Un gigante eléctrico y el poder purificador de las llamas

82 7 2
                                    

Punto de vista de Alex.

Las lineas defensivas estaban aguantando bien, desde un árbol, que es donde estaba, se veía como los semidioses peleaban contra los demonios, podía ver como Takeshi peleaba con un demonio femenino con una wakizashi, y si algún demonio sobrepasaba la linea defensiva les lanzaba un rayo para aturdirlo y luego apuñalarlo con mi tsurugi bañado en sangre.

A lo lejos divise un siluro flotante, si enserio, un pez volador, al ser un semidiós te acostumbras a casi todo, el pez se precipitó contra el suelo causando un terremoto de casi de magnitud seis que echó abajo unos cuantos arboles incluido donde estaba yo, al chocar contra el suelo vi como dos figuras aparecían, una era Ebisu y otra era un hombre musculoso que me sacaba una cabeza, pelo negro, ojos castaños y piel bronceada que vestía con una camiseta de tirantes de color blanco y un pantalones de chándal de color negro con una raya blanca que caía por si pierna y unas deportivas grises.

- Vaya vaya - dijo Ebisu - los patéticos han mejorado en sus técnicas defensivas, ¿no crees Kashima?.

- Si - dijo el hombre nuevo - he tenido que dejar a Namazu que saltara, pero por lo menos hemos podido entrar en el campamento base.

- Tienes razón pero ten cuidado - dijo el dios de la felicidad - el nuevo rey de Yamatai estará por aquí.

- Pero si le diste una paliza padre - dijo el otro dios - no es una amenaza.

- No me refiero a ese muchacho - dijo moviendo la mano quitando importancia - lo que me preocupa son los onis, ¿por qué no nos atacan?.

- Porque no he dado la orden de atacar - dije mientras salia de los arboles caídos - si quieres los llamo.

Cuando terminé la frase convoqué un rayo y los onis aparecieron de un salto del parque que quedaba cerca de donde estábamos y empezaron a pelear con los dieses mientras yo me retiraba a la tienda medica como una ultime linea defensiva.

Punto de vista de Aru.

Cuando llegó la hora de dormir fue un poco raro ya que cerré los ojos y al abrirlos ya era de día, en fin, decidí vestirme con una camiseta de manga corta de color blanco con un jersey de color azul claro y un chándal de color gris suave mientras me quedaba descalzo.

Bajé las escaleras (vivía en un piso duplex) y fui a la cocina donde estaba Rebeca desayunando una taza de café y unas tostadas con mermelada, ella me vio y me saludo y me sonrió.

- ¿Qué quieres desayunar? - pregunto como si fuera la madre más feliz del mundo, obviamente Marco se había ido a trabajar - te prepararé lo que quieras, hoy hace tres meses que te acogimos así que aremos lo que tu quieras.

- Quiero una manzana - dije como si fuese un niño.

Ella me peló y cortó la manzana en daditos para que yo pudiera comérmela a gusto, una vez que la terminé le dije.

- Quiero que salgamos a ver los cisnes en el palacio real - dije sonriendo (hoy en día en el palacio real de Madrid solo queda un cisne negro) - me encantan.

- Vale - dijo ella - deja que me vista y salimos.

Yo por mi parte cogí una chaqueta negra y me puse unos zapatos de color negro y la esperé sentado en el sofá, al sentarme me reí ya que era tan bajo que mis piernas colgaban por el borde del sofá, tras unos minutos apareció con un jersey de cuello vuelto de color crema con unos baqueros negro y unas botas del mismo color que el pantalón, se acercó al armario de la entrada y cogió un abrigo largo de color rojo y salimos a la calle, tras caminar unos minutos llegamos a la entrada a los jardines del palacio, si vivíamos cerca del palacio en plena capital.

El Niño Prohibido: El Asesino De Los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora