"Los humanos se ayudan"

13 1 0
                                    

– ... ¿y que hacemos con ellos?
– Pues podríamos dejarlos en el centro del patio para que se los coman los mordedores.
– ¡No! Aquí quien manda soy yo, y digo que los despertemos y les avisemos que se mantengan lejos de nosotros.

Y se acercaron a lo rehenes, estos estaba dormidos en una línea unos con otros. Y los despertaron con un disparo. Ellos levantaron la cabeza rápidamente y vieron que su captor los apuntaba con su rifle. Y el otro con una desert eagle en mano.

– Mis modales... ¿Dónde están mis modales? Mi nombre es Bill.
– Y... ustedes son... – Dijo otro.

El grupo se quedó callado, Lane no tenía ganas de decir absolutamente nada, después de que por culpa de él, ellos cayeron como rehenes de los enemigos.

– Vamos... digan su nombre, total, los liberaremos en unos minutos. Ya es de noche.
– Mi nombre es Harry – Finalmente, el chico rompió el silencio.
– Yo soy Helen.
– Yo me llamo Keyla.

Lane era el que no quería decir su nombre, tenía miedo a "cagarla" de nuevo. Y se quedó callado. Harry notó eso y respondió por él.

– Él es Lane.
– ¿El culpable de su captura? – Rió Bill.

Lane miró feo al supuesto militar, unos ojos de furia y culpa al mismo tiempo. Bill lo único que hizo fue reírse para adentro. Consideraba falta de respeto reírse de las otras personas, por lo cual guardó silencio.

– Bien, escuchen... lo que menos queremos es problemas – Agregó Bill – por eso quiero que establezcamos límites.
– Primero, no queremos que se acerquen a este gimnasio, nosotros haremos lo mismo. Los dejaremos en paz. – Dijo un chico alto con voz ronca.
– Segundo, si alguno de nosotros necesita ayuda, nos socorreremos.
– Podemos vivir los dos en paz, separados. – Agregó Harry – sin necesidad de estar viviendo bajo el mismo techo.
– Me gusta esa idea, Harry. – Respondió Bill, al parecer, este se aprendió los nombres de cada uno.

Los hombres conversaron y llegaron a un acuerdo. Declararon que ninguno de los bandos debía acercarse, todos vivirían en paz y si se encuentran, se deben comportar bien.

Los hombres los dejaron salir. Y en la puerta, Bill les dio un gran consejo.

– Los humanos se ayudan, los mordedores se asesinan. No lo olviden.
– Lo tendremos en mente – Respondió Helen.

Y salieron, era de noche y se dirigieron a su gimnasio. En el trayecto, Harry y Helen iban tomados de la mano, en eso el grupo se dio cuenta de que una pareja había surgido entre ellos. Siguieron el camino y finalmente llegaron, el gimnasio seguía igual.

Matt y Rin bajaron de la sala y la cerraron con llave, este guardó las llaves en su bolsillo y salieron, caminando rumbo al gimnasio, iban con tanto anécdotas sobre sus amigos.
Pasaron cerca del gimnasio uno, pero no entraron, ya que ellos pensaban que ya estaban en el gimnasio dos. Entraron por los camarines y llegaron al lugar, donde encontraron una atmósfera rara, muy extraña.

Todos estaban callados, había un ambiente de tensión. Hasta que Lane le contó a Matt lo sucedido. Ese quedó boquiabierto.

– Perdón por no acompañarlos.
– Lamento lo mismo – Dijo Rin.

La culpa los invadía. Y claro que Matt lo lamentaba, pero Rin... había disfrutado tanto ese momento tan cercano con él. Y no se arrepentía, pues tanta había sido la diversión, que nunca había pensado en Helen, Harry o Lane o Keyla.

Pasaron el día sin mucho que hablar, no había nada que hacer, tenían provisiones y municiones suficientes. Los militares habían abandonado varías armas, las cuales se encontraban en el subterráneo.

– ¿Seguro que hiciste bien en dejarlos ir?
– Pues claro, Kane, esos inútiles no sobrevivirán. Y vendrán en nuestra ayuda dentro de poco. – Respondió Bill.
– Pues no creo que sean tan débiles.
– Eran pocos, Kane.
– Pues yo digo que faltaban personas – Kane se opuso a las ideas de Bill.

Bill miró enfadado a Kane, el cual miraba con indiferencia a este. Como sea, Kane seguía pensando que el otro grupo era más fuerte de lo que parece. Sin embargo Bill seguía con su postura, y ya eran dos ideas completamente distintas. 

De pronto, Ash los llamó, al parecer habían encontrado algo. Algo de interés.

Todos bajaron, eran más o menos ocho. El motivo del cual fueron llamados fue una gran concentración de caminantes, los cuales se encontraban en la otra sección, cerca de la sala de música. Estos estaban inmóviles, pero lo que más extrañó a los miembros del grupo, fue... ¿De dónde salieron tantos caminantes? Astutamente decidieron dejarlos ahí, debido a que esa cantidad de mordedores podrían acabar con todos ellos.

  – Debemos esperar, cerremos la reja que divide las secciones – Ordenó Bill.

– Pero queda otra entrada, esa es imposible de cerrar, ya que es abierta – Dijo Ash.

– Al menos no pasa al lado de la puerta de nuestro gimnasio.

Todos concordaron en eso, y miraron a Bill, a la espera de órdenes

– Nos tomaremos turnos, para atraer a todos ellos a la reja  y matarlos desde este lado. Una distancia segura es lo que nos brindaría esta reja. 

  – Sin embargo – Opuso Kane– Tal cantidad de mordedores podrían romper la reja, quedando solo nuestra puerta, que de por sí ya está bastante rota.

El grupo lo pensó, y quedaron en dejar el montículo de caminantes ahí. Pero Bill no quedó contento, y se sentó en las tribunas de su gimnasio, las cuales eran verdes y hechas con cemento. Observó como sus súbditos charlaban entre sí, comían y hacían ejercicio. Pues claro que a Bill no le caía muy bien Kane. Aunque, el chico admiraba mucho a Bill, este no le gustaba la presencia de alguien que no es militar y que se cree más listo que él.

El grupo tenía razón en algo, y era que Kane era mucho más listo que el soldado. El nivel de ingenio de este, era menor al estudiante. Bill buscaba la manera más violenta y cansadora, pues es la más rápida. Pero Kane solucionaba los problemas sin calentarse la cabeza, puesto que él tenía mucha más capacidad de pensar que el sanguinario de su jefe. Y aún así, al grupo le caía mejor Kane.

 Bill seguía distraído, cuando sin darse cuenta, el estudiante se sienta al lado de este.

– Señor... creo que iniciamos esto con el pie izquierdo, ¿Por qué no mejor nos reconciliamos y actuamos como, no necesariamente amigos, pero como conocidos?  – Preguntó respetuosamente Kane.

– Todos piensan que soy un idiota, sobre todo tu, Kane.

– Yo se que usted no lo es, señor.

– ¿De qué hablas?

– Estoy seguro que cuando le toque algo que hacer, en lo que usted sea experto, sería más listo que cualquiera de nosotros.

Dicho esto, el joven se levanto y dejó al soldado de no más de cuarenta y tres años. Siguió pensativo y miraba a los miembros de su grupo.   

En el próximo capítulo:

 Bill levantó la cabeza lentamente, vio los cuerpos a su alrededor, cadáveres de muchos caminantes y algunos de sus amigos.  

*

 -Derribaron la barricada de la sección superior.


The dead is alive!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora