Hermione respingaba cada vez que una fría ola le subía por los muslos. Le temblaba el cuerpo, pero a pesar del frío clavó los pies en la arena y se agarró con fuerza a una gran roca con forma de barra de pan. Inclinándose ligeramente hacia adelante, plantó la mano en la piedra dentada. Durante varios minutos miró fascinada una enorme estrella de mar púrpura y naranja posada en la roca. Después, como si fuera una mujer leyendo Braille, pasó los dedos con suavidad sobre las líneas de la dura y rugosa superficie. El solitario de cinco quilates que llevaba en la mano izquierda atrapó el sol del atardecer, proyectando pequeños destellos azules y rojos. El resonar del oleaje en sus oídos y el paisaje que se extendía ante sus ojos contribuyeron a vaciar su mente de todo, menos del simple placer que experimentaba al estar ante el océano pacífico por primera vez. Mientras bajaba a la playa, los oscuros pensamientos que le rondaban la mente amenazaron con abrumarla. El desamparo que sentía, el desastre del día de su boda y tener que depender de un hombre como Draco, que parecía no poseer ni un gramo de compasión, le pesaban como una losa sobre los hombros. Lo único que era peor que sus problemas de dinero, Draco y Snape era el sentimiento de que estaba absolutamente sola en un mundo donde nada le era familiar.
Había crecido rodeada de árboles y montañas donde todo era muy verde. Las texturas eran diferentes en este lugar, la arena era más gruesa, el agua más fría y el viento más rudo. Mientras miraba fijamente el océano, sintiéndose como la única persona viva de la tierra, trató de olvidar el pánico que crecía en su interior, pero ya había perdido la batalla. Como un apagón en un rascacielos, Hermione sintió y oyó el familiar chasquido de su mente al quedarse en blanco. Le sucedía, desde que podía recordar, siempre que se sentía abrumada. Odiaba que ocurriera, pero no podía evitarlo. Los acontecimientos del día finalmente la habían alcanzado y estaba tan sobrecargada que le llevó más tiempo del usual recuperarse. Cuando lo hizo, cerró los ojos y respiró profundamente, luego apartó de su mente los molestos pensamientos del día. Hermione era hábil en aclararse la mente y reenfocar la atención en otras cosas. Tenía años de práctica. Años de aprendizaje frente a un mundo que bailaba al son de un ritmo diferente al suyo; un ritmo que no siempre conocía o entendía, pero que había aprendido a simular. Desde los nueve años, había trabajado muy duro para que pareciera que estaba en perfecta sintonía con los demás. Desde esa tarde hacía doce años cuando su abuela le había dicho que tenía una disfunción del cerebro, había tratado de ocultar su incapacidad al mundo. La matricularon en una escuela para señoritas donde aprendió modales y cocina, pero nunca llegó a ser una estudiante brillante.
Entendía composiciones de diseño y podía hacer arreglos florales con los ojos cerrados, pero no podía leer más allá del nivel de cuarto grado. Ocultaba sus problemas detrás del encanto y los coqueteos, detrás de su voluptuoso cuerpo y su bello rostro. Aunque ahora sabía que era disléxica, seguía ocultándolo. Había sentido un inmenso alivio al descubrirlo, pero todavía le daba vergüenza pedir ayuda. Una ola le golpeó en los muslos y le empapó la parte baja de los pantalones cortos. Afianzó más los pies, enterrando los dedos profundamente en la arena.En la lista de prioridades de Hermione, entre su propósito de ayudar a todas las personas en su misma situación y el de ser una buena anfitriona, se encontraba su principal objetivo: el de parecer como cualquier otra persona. Por ello, trataba de aprender y acordarse de dos nuevas palabras cada semana. Alquilaba películas de adaptaciones de literatura clásica, y se había comprado el vídeo de la que ella consideraba la mejor película de todos los tiempos, Lo que el viento se llevó. También tenía el libro, pero nunca lo había leído. Tantas páginas y palabras eran demasiado para ella. Movió la mano hacia una anémona de mar color verde limón, acariciando ligeramente la superficie. Los pegajosos tentáculos se cerraron alrededor de sus dedos. Alarmada, saltó hacia atrás. Otra ola le golpeó los muslos, se le doblaron las rodillas y se debatió entre el espumoso oleaje. Al romper la siguiente ola la arrancó de la roca, llevándosela consigo. Sintió el golpe helado del océano en el pecho y se quedó sin respiración. Se le llenó la boca de agua salada y arena mientras pateaba y manoteaba para volver a la superficie. Un viscoso trozo de alga se adhirió alrededor de su cuello y otra ola aún mayor la atrapó desde atrás y la propulsó hacia la playa como si fuera un torpedo. Cuando finalmente se detuvo, la ola ya regresaba para encontrarse con la siguiente. Apoyándose sobre una mano se dio impulso con los pies para gatear hacia la orilla. Cuando alcanzó la seguridad de la arena seca, se dejó caer sobre las manos y las rodillas y tomó varias boqueadas de aire. Escupió arena y agarrando el alga del cuello la echó a un lado. Comenzaron a castañearle los dientes y al pensar en todo el plancton que se habría tragado, su estómago expulsó el agua con tanta fuerza como el Pacifico que tenía a las espaldas. Notaba que la arena se le había metido por todas partes y cuando miró hacia la casa de Draco, rezó para que su contratiempo hubiera pasado desapercibido.
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Simplemente Irresistible (Dramione)
FanfictionHermione Granger, una encantadora belleza sureña, deja a su prometido plantado en el altar cuando se da cuenta de que no es capaz de casarse con un hombre que podría ser su abuelo, por mucho dinero que éste tenga... Draco Malfoy, inconscientemente...