CAPÍTULO 4

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LIA MORGAN

Veía como la furia fluía en sus ojos, mientras acariciaba su mejilla intentando aliviar el dolor.

Esto cada vez me gusta más. ¿Dónde esta ese chico que decían que aterraba a todos los universitarios? que putada, si solo es un idiota descerebrado.

-Ups, lo siento. Se me escapó la mano.- dije intentando aguantar la risa. Miré a mi mano y dije:

- No.-alargue la "o"-Muy mala, no tenias que hacer eso sin el permiso del señor Alex.-solté una carcajada aguantando mi vientre de tanto reír.

Este solo me miró como si me estuviese diciendo "es hora de que caves tu tumba porque la has cagado". Si las miradas mataran... Yo ya estaría muerta.

Me coloqué los auriculares para seguir corriendo, pero sentí como una mano hizo contacto con mi muñeca y me hace retroceder con brusquedad y chocar contra la pared quitándome los auriculares. Oh no colega, eso no se hace.

-¡¿Qué mierda pasa contigo?!- gritó. Yo solo sigo parada frente a él sin ninguna expresión en mi cara. Si se cree que me va a dar miedo, definitivamente está muy equivocado.- ¡¿Quién coño eres?!- cada vez apretaba más mi muñeca. Lo miré a esos penetrantes ojos, estaba enfadado, pero muy enfadado. Tiene los ceños fruncidos y se acercaba a mi amenazante.-¡Contesta!

-Me haces daño idiota.- me azafé de su agarre.

Dicho eso, coloqué mis auriculares de nuevo y seguí corriendo, no sin antes escuchar un "reza por tu vida".

Esta vez no había ningún estorbo por el camino. Después de correr, iré directamente al gym. Sé que me llamareis guarra, pero no pienso ducharme dos veces, estaré cansada y me dará pereza ducharme otra vez.

Ese idiota... Es para cogerlo y aplastarle esa bonita cara. Va de chico malo y solo es una mierda pinchada en un palo.

Después de correr como dios manda, me dirigí al gimnasio algo agitada. Menos mal que traje mi neceser antes de correr.

Saludé a la mujer que estaba detrás del escritorio y le dije que me diera mi neceser, ya que no me fío mucho. Se que no tiene nada, solo mi ropa, mi champú y mi gel, pero es que hoy en día la gente está muy loca. Una ves me robaron mi neceser y dentro estaba mi móvil, recuerdo que Sami me mató.

El gym no era tan grande que digamos, habían varios sacos de boxeo, unas colchonetas, y esas cosas, ya sabéis, lo típico que tiene un gimnasio. En medio del gimnasio había un gran ring, dentro de él habían dos chicos tatuados peleando. Uno que tenía el cuerpo tatuado entero, estaba encima del otro, dándole duro, vale, creo que e exagerado un poco diciendo eso. Bueno, pues que le estaba partiendo el trasero, lo hacía con fuerza, eso significa que esta enfadado.

Me dirigí a un saco mientras me pongo los guantes, no eran tan grandes ni tan anchos como suelen usar los boxeadores, solo me destapaban la mitad de mis dedos. Me puse mis queridísimos auriculares y mi segundo canción favorita, que la canta Maître Gims, un francés, "Je te pardonne" amo esta canción, es tan bonita.

Mientras golpeaba el saco, y repasando los movimientos que me enseñó Sami . Después de estar un buen rato entrenando un tío se acercó a mi, quitándome los auriculares con toda la confianza del mundo. Lo fulminé con la mirada y volví a ponérmelos y seguir entrenando. Era un chico de tez morena, pelo oscuro y ojos marrones. Sí, con solo mirarlo una vez ya me fije en todo. Hasta os puedo decir que es un drogadicto, los ojos os lo dicen todo amigos. Sami es militar, todo lo que se, me lo enseño él.

-Es que no escuchas- me volvió a quitar los auriculares.- Te he dicho que quien eres, haber si escuchamos.-hablo con una voz fría y divertida.

-Tienes cojones de venir aquí a molestarme. No te importa quién coño soy, métete en tu puta vida y deja vivir a los demás.- lo señalé con mi dedo.

IRRESISTIBLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora