Epílogo

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Hermione se paró en las escaleras del Princeville Hotel en la isla de Kauai. El sol tropical le calentaba los hombros desnudos y la cabeza. Había tardado varios días en dominar completamente cómo ponerse el sarong, pero ahora llevaba uno fucsia con la parte de atrás de la floreada tela atada al cuello y cubriéndole el traje de baño. Se había puesto una gran orquídea detrás de una oreja y se había atado las sandalias en los tobillos. Se sentía muy femenina y pensó en Lyra.

Lyra habría adorado Kauai. Habría adorado las bellas playas y el agua fresca y azul. Pero Lyra tendría que conformarse con una camiseta. Hermione y Draco necesitaban pasar tiempo a solas y habían dejado a su hija con Sirius y la madre de Draco.

Un Jeep Cherokee alquilado aparcó en la cuneta. La puerta del conductor se abrió y el corazón se le hinchó bajo el pecho. Le gustaba cómo se movía Draco. Rebosaba confianza y caminaba con la elocuente seguridad de un hombre a gusto consigo mismo. Sólo un hombre tan seguro de sí mismo habría elegido llevar puesta una camisa azul con enormes flores rojas y grandes hojas verdes. Estaba tan seguro de sí mismo que algunas veces la abrumaba un poco.

Si hubiera dejado que Draco hiciera las cosas a su manera, se habrían casado al día siguiente de haberse declarado. Lo había podido, retrasar un mes y así había podido planificar una bonita boda en una pequeña capilla en Bellevue.

Llevaban casados una semana y cada día lo quería más. Algunas veces sus sentimientos eran demasiado intensos y no podía contenerlos. Se refrenaba mirando al cielo y sonriendo, o riéndose sin razón aparente incapaz de contener su felicidad. Le había dado a Draco su confianza y su corazón. A cambio, él la había hecho sentirse segura y amada con una intensidad que algunas veces le quitaba el aliento.

Lo siguió con la mirada mientras rodeaba el Jeep. Abrió la puerta del acompañante, luego se giró y le sonrió. Hermione recordó la primera vez que lo había visto, de pie al lado de un Corvette rojo, con esos anchos hombros y esa elegancia innata, como un caballero con una brillante armadura.

-Aloha, señor -lo saludó en voz alta, descendiendo las escaleras para salir a su encuentro.

Draco frunció el ceño.

-¿Llevas algo debajo de eso?

Ella se detuvo delante de él y encogió los hombros.

-Depende. ¿Eres un jugador de hockey?

-Sí. -Una sonrisa hizo desaparecer el ceño- ¿Te gusta el hockey?

-No. -Hermione negó con la cabeza y bajó la voz, susurrando con aquella voz sureña que sabía que le volvía loco.

-Pero puede que haga una excepción contigo, cariño.

Él la alcanzó y le deslizó las manos por los brazos desnudos.

-¿Así que deseas mi cuerpo?

-Qué se le va a hacer. - Hermione suspiró y de nuevo sacudió la cabeza. -Soy una mujer débil y tú, Draco Malfoy eres simplemente irresistible.

FIN.

Simplemente Irresistible (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora