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Cuatro días y ocho horas antes del video.

Apenas entraron a la casa de Jeongguk fue como si hubiesen soltado a los leones hambrientos de lujuria.

Sin cuidado alguno el castaño estampó a Jimin contra la pared exigiéndole que le dejará un espacio para disfrutar de su cuello. Obediente Jimin se estiró hacia atrás mientras hacía presión en el cabello de Jeongguk, al menos así se aferraba de algo para poder aguantar la oleada de placer que estaba sintiendo.

Como un gatito Jimin comenzó a soltar gemidos que más parecían ronroneos sensuales. Jeongguk lo escuchaba y sentía que iba a explotar por las ganas que tenía de tenerlo para si mismo.

El ambiente estaba caliente al igual que sus cuerpos. Jeongguk dejó de besar el cuello de Jimin para atacar sin piedad los labios del chico. No importaba que tan duro fuesen sus actos, Jimin lo recibía gustoso y sin quejarse. Quizá el pequeño pelinegro tenía un lado masoquista o al menos eso pensaba Jeongguk.

Se dirigieron entre tropezones y besos húmedos hasta la habitación de Jeongguk. Jimin jamás habitado allí y le fue inevitable observar cada detalle de esta mientras acariciaba la nuca del castaño. El lugar era pulcro, se veía el brillo en los muebles y la cama estaba perfectamente hecha. No parecía que un chico de 17 años estuviese viviendo ahí.

Jeongguk empuja a Jimin contra la cama y lucha un poco con su camiseta para dejar el abdomen del chico expuesto. Al tener frente a el la piel suave de Jimin fue como si le hubiesen echado más leña al fuego. De una vez separo las piernas del más bajo para posicionarse entre ellas y poder deleitarse con el pezon derecho de este.

– Nngh~ –La voz de Jimin es ahogada y Jeongguk puede sentir como se estremece bajo su cuerpo.

Para ser completamente sinceros Jeongguk jamás se había encontrado en una situación así. El sexo jamás fue de su atención y a pesar de que no era idiota, pues sabía lo que tenía que hacer gracias a algunos vídeos que encontró en a red, ahora que estaba a punto de practicarlo los nervios afloraron por su piel.

Dejo de mover su lengua sobre el sector sensible de Jimin para levantarse y observarlo un poco. No podía negarse que el chico era guapo, su abdomen plano y brazos ligeramente fornidos le daban un aspecto recio, pero si seguías observando más arriba solo podías encontrar la dulce cara de un bebé. 

Jeongguk tuvo que reprocharse mentalmente por eso pensamientos. Si algo iba a pasar ese día sería solamente sexo, no podía dejarse llevar por aquella sensación extraña que cubría su vientre al tener a Jimin tan cerca. Y para asegurarse de que eso ocurriera jugaría un poco con el chico.

– ¿Confías en mi? –susurra en la oreja de Jimin y el más bajo siente que va a derretirse.

– Sí, sí confío.

Ante la aclaración Jeongguk se levanta de la cama caminando directamente hacia su ropero. Abre las puertas y busca por un momento hasta dar con una cuerda que tenía guardada en caso de emergencias. Sonriendo como el maldito psicópata que era se giro hasta Jimin mostrandole lo que tenía en sus manos.  

– Jugaremos un poco, Jimin.

No hubo protestas por parte del más bajo así que Jeongguk le amarró las manos a la cama sin cuidado el alguno. El solo hecho de sentir aquel poder sobre Jimin le ponía mucho más caliente de lo que estaba. Quizá esto del sexo le terminaría gustando mucho más de lo que debería.

Jimin le mira mordiéndose el labio nervioso y Jeongguk sabe que a pesar de que no se queje el chico estaba asustado. Por un segundo quiso reconfortarlo, decirle que nada le pasaría si estaba a su lado, pero se lo prohibió a si mismo rotundamente. Eran actitudes como esa las que lo asustaban y llevaron a tomar la decisión de hacer un plan.

Sr. Payaso ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora