El día del vídeo.
Jimin tragó saliva, no podía creer lo que había visto en directo a través de la televisión. Hace menos de un día se había topado con la mujer del parque que aseguraba haber sido atacada por hombres vestidos de payaso y pensó que todo quedaba allí, que había sido algo una vez. Ahora el maldito líder de los sádicos subía un vídeo a internet después de perpetrar la masacre más grande que la ciudad había visto. Jimin apenas podía respirar bien, tenía mucho miedo de que se cumpliese lo que el psicópata decía y que nadie pudiese estar a salvo.
Subió las escaleras de su habitación y lo primero que buscó fue su teléfono. Se sentía tan nervioso que se le dificulto marcar el número de Jeongguk sobre la pantalla. Espero escuchar la voz de su chico al otro lado de la línea temblando como una hoja de papel, necesitaba un poco de él para mantener la calma.
– ¿Jimin? –Dice Jeongguk al contestar y el nombrado suspira aliviado.
– ¿V-viste las noticias? Ha-hablaron de los payasos, l-lo que decía la mujer era verdad.
Jamás había sentido tanto miedo en su vida. En la ciudad jamás se veían cosas como esa, todo era muy tranquilo y apenas había incidentes que involucrasen muertes, además que la mayoría se trataba de robos que se salieron de control. Jimin estaba siendo preso del pánico porque gracias a la amenaza de el tal "Sr. Payaso" sentía que no podría estar tranquilo en su propia casa.
– Sí, lo vi –contesta Jeongguk–. Pasaron el vídeo en la televisión...
– Tengo miedo, Jeongguk. Mataron a muchas personas y han estado secuestrando a otras –la voz de Jimin suena asustada a más no poder– ¿C-crees... Crees que hoy puedas quedarte en mi casa? Te necesito aquí...
– Estaré allá en veinte minutos.
Y Jimin sonrió.
• • •
La mayor parte de la tarde la pasaron sobre la cama. Jeongguk hablaba de cualquier tema para despejar la mente del más bajo y este lo agradecía. Necesitaba olvidar el asunto de los payasos asesinos o sentía que se volvería loco.
No sabían muy bien como las cosas habían cambiado de un momento a otro pero ahora Jimin estaba sobre el regazo de Jeongguk repartiendo besos en el cuello de este. Para el castaño Jimin era una droga a la que no se podía negar aunque contase con toda la fuerza de mundo. Le era más fácil disfrutar de los suaves labios de Jimin posándose sobre su piel lo cual le brindaba un exquisito cosquilleo en la parte baja del estomago.
Jimin mordió un poco el cuello de su chico sacandole un gruñido parecido al de un animal. No pudo evitar sonreír, le gustaba saber que el podía provocar esas cosas en Jeongguk, eso le demostraba que el castaño era completamente suyo.
Jeongguk por su parte se dedico a desvestir a Jimin de forma tortuosa dejando besos en cada rincón de piel descubierta. Se había obsesionado con buscar los puntos débiles del chico, cada vez que le palpaba algún lugar del cuerpo pasaba la yema de sus dedos por sobre la ropa interior de Jimin para sentir el momento exacto en que el más bajo comenzaba a humedecerla gracias al placer.
La habitación comenzaba a llenarse de gemidos y agradecían que la casa de Jimin estuviese vacía, así podían darse la libertad de dejar salir todo lo que el otro les hacía sentir. Jeongguk viajó con sus manos hasta las nalgas del más abajo, apretando con fuerza para ver como a este se le curvaba la espalda dejándolo en la posición más erótica que el castaño había visto.
– Exquisito –susurraba en el oído de Jimin–. Eres exquisito.
Jimin comenzó a mover las caderas con más ímpetu, quería sentir el miembro de Jeongguk cerca de su entrada. Ante la petición el más alto se deshizo de los boxers para dejar al descubierto el miembro erecto de Jimin. Jeongguk paso su mano bombeando lentamente el pene del chico, con el pulgar derecho empezó a masajear el glande del más bajo provocando que este temblara de placer bajo su peso.
– ¿Te gusta? –Pregunta con una sonrisa socarrona en los labios– Dime que te gusta, Minnie.
– Sí –contesta el chico con los ojos cerrados y la boca abierta–, sí me gusta, amor.
El apodo cariñoso hizo que la sangre de Jeongguk hirviera y rápidamente inserto dos de sus dedos en la estrecha entrada de Jimin, abriéndose paso a través del canal mientras se ganaba cumplidos sucios de parte de su chico. El mas bajo abría más sus piernas para sentir mucho más adentro los intrusos que su chico le estaba brindando. Jeongguk estaba deleitado viendo como las caderas de Jimin se movían de forma rítmica ayudando a que sus dedos llegasen al punto que lo volvía loco.
Cuando lo sintió listo Jeongguk se posiciono entre las piernas de Jimin penetrándolo con una estocada certera. El más bajo chillo aferrándose a las sabanas de su cama mientras sentía el aliento desenfrenado de Jeongguk en su pecho. Era en momentos como esos que la cordura del castaño parecía perderse por completo y que un animal sediento de deseo tomase su lugar. El ritmo de las embestidas era rápido, cada vez más profundo. Jimin no estaba seguro de si podría soportar tanto placer.
Allí, cuando el más bajo estiro su cuello hacia atrás disfrutando de las exquisitas sensaciones que le brindaba el momento la parte oscura de Jeongguk se hizo presente. Ni siquiera pensó cuando estiro las dos manos con las que afirmaba las caderas de Jimin hasta el cuello de este. Al principio acaricio con fuerza la piel de esta zona pero después fue cerrando los dedos con lentitud alrededor de la garganta. Jeongguk aumento el ritmo de las penetraciones al igual que la ahorca que tenía sobre Jimin.
Y a este último comenzó a faltarle el aire.
Todo era tan confuso. El más bajo no sabía si asustarse o seguir perdido en el placer. Cada estocada que Jeongguk daba su interior tocaba aquel punto sensible que le volvía loco y el hecho de que las manos fuertes del castaño le estuviesen cortando de a poco el aire que se dirigía a sus pulmones parecía no hacer otra cosa que aumentar el placer que le envolvía.
Jeongguk estaba frenético, ver a Jimin tan entregado a el lo llevo a los limites menos pensados. Dando las últimas estocadas apretó una última vez el cuello del chico sintiendo como este se corría sobre su abdomen y luego como el mismo liberaba su semilla en el interior de Jimin.
– ¡Ah, Minnie!–Grita antes de desplomarse y quedando mudo cuando la sensación relajante post-orgasmo le invadió.
Jimin pudo haber sospechado. Tuvo la oportunidad para preguntar a que se debía aquel raro fetiche. Pudo indagar por qué Jeongguk pareció excitarse aún más cuando lo vio a unos segundos de quedarse sin aire. A Jimin le sobraron motivos para preguntar que pasaba por la cabeza de su chico pero ese era el problema...
Jamás preguntó, solo confió.
( ✧ )
Nota: Maratón final 3/4.
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Sr. Payaso ◆ Kookmin ; 국민
Fanfiction❝Donde Jungkook se viste de payaso para asesinar y Jimin no lo sabe.❞ ✿ Advertencias: Contenido homosexual, asesinatos. ✿ Fanfic Kookmin, Jungkook activo. ✿ No se permiten copias ni adaptaciones © ...