Capítulo 35

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"¿Por qué en las noches nos pondremos más weones?"

—Llamé a tu mamá. —la miré. 

Había pasado toda la noche mirando por la ventana en un total silencio, hasta ahora. 

—No va a venir. —Caminé hasta la puerta. 

—No me alcanzaron a hacer nada. —murmuró con una pequeña sonrisa en su rostro. 

—Lo sé. —la analicé con la mirada para después abrir la puerta. 

—¿Por qué estás aquí? —preguntó antes de que saliera de la habitación. 

—Supuse que nadie vendría, las perras traicioneras no tienen visitas. —le sonreí de lado para después salir. 

[....] 

—¿Dejarás que se quede en tu casa cuando le den el alta? —preguntó él Nicolás mientras caminaba junto a mí. Negué con la cabeza.

Había pasado toda la noche, sin decir nada más que estar allí. Cuando me fui me lo encontré con dos cafés, me dio uno y me quiso apañar hasta mi casa, total íbamos al mismo lado. 

—¿No sabes dónde se quedará? —preguntó. 

—No, pero podrías darle alojamiento en tu casa. ¿No crees? —le sonreí de lado mientras abría la puerta de mi bella y hermosa casa. 

—¿Te auto formas celos? —preguntó con una sonrisa mientras se apoyaba en la pared. 

—¿Por qué debería? Si solo fue con la mina que te comiste mientras estábamos en una relación. —subí los hombros. 

Entré para luego cerrar la puerta con la patita. ¿Qué wea acabo de hacer? 

Narra Picolas: 

Sonreí de lado para después encaminarme a mi casita. ¿Podría ser que a esta mina le causan celos aún la maraca esa?

—Mamá, llegué. —entré mientras cerraba la puerta.

—Te vi hablando con la __. —salió de la cocina secándose las manos con un paño de cocina. Vieja sapa.—está más flaca que antes.

—Sí, voy a estar en pieza. —subí con intenciones de ignorarla.

—Nicolás. —me di vuelta. —recupera a esa niña, de todas las que has traído puta que me encantó ella. —sonreí de lado. —no la sigas cagando. ¿Queri? A este paso te vay a morir solo y lleno de hurones, compadezco al Rocko y a la Luna.

Subí la escalera mientras reía, igual tenía razón.

[...]

Cantaba en voz baja mientras giraba en la silla, estaba desparramado, mirando el techo y cantando. El día había sido más fome que la chucha, él Edgar estaba con la pololis, él Jaime había viajado a no sé dónde, él Naiko cuidaba a la hermana chica, mai gosh mai gosh.  La música se paró de la nada, otra vez se me bugió esta wea, me enderecé con intenciones de volver a ponerla pero una hermosa silueta femenina estaba frente mía.

—¿__? —me enderecé. Ya estoy alucinando culiao.

—Tienes mi teléfono. —caminó hasta mi cama y se sentó en esta.

Me revisé los bolsillos hasta topar con algo duro, no, no es mi pico. Saqué el teléfono para después pasárselo.

—Perdón, se me había olvidado. —le sonreí de lado. Asintió con la cabeza mientras formaba una pequeña sonrisa en sus labios.

Sigue siendo la misma mina bonita que me encanta.

—Mientras moría en mi casa, me estaba acordando de todo. —subí una ceja sin entender. —nos conocimos por un trabajo. —soltó una pequeña risa. —te pitiaste el ramo gracias a mi, nos odiamos y de la noche a la mañana todo cambio. —mantenía la vista fija en su teléfono. —te gusté, me gustaste, pololeamos...

—Déjalo hasta en ese punto, no sigas. —me miró sin entender. —me gusta la historia hasta ese punto. —subí los hombros. —y corrección, aún me gustas. —un leve color rosado embarcó sus mejillas junto con una simulada sonrisa. —me gustaba despertar y saber que te iba a ver dormir junto a mí, o que te vería durante el día, que podría escuchar como te reías, tus peleas absurdas, tus quejas por el hambre, tus puntos de vista, que iba poder admirar tu sencillez.

Mantenía la vista fija en mí, podía notar como recorría mi rostro entero, quizá que pesará, dos segundos después estaba tapando su rostro mientras soltaba un suspiro.

—No te puedo olvidar. —murmuró. Mi corazón latió un poco más rápido de lo debido. —lo intenté, intenté no extrañar esa sensación de cariño, cuando me abrazabas, o esos besos repentinos. —descubrió su cara para después mirarme. —No pude.

Deslice la silla hasta quedar frente a ella. Sus ojos fueron directo a los míos, podía sentir la melancolía de ambos.

—Ya no quería sentir nada por ti. —murmuró. —sé que si volviera a ser todo como antes algo pasará, y no puedo soportar dos veces lo mismo. —apoyó su cabeza sobre mi hombro.

El corazón se me iba a salir del pecho, la necesitaba tanto, la necesito tanto.

—No tiene que ser así. —hablé mientras hacía que me mirara. —no es necesario que todo termine mal. —agacho la vista mientras llenaba sus pulmones de aire, para después botarlo. Besé su cabeza provocando que me mirara, la tenía tan soló a centímetro de mí. La tenía frente a mi, como había anhelado desde que todo pasó.

—Perdón. —murmuré.

Buenas decisiones (Nicolás y tú) [Terminada]Where stories live. Discover now