conmigo.

Últimamente hemos avanzado muchísimo con los preparativos de la boda. Ya reservamos el lugar en donde se va a hacer, la fecha, redactamos la lista de los invitados, donde se van a sentar en la ceremonia y ya elegimos el diseño de las invitaciones. Por supuesto, yo fui la que hizo la mayoría de estas cosas, con la ayuda de Elena y mi madre de vez en cuando. Stephanie sigue sin aceptarme, y cada vez que la veo, mantiene una cierta distancia conmigo. Eso es muy notable, por eso Philip – el padre de Cameron – es el que me demuestra más su cariño. Se nota muchísimo, que Cameron y su padre tienen una conexión muy profunda, y creo que su madre está muy consciente de eso, ya que siempre le da la razón a Cameron, mientras que su padre le desafía.

Mi madre lo tomo de la manera como yo espere: con demasiado entusiasmo e ilusión. Nos ha estado ayudando muchísimo con los preparativos, y eso nos ha unido más de lo que me gustaría aceptar. Me pregunto cómo hubiese sido sus reacciones, al enterarse de que, todo el compromiso comenzó por una farsa, para que Cameron pueda ser el presidente oficial de la empresa que hizo su padre.

Creo que Elena, además de la madre de Cameron, no puede aceptar bien nuestra reconciliación. Siempre que la veo (lo que sucede casi a diario), me suelta comentarios sarcásticos y a veces groseros. Entiendo que esta es su manera extraña y enfermiza de demostrar su preocupación por mí, y sé que con el tiempo se le va a pasar, pero no creo que mi paciencia lograra aguantar otra broma estúpida más.

Cameron me miro divertido y extrañado a la vez. Ayer me enoje con él por una tontería, y hoy yo ya estaba de buen humor, diciéndole que necesitamos gastar más dinero para que la boda sea perfecta. Dejo el sarten con la masa de las tortitas aun aguada en la estufa, y se acercó a mí, con una sonrisa adorable en el rostro.

-          Yo digo, que no necesitas ningún vestido – me dio un beso en la frente, y regreso a la cocina, dejándome con las mejillas ardiendo.

-          No creo que quieras, que alguien más me vea sin un vestido puesto.

-          Chica lista – me reí, y me senté en una silla larga enfrente de la barra – Nunca entendí, porque a las chicas les importa tanto el vestido blanco. Creo que es muy aburrido.

-          Tal vez escoja uno más rosado. ¿Tu madre estará de acuerdo?

Me puso el plato con dos tortitas y una taza llena de café color chocolate amargo. Negó con la cabeza, y volteo para continuar con lo que estaba haciendo. No sé si exista un hombre más perfecto que Cameron, porque me prepara el desayuno, limpia los trastes y todo ese tiempo se encuentra desnudo hasta la cintura. Me sonrojo de nuevo por mis propios pensamientos, y meto el desayuno a la boda. Mentalmente agregue las tortitas a mi lista de las cosas que Cameron sabe hacer demasiado bien.

-          Es tu boda, no la de mi mama. No pienses tanto en ella, y solo disfrútalo. Dicen que solo te casas una vez.

Claramente mi madre no siguió ese estereotipo, pensé, pero no lo dije. Sé que Cameron se va a poner a su defensiva, y eso es muy extraño. Ellos dos se llevan sorprendentemente bien.

-          Bien. Un vestido rosa, será. ¿Me vas a acompañar a verlo?

-          Es de mala suerte, nena.

-          Tu eres mi mala suerte.

-          ¿Enserio? Porque siempre que me pasa algo bueno, pienso en ti.

Legalmente suya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora