Nena, ya sabes que vamos a ser leyenda.

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Amy acompaño a una compañera a una fiesta, pero en vez de cuidarla, se emborracho y paso toda la noche con Steven. Entre copas, risas y mucha diversión, los chicos se besaron, aunque se arrepintieron de eso al instante.

Seis años antes.

La noche era más hermosa de lo que pensaba. Me hacía recordar cuando me subía a escondidas de mi mama al techo, contaba las estrellas en el cielo y siempre que caía una, pedía de deseo poder conocer a mi papá. Con los años, me di cuenta de que las estrellas no sirven para cumplir deseos, y dejé de hacerlo desde hace mucho tiempo. Ahora, estando muy borracha y con un vestido que dejaba al descubierto toda mi parte trasera, no era el momento para contar estrellas y pedir deseos. Pensé en lo increíblemente viva que era la cuidad, hasta cuando la luz se iba. Las calles aún estaban llenas de personas, había varias tiendas y hasta restaurantes abiertos, y obviamente muchísimos adolescentes borrachos, drogados o peor tantito, desmayados. Si yo estuviera consiente de su situación, los ayudaría, pero llegar a mi cada en seguridad era la prioridad para mí y me daba igual lo egoísta que eso me hacia ver.

Después de varios intentos de ser casi violada, atropellada y estar a punto de tropezarme con un vago solitario, corrí hacia mi casa, intentando no hacer caso al dolor que atraviesa mis pies con cada paso que daba. Mis tacones de veinte centímetros son las cosas más horriblemente hermosas, y me di cuenta de la mala idea que era ponérmelas, cuando acorde que el elevador no funcionaba en nuestro edificio desde hace como una semana. Bajo ninguna circunstancia iba a caminar descalza por las escaleras, así que me aguanté el dolor y como todo un héroe subí tres pisos. Juro que pensaba que estar en una silla de rueda, sería una bendición para mí.

Las sorpresas no se acabaron allí, cuando me encontré a Cameron, sentado enfrente de la puerta, con la cabeza agachada y ojos cerrados. Escuchaban unos sonidos extraños, que parecían ronquidos o palabras no comprensibles. ¿Qué estaba haciendo en mi casa? ¿Y desde cuando que está aquí? Ha de pasar muchas horas, porque Cameron no es de lo que se duermen con facilidad.

Lo agarre de sus dos hombros, y comenzó a moverlos y justo antes de que me caiga encima de él, se despertó y una pequeña pero adorable sonrisa se asomó por su cara. Abrió su ojo par en par, y minutos después se levantó por completo, abrió la puerta con las llaves que ya estaban metidas en el picaporte y entro a mi casa, como si fuese el dueño del lugar. Yo pasé después de él, y lo primero que hice fue quitarme los zapatos y escondernos en un rencor muy profundo del cuarto y de mi memoria. Necesitaba saber que se le perdió a Cameron en mi casa a esas horas, pero antes de enfrentarlo tenía que verme presentable. Me fui al cuarto de baño y comencé a quitarme lo poco de maquillaje que llevaba. Elimine por completo el labial demasiado brilloso y rico, el delineador y la base que ya se había revuelto con el sudor. En general, mi rostro se veía más atractivo sin nada en él, pero si era necesario ponerme maquillaje a veces. Pegue dos curitas en la parte trasera de cada pie, sabiendo que se iban a caer después de que me meta a bañar, por eso decidí hacerlo más tarde. Salí (literalmente) del incómodo y ajustado vestido, cual yo fui obligada a traer por más de ocho horas y lo reemplace con una playera de banda que ya no escucho, y shorts de yoga.

Cameron estaba acostado en el sofá, con mi almohada favorita debajo de su cuello. Antes yo era una loca fan por coleccionar almohadas de diferentes formas, colores, marcas y etc. Tape su largo cuerpo, que apenas cabía en el sofá, pero eso lo hizo despertar. Se acomodó de tal manera, que quede un hecho para que yo pudiera sentarme.

- ¿Qué hacías aquí?

- Te estuve esperando.

- ¿Para qué?

- Para estar seguro de que regresaste a la casa.

Estuve a punto de soltar un "aww".

- Podrías solo llamare o esperar hasta mañana.

- Tu teléfono estaba apagado, y no, no podía esperar hasta mañana.

- ¿Por qué no?

- Son las tres de la madrugada, llevabas un vestido demasiado provocador, no sabía con quién estaban y mucho menos me gusto la forma en cual le veian los demás.

- Estuve con Steven toda la fiesta – voltee para otro lado, ocultando mi sonrojo y las ganas de contarle lo que paso hoy entre nosotros dos. - ¿Sabías que su novia le termino? – pregunte para cambiar de tema.

- No me interesa en lo más mínimo.

- ¿Están peleados?

- Algo por el estilo – lo mire con el ceño fruncido – No te preocupes, nena. Son cosas que pasan. Ya verás que en dos días volveremos a ser amigos.

- Amigotes. – sonreí

- No nos llames así, Dulce Amy.

Cameron odiaba cuando llamaba de esa forma a todos sus amigos, y yo no soportaba el apodo. Nos decíamos así, cada vez que queríamos hacer enojar uno al otro. Le saque la lengua, y él me revolvió el cabello. Agarré su brazo y comencé a hacerle cosquillas en la pansa y en el cuello. Es un chico bastante cosquilludo, pero yo igual lo soy, así que todo era mejor hasta que me jalo a su lado y me quede acostada entre sus dos brazos fuertes, formando una cucharadita.

Tenía que decirle. Necesitaba contárselo. Sentía como si estuviera traicionando a mi esposo con cual llevo casada más de treinta años. Era algo insoportable de ocultar, hasta que Cameron pronunciaron tres palabras que hicieron que se me olvide hasta mi propio nombre.

- Te quiero, nena. Nunca dejes de pensar en eso.

- ¿Por qué me lo dices? ¿Acaso te vas a mudar a África? – lo moleste con una risa de niña pequeña.

- No, pequeña. Soy un hijo de puta, pero te adoro. Y aparte soy un egoísta para perderte.

- ¿Por qué tanto cariño?

- Haces demasiadas preguntas.

- Y tú no me respondes a ninguna.

- Duerme, nena. Piensa que soy un idiota que hizo el error más grande de su vida.

Y lo hice. Dormí, pensando en que es un idiota que dice quererme, y que yo tuve el error de enamorarme del como una niña pequeña de su artista favorito.

Cameron me estaba ocultando algo, y no pensaba dejarlo, hasta encontrar la respuesta.



¿Qué estará escondiendo Cameron? 

Legalmente suya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora