009.

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Cinco días antes del vídeo.

– ¡Eres un tramposo! –gritó Jimin cruzándose de brazos.

– No seas mal perdedor –contesta Jeongguk riéndose.

Fue su idea invitar a Jeongguk a la casa para que jugarán videojuegos. Durante las conversaciones que había tenido con el, ambos habían concordado en su amor por ellos así que era la forma perfecta para que pasarán tiempo juntos, según Jimin.

Pero Jeongguk le estaba dado una paliza brutal.

– ¡No soy mal perdedor!

– Entonces eres un chillón.

Jimin bufó y se dio vuelta dándole la espalda a Jeongguk, digno berrinche de un niño pequeño.  

Habían estado prácticamente toda la tarde pegados a la pantalla del televisor jugando Fifa. Jimin siempre le había ganado a sus amigos en aquel juego pero Jeongguk parecía no querer darle tregua alguna, ya llevaban seis partidas en donde perdía por una enorme diferencia.

Pero al menos le gustaba pasar tiempo con Jeongguk.

Le hacía reír y era atento con el. Jamás se imagino que las cosas marcharían con tanta facilidad entre ambos. Le gustaba Jeongguk, mucho más de lo que su pobre pecho podía soportar. Quizá era por el hecho de que llevaba más de dos años con un flechazo hacia el, o simplemente porque el chico se comportaba como todo un caballero con él.

– Ven aquí, pequeño berrinchudo. 

Sintió los brazos de Jeongguk rodeándolo por la espalda y aquella extraña sensación se hizo presente en su estomago. No eran muchos los momentos en que había contacto físico entre ambos, además de el par de besos que se dieron en el parque. Al principio Jimin se asusto por eso pero después llego a la conclusión de que Jeongguk simplemente era tímido así que no había nada de que preocuparse, tan solo iría lento con él.

Aunque al sentirlo tan cerca suyo casi se derrite.

– No te enojes conmigo –susurra Jeongguk contra su oído.

Jimin sonrío, le encantaba. Con cuidado se dio vuelta para quedar frente a Jeongguk, quien lo miraba con aquellos ojos de perrito lastimado. Se veía tan hermoso que debería ser ilegal. No pudo evitar acariciar su mejilla, los rasgos de Jeongguk eran definidos casi como piedra, le gustaba delinear su barbilla y las comisuras de sus labios.

– No podría enojarme contigo –respondió.  

Se acercó lentamente y dejo un casto beso en la boca de Jeongguk. Este lo quedo mirando y pasando la mano por su nuca intensifico el gesto. Jimin de forma traviesa jugueteó con su lengua en el labio inferior del contrario y luego lo mordió lentamente.

Todo lo demás pasó muy rápido.

No supo como pero quedo con su espalda contra el suelo mientras Jeongguk se posiciono entre sus piernas sin dejar de besarlo en ningún momento. La temperatura de la habitación había aumentado y Jimin estaba concentrado en pasear sus manos a través de la espalda ancha de su acompañante. 

Los besos a cada momento iban más acelerados, Jeongguk parecía querer comerse entera la boca de Jimin mientras que este último no ponía objeción alguna. Jamás había visto a Jeongguk así, tan atrevido y tampoco podía negar lo mucho que le gustaba. Enrolló sus piernas en las caderas del contrario para así poder sentirlo mucho mas cerca.

Jimin tenía un problema con Jeongguk, era como si el chico fuese una adicción para el porque siempre deseaba más.

Bajo la mano hasta el pecho del castaño dejándola ahí para sentir el acelerado corazón de Jeongguk. Aventuro sus dedos por debajo de la camiseta azul que el chico llevaba y por fin llego a su objetivo: el contacto directo con su piel.

Sr. Payaso ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora