Capítulo 40 (último capítulo)

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Me echa una cucharada de yogurt con cereal a la boca mientras veía al Nicolás hablar por teléfono. Él Edgar lo había llamado preguntándole si iríamos y no sé otras weas más.

Volví a echarme una cucharada a la boca, El Nico cortó el teléfono para después mirarme.

—A las siete en la casa del Edgar. —habló mientras me quitaba la cuchara y su tazón de cereal.

Asentí con la cabeza mientras me cruzaba de piernas.

—¿No has pensado con quién va a pasar el año nuevo la Génesis? —me miró.

Subí una ceja mientras volvía a mirarlo. Negué con la cabeza.

—¿No te importa? ¿Aún que haya sido tu mejor amiga que de puro cagá no le cambiaste los pañales cuando chica? —preguntó.

Volví a negar con la cabeza.

—Somos los que somos. —sonreí.

Sonrió de lado para después darme un beso en la mejilla.

[...]

—Narigóoooon, apúrate. —grité mientras limpiaba mi zapato.

—Vooooy. —gritó de vuelta.

Después dicen que las minas nos demoramos. Estábamos por irnos a la casa de él Edgar, si no fuese por mi hermoso pololo que se demora mil años en ponerse una cagá de ropa.

Pololo, que suena linda esa wea.

—Ya, toy listo. —bajó las escaleras a trote.

Iba bastante rico, pa que nos vamos a mentir loco.

—Bonita esta weona. —depositó un beso corto sobre mis labios.

Sonreí mientras tomaba mi mochila.

Cerré la puerta con llave y me encaminé hasta él Nicolás el cual entrelazó nuestros dedos al estar junto a él.

—¿Siempre han echo esto con los cabros? —pregunté.

—Siempre que podemos. —subió sus hombros. —no todos los años se puede.

En el camino tuvimos una agradable y tranquila conversación, al llegar estaban todos hablando y webeando, los cuales nos recibieron sonrientes.

—¿Cómo te ha ido con él Nico? —preguntó la Liv mientras se sentaba junto a mí.

—La raja. —sonreí. —no podría ser mejor. —subí mis hombros.

Estuvimos hablando entre todos, recordando diversas cosas. Peleas, risas, viajes, la U, no podíamos dejar de reír con las tonterías que decía el Jaime, la risa del Edgar, los insultos del Nicolás y como olvidar las cagadas del tío Naiko, a pesar de que lo conocía poco es la raja.

La Liv con en Edgar sirvieron weas pa picar mientras esperábamos las ansiosas doce de la noche, después de todo iríamos a un carrete en la casa del Panes.

El calor se hacía presente por lo que nos trasladamos al patio, una sutil brisa recorrió mis brazos completamente descubiertos. Me levanté del pasto al escuchar mi teléfono sonar, me alejé de todos con intenciones de poder escuchar mejor.

—¿Alo? —pregunté.

—¿Hija? ¿Cómo estás? —preguntó la agradables voz de mi mamá.

—Bien, acá en la casa del Edgar. —hablé. —¿Qué pasó? —miré mis zapatos.

—En pocos minutos van a ser las doce, sólo quería desearte un mejor año mi amor. Sé que este no fue el mejor, sobre todo por lo de la Génesis, pero son cosas que pasan. —sonreí. —valora las personas que tienes cerca tuyo mi amor, Feliz año nuevo.

—Feliz año nuevo, mamá. —sonreí.

—Tengo que colgar, mañana iré a verte mi vida, adiós.

—Chau. —sonreí mientras miraba a los cabros.

Tenía razón, siempre remarcamos las cosas malas y nunca le damos oportunidad a las buenas. Este año hubieron cosas malas, entre esas la Génesis, pero eso no quitó que conocí gente nueva.

Él Nicolás reía a carcajadas junto al Edgar.

¿Cómo no remarcar lo bueno? Si lo mejor a sido él Nicolás, el cuál me ha ayudado en mil modos sin intención.

Cómo olvidar al Edgar, ese barbudo caprichoso, el que hace de hermano mayor y es completamente feliz con su polola.

La Liv, esa pequeña muchacha la cual se gana las risas del Edgar a toda costa, el pequeño punto tierno del grupo, la voz de la razón entre todos.

Él Jaime, el barbudo amigo el cuál se comió a la Génesis. Pensar que mantenía la mayor de sus ilusiones con esa mujer, la cual no logro quitarle la sonrisa de la cara a pesar de todo.

Él Naiko, ese pequeño ser que no hablamos mucho pero las pocas veces provocó a montones risas por mi parte.

Sin ellos quizá donde estaría.

—¡__! Ven weón, ya van a ser las doce. —me llamó él Nicolás

Me acerqué hasta llegar junto a él, me abrazó por sobre los hombros mientras hablaba con los demás. Cornetas y gritos empezaron a salir por todas las cosas, las doce habían llegado.

Miré con una sonrisa totalmente estúpido al Nicolás, él cual me miraba sonriente.

—Feliz año. —acarició mi mejilla con total delicadeza. —Te amo, pequeña pollo.

Te amo.

Buenas decisiones (Nicolás y tú) [Terminada]Where stories live. Discover now