Seis años antes.

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En la universidad yo y Cameron teníamos más cosas en común, de lo que él pensaba y sabia. Llegamos el mismo día, nos fuimos el mismo día, compartíamos las mismas clases y hasta nos sentábamos juntos en algunas de ellas. Nunca nos hemos hablado, en las clases y mucho menos afuera de las instalaciones escolares. Honestamente, no tenía ninguna necesidad de ser su amiga, y la de otros de su grupito.

Pero todo cambio, cuando en la clase de historia (la menos preferida para Cameron, por cierto), él estaba lanzando papeles, con mensajes para sus amigos o alguna de su nuevo ligue y sin querer se le cayó la pluma. No quería levantarla, porque perdería la atención completa de la clase, aunque igual sabía que nadie lo iba a recoger, a menos que no sea yo. Me agache y justo en ese momento él lo hizo igual. Me quede mirándolo durante un segundo, antes de sonrojarme hasta el cuello, y darme cuenta de lo increíblemente guapo que era. Al final, Cameron fue el que recogió la pluma, mientras que yo me escondía detrás de la inmensa capa de mi cabello. La clase se acabó en cinco minutos, y todos se pararon rápidamente para largarse a hablar con los chicos de otro grupo. Yo siempre me quedaba de ultima, y me sorprendió darme cuenta, de que Cameron igual estuvo allí. Esperaba hasta que todos se fueran, incluyendo a la maestra, y así nos quedamos nosotros solos en un salón vacío.

Recuerdo que, en esos tiempos, el aun salía con una chica muy molesta que tenía un nombre irlandés. Siempre venía con una falda demasiado corta, y Cameron no duraron ni dos meses con esa chica.

Quería preguntarle porque el seguía allí, y porque aún no se ha ido con sus cuates. Quería convertirme en su amiga. Pero no de esas, con cuales sale al cine, o a comer pizza, o lo que sea que hacía con sus amigos. Yo quería ser una amiga en la cual él sabía que podía contar cuando tenía un problema, una amiga con cual se reía cuando estaba triste, y una de esas amigas con cuales te escapabas de la casa, para caminar por la cuidad a la madrugada.

Ya sé, soy una romántica perdida.

Comenzamos a hablar sobre el color y la forma de mi cabello, y terminamos discutiendo acerca de nuestro libro favorito. Resulto que aparte de sentarnos juntos, tenemos gustos muy parecidos en música, películas y libros. Y aunque yo leí casi todos los libros que el había leído antes, nunca tuvimos la misma opinión acerca de cualquier cosa.

Me encantaba eso. Me encantaba que éramos tan iguales, pero tan diferentes a la vez, y que yo nunca fui parecida a ninguna de sus amistades.

El problema fue el, con la necesidad de siempre encajar en todos lados, y siempre querer ser el más popular de todos. Cuando, un día, íbamos a ir al cine, yo necesitaba saber a qué hora seria. Me acerque para preguntárselo, pero lo que hizo fue reírse en mi cara con todos sus amigos, y la estúpida irlandesa esa. Me dijo que el único día en el cual iremos al cine, será en mis sueños o el treinta de febrero. Broma estúpida. Él se fue a otro lado, muy lejos de mí, aunque en quince minutos me mandó un mensaje diciendo que a las ocho estaba bien.

¿Quién hace eso? Cameron.

***

No habíamos hablado durante dos meses, desde que paso el pequeño incidente. El intentaba hacer cualquier cosa para llamar mi atención; tiraba sus plumas apropósito, intentaba hablar sobre mis libros favoritos en la clase de literatura, y constantemente me mandaba mensajes pidiendo perdón y que haría cualquier cosa para que volviéramos ser lo que éramos antes. Ni siquiera sabía lo que éramos, ¿cómo podemos volver a serlo?

Una tarde, fui a estudiar en un restaurante que no quedaba tan lejos de mi antiguo apartamento, y allí me lo encontré con su nueva conquista. Había una gran posibilidad de eso, y yo estuvo consiente de aquello. Era el restaurante favorito de Cameron, porque era el único lugar en la cuidad, que, según Cameron, hacían el café a la "temperatura necesaria para su cuerpo". Estoy segura de que la chica que estaba sentada alado de él, ni siquiera tenía idea de aquello, y afortunadamente jamás lo sabrá.

Él me había visto desde que entre, y yo a él. Tengo que admitir que se veía mega guapo ese día, y ni me pregunten de cómo lo recuerdo.

Encontré el lugar que estaba más lejos de ellos dos. Comencé a hacer la tarea, cuando oí muy clara la voz de Cameron detrás de mí, y no enfrente de su nueva amiga.

-          Amy, tenemos que hablar – y sin ninguna invitación, se sentó conmigo.

Yo no quería escuchar nada, porque sabía lo que iba a ser.

-          Sé que piensas que sabes lo que te voy a decir, pero no es así.

-          Ah, ¿sí? ¿Y que es, entonces? – me sorprendí por hablar de forma tan grosera con él. Pero en el fondo me gusto. A ver cómo se siente.

-          No me das vergüenza. En absoluto.

Allí vamos...

-          Me dan vergüenza mis amigos.

-          ¿De qué me hablas? – me reí – Tus amigos son los chicos más populares creo que de todo el Universo.

-          Si tu no fueras tan tímida, créeme, tú lo serias igual.

-          Pero esa soy yo, así que, si no te gusta, entonces, habla con ellos, sobre lo buenas que están las chicas del segundo año.

Me pare de la silla y comencé a recoger mis libros. Ni siquiera yo misma entendía de donde salió todo el enojo que tenía, y, sin embargo, la culpa no la tenía Cameron en absoluto.

La tenía yo.

***

Decidí que sería mejor terminar de estudiar en mi casa, así que, eso hice. Pero la paz que anhelaba mi departamento no duro mucho tiempo, porque Cameron se presentó sin previo aviso ninguno. El sabia lo mucho que odiaba, cuando alguien me visitaba sin ponerse de acuerdo antes, porque mi casa siempre era un asco. Supongo que era por su costumbre, porque como puedo imaginarme, todos sus amigos pueden conseguirse una muchacha, que limpie detrás de ellos.

-          Amy – fue lo primero que dijo al entrar.

Ni siquiera un hola.

-          Voy a decirte algo, y me tienes que prometer que no dirás nada hasta cuando termine de hablar – no respondí, pero él lo tomo como un sí – Te quiero como eres; con tu cabello pelirrojo siempre despeinado, te quiero con tus mil pecas, te quiero cuando discutes conmigo hasta lo indiscutible, te quiero cuando te ríes a carcajadas y hechas la cabeza hacia atrás. Te quiero cuando me dices como conquistar a una chica, porque sé que tienes la razón. Te quiero, aunque todos me pregunten porque, y la verdad es que ni yo tengo idea... solo siento que tú serás la chica indicada para cualquier hombre en el planeta, y ahora lo eres para mí.

Legalmente suya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora