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Lo último que ocurrió después del vídeo.

Jimin no podía respirar ni moverse y parecía que Jeongguk estaba en el mismo estado. 

En menos de unos minutos la cabaña estaba rodeada de patrullas pidiendo que ambos salieran con las manos en alto y desarmados. Todo parecía demasiado irreal como para que estuviese sucediendo y por primera vez  el cerebro de Jeongguk no tenía un plan claro para salir de esto.

Parecía que todo había acabado, no había escapatoria ahora. Sin importar cuanto demorasen en salir en el momento que pusiesen un pie fuera de la cabaña los separarían para siempre, sin importar cuanto luchasen por no alejarse el uno del otro. A Jimin se le encogió el corazón al pensar en eso y estuvo seguro de que no sobreviviría si sabía que algo malo le había ocurrido a Jeongguk.

– Mírame, Minnie–pide el castaño–. Mírame por favor.

Quedaron frente a frente. Jeongguk con las manos en la cara de Jimin y este último con las manos sobre el pecho del más alto estrujando su traje de payaso manchado con sangre. Allí parecía que habían retrocedido en el tiempo a la primera vez que sus miradas se cruzaron en medio de los corredores de la escuela. La energía que se había echo presente ese día seguía siendo la misma al igual que aquella estática que recorría la piel de ambos cuando sus ojos se encontraban. Desde el primer encuentro hubo un imán entre ellos que los empujaba a estar juntos y parecía que sin importar el peligro de la situación aquella sensación no desaparecía.

El amor podía consumir a las personas. Jimin se dejo llevar por la flama de aquel nuevo amor mientras que Jeongguk ardió gracias a las nuevas sensaciones que llenaban su oscuro corazón. Lo negaron mil veces por distintas razones pero ahora ya no tenían nada que ocultar. Se amaban con locura y el hecho de que ahora serían separados para siempre los hacía desear la muerte a ambos.

– Escúchame –susurra Jeongguk–, tengo un plan pero debes confiar en mí.

Cuantas veces Jimin había escuchado aquella frase salir de la garganta del chico y parecía que sin importar las decepciones que le provocara su corazón seguía entregándose sin pero alguno. Definitivamente estaba loco, el amor que sentía le había echo perder la cabeza.

– No te pongas en peligro –pide Jimin tragando saliva–, si es así no quiero seguir el plan.

– Debes confiar en mi, Minnie. Por favor.

Jeongguk sentía miedo pero aún así iba a demostrar valentía para que Jimin se sintiese protegido. Le importaba muy poco lo que pasase consigo mismo, mientras su chico estuviese a salvo podría estar tranquilo. Aunque eso significase entregarse a la policía y perder su libertad para siempre.

– Sí confió en ti, Jeongguk.

Con eso el castaño cerró el pacto con un beso. El tacto estaba cargado de sentimientos, la necesidad de estar en los brazos del otro era mucho más grande que el océano al igual que el deseo de que todo terminase de una vez para que pudiesen estar juntos de una vez por todas. Jimin se aferró a Jeongguk con fuerza, sentía que apenas lo soltará lo perdería para siempre y no estaba dispuesto a aquello. Sin importar donde se dirigiese el chico lo seguiría, aunque llegasen hasta el fin del mundo. Por su lado, Jeongguk se encargaba de atesorar cada centímetro del rostro de Jimin, tenía bastante claro que de hoy en adelante sus sueños estarían adornados con aquel semblante hasta el día de su muerte.

Cuando se separaron parecía que no había sido suficiente pero ya no tenían tiempo. Los policías estaban amenazando con empezar a disparar si ambos no salían de la cabaña en este instante. Jeongguk saco una de las armas que tenía escondida en su mochila para luego entrelazar sus dedos con los de Jimin una última vez.

– Recuerda siempre que te amo, Minnie.

Y al más bajo comenzaron a rodarle las lagrimas por sus mejillas.

– Lo haré porque yo también te amo, Jeongguk.

Caminaron de la mano hasta la entrada de la cabaña. Allí el castaño deshizo su agarre para pasar su brazo izquierdo por el cuello de Jimin apuntando el arma directo a su cuello. El más bajo no entendió la idea de Jeongguk hasta unos segundos después y trató de zafarse de su agarre pero le fue imposible.  

– ¡No lo hagas! –Chilla Jimin esperando hacerlo entrar en razón– ¡Debe haber otra forma!

– Así te dejarán ir, Minnie. No dejaré que nada te pase.

Y de una patada el castaño abrió la puerta. Todos los oficiales estaban apuntando hacia ambos, el ambiente era tan silencioso y tenso que fácilmente podrían escuchar un alfiler caer al suelo. Jimin sollozaba eufórico en los brazos de Jeongguk, chillando para que este intentara otra forma de salir de esta.

– ¡Si me disparan lo mato! –Grita el más alto hacia las patrullas– ¡Es mi rehén!

Pero eso era mentira y Jimin lo sabía. Jeongguk lo hacía para exonerarlo de las acusaciones de Taehyung, así solo el iría a la cárcel. Lloraba sonoramente tratando se hacer entrar en razón a su chico, no quería salvarse si a cambio debía dar la vida de Jeongguk.

– ¡Baja el arma, Jeon! –Le responde un oficial– ¡Estas acorralado!

Era verdad, habían patrullas en todo el alrededor así que no había forma de huir. Jimin seguía retorciéndose para librarse del agarre del chico hasta que escuchó a Jeongguk gritar una última vez. Todo lo que siguió a eso parecía que había ocurrido en cámara lenta.

– ¡No me llevaran vivo! –Grita el castaño.

De un empujón Jeongguk tira a Jimin hacia el suelo susurrando un te amo. El más bajo cae de espaldas contra el piso mirando a Jeongguk, sus miradas se conectaron por última vez y parecía que los ojos cafés del chico le pedían perdón por todo. El más bajo no pudo ni siquiera moverse para correr hasta su amado porque un sonoro cañonazo irrumpió la tranquilidad que existía en el bosque.

Desde su posición en el suelo bañado de fango pudo divisar el momento exacto en que Jeongguk levanta su arma contra la policía y un oficial le dispara dos veces dándole primero en el hombro y luego en pecho. Gracias al impacto el cuerpo de Jeongguk cae sobre el piso comenzando a sangrar mientras que el grito de Jimin resuena en todo el lugar. Aquel chillido era el de un alma rota que había perdido al amor de su vida.

El Sr. Payaso había dejado de existir.



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Nota: Maratón final 4/4.

Falta el Epílogo. Muchas gracias por todo.

 Muchas gracias por todo

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Sr. Payaso ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora