♡ Me enamoré de Severus Snape♡

Volar.

Tomé un té de moras silvestres, y leí un rato el profeta.
Alcé la mirada y ya estaba Severus, me dirigí hacía él.

-Buenos días, profesor.
-Buen día, Whysgud. ~ Me hizo una seña de que nos fuéramos.
Salimos de Hogwarts y había silencio, era un silencio un poco incómodo, estar con él siempre me iba a incomodar.
Llegamos hasta dos escobas.
-Tómela, Whysgud.
...
-¿Qué pasa, Whysgud? ~Dijo mirando mi cara de horror.
-Nunca podré ser valiente en estás cosas de volar, tengo que decir que me da miedo volar.
-Bueno esto también es parte de un castigo, pero no soy cruel, venga conmigo. Whysgud. ~Era amable pero a la vez muy cortante, subí lentamente, nadie podría entender el miedo que me daba volar, incluso antes de Hogwarts ya había volado con mi padre y fue la peor sensación que había tenido en mi infancia.
-¿Lista?
-Lista. ~sabía que no era verdad pero tenía que tener algo de valentía.
Empezamos a volar.
-Whysgud, relájate siento su respiración muy acelerada y me desconcentra un poco. ~ Tomé su cintura y la apreté muy fuerte, intenté relajar mi respiración, cerré fuertemente mis ojos.
-No va a pasar nada. ~Tomó mi mano, sentí como sus largos y pálidos dedos se entrelazaban con los míos.
-Está bien. ~Relajé un poco más mi respiración.
-Whysgud, mira lo hermoso que es. ~Abrí mis ojos y era un paisaje encantador. El seguía tomando mi mano.
-Es muy bonito. ~ Apreté un poco más sus dedos.
De hecho pensándolo bien nunca había tomado la mano de algún hombre ajeno a mi familia.
Empezamos a aterrizar, lo cual me daba más pánico, mis dedos apretaron aún más los de él, cuando volví a abrir los ojos la habíamos aterrizado.
Sus dedos y los míos se separaron, bajamos de la escoba, acomodé un poco mi cabello que venía muy despeinado.
-Profesor, ¿en dónde estamos? ~ Dije atando mi cabello.
-En dónde tengamos que estar, Whysgud. 
-¿Exactamente que haremos?
-Es un lugar lindo ¿no? ~ Dijo mirando a su alrededor.
-Mucho. ~Dije mirándolo.
-Vamos a conseguir Flor voladora. ~ Plantó sus ojos en mi.
-¿Bien? ~Dejé de mirarlo.
En el lugar había muchos árboles, un pequeño lago muy lindo y Muchas flores bonitas, además había un sol muy brillante.
-Bien, vamos. ~Caminó hacía un árbol, lo seguí.
-¿Cuáles son profesor? ~Se agachó en un árbol muy grande, me agaché con él.
-Estás, cuando las arranques metelas aquí que por algo se llaman flor voladora. ~Arrancó una flor, la metió en una canasta, sin maltratarla ni un poco.
-Está bien. ~comencé a arrancar y se me fue una, lo volví a intentar y la maltrate, no fue hasta el tercer intento que lo logré.

Estaba pensando, me sentía muy relajada, el sonido de la naturaleza, el olor de las flores coloridas, el olor del agua pura.
Seguía arrancando y metiendolas.
-Tienes unos ojos muy lindos. ~Paso un mechón de mi cabello.
-Gracias. ~Sentí algo muy raro.
-En serio son muy lindos. ~Se inco y estaba mi lado.
-Gracias, quería pedirle una disculpa, porqué me porte muy mal, pero no la estaba pasando del todo bien, pero no era muy justo que me portará así con Severus Snape. ~Miré sus ojos, que tal vez eran un poco más negros que la noche.
-La disculpa está aceptada, Whysgud. ~Se paró y fue a otro gran árbol.
La verdad era un castigo muy simple, y más que un castigo era un momento, un momento lindo, podía pensar relajadamente sin que hubiese tantos chicos gritando y corriendo.
Había cortado alrededor de 516 flores voladoras, y no entendía porque tantas o para que servirían, pero después de haberle gritado no iba iba a preguntar.
-Profesor, ¿porqué me trajo aquí? ~Me senté en el pasto.
-Por qué necesitaba a alguien como usted. ~Se sentó frente a mi.
-¿Alguien como yo?
-Así es, Whysgud, por cierto ¿Tiene hambre? ~A cómodo su cabello. 
-Claro que si, bueno mucha. ~Solté una carcajada discreta. -Está bien, me alegra que me haya ayudado.~ Accio tomó un pequeño pañuelo, lo Agitó y salio un gran mantel, era un mantel con cuadros verdes.
Tomó la canasta en donde habíamos recolectado las flores y la abrió, comenzó a sacar panecillos, jugo, y muchas otras cosas más,  que antes no estaban.
A cómodo cada cosa, a decir verdad tenía facciones muy lindas, sólo que no era tan expresivo en Hogwarts, su única expresión era la de enojon y gruñón.
-Listo, Whysgud. ~Se sentó y me acerqué a la manta.
-Gracias profesor.
Comimos, era incómodo porque no había palabras y su mirada estaba muy fija en mi, intentaba perder mis ojos en algunas otras cosas.
-Debo agradecer por impedir que el loco de Jerdon me besara. ~Limpie mi boca.
-De nada, lo peor es que el chico es de otra institución.
-Si, realmente no iba darle la oportunidad de... bueno no le iba a dar la oportunidad a él.
-¿De?
-Bueno es que es algo vergonzoso. ~Me sonroje y bajé la mirada.
-¿Vergonzoso?
-Bueno, yo sólo no he dado mi primer beso. ~Moví mis pies y estaba roja, podía sentirlo en mis orejas cada vez que me ponía roja mis orejas se calentaban.
-¡Whysgud!, es muy lindo eso, no le debe avergonzar. ~Se acercó a mi y tomó mi mano.
-¿De verdad? ~Giré mi mano.
-De verdad. ~Quitó a su mano.
Recogió todo en un instante.
Yo seguía sentada.
-Vamos Whysgud, le enseñaré algo. ~Me dio la mano.
Tomé su mano, me llevo corriendo, nunca me soltó pero me tomaba como cualquier padre a su hijo, corrimos un gran tramo, comenzó a detenerse.
El paisaje era bonito, era la otra parte del lago, aquella donde en donde podía verse como el sol se marchaba.
Nos detuvimos.
-Whysgud ¿Qué le parece? ~Sus dedos volvieron a entrelazarse con los míos, volviendo esa sensación única.
-Es muy bello. ~Mi mano sudaba. 
Nos sentamos, su mano jamás soltó la mía, podía ver como la luz se iba, las pequeñas olas se ondeaban.
Oscureció.
-Vamonos Whysgud. ~Se levantó sin soltar mi mano.
-Vamos. ~Le lancé una pequeña sonrisa.

[Narra Severus]
Me lanzó esa sonrisa que me encantaba, esa sonrisa que siempre quería que sólo me lanzará a mi.

-Tengo frío.
-Tomé, póngase lo. ~Se quitó su chamarra.
-¿De verdad?
-De verdad.

Comenzamos a volar, ya no tenía tanto miedo como antes, de hecho ahora me encantaba sentir el aire recorriendo cada uno de mis cabellos, las estrellas viéndose más lindas desde esa altura y el olor tan varonil de Severus.

Las estrellas comenzaron a reflejarse en el lago negro...