Capítulo 17

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Nasáu, isla Nueva Providencia. Bahamas.

El Capitán Nicholas Patrick Marshal se tomó el último trago de wiski mientras miraba el atardecer en su casa de playa en Nasáu. Las últimas horas habían sido las más caóticas de su vida. Y lo iban a seguir siendo, según los planes de su padre, el General Marshall.

¿De dónde había sacado el hombre esa idea tan absurda de trabajar en ese pequeño poblado de Texas?

Sin embargo, esa no era la mayor de sus preocupaciones.

Mientras bebía, pensó una vez más todo lo sucedido, a la vez que el alcohol le quemaba en la lengua. Cuando se sirvió otro vaso, se preguntó: ¿Que había pasado con Martina Walker? Ni siquiera recordaba como la había conocido, Si en un evento o trabajando en la seguridad de Core & Desing, pero si recordaba cómo y cuando habían finalizado esa relación.

Ella se había mostrado muy furiosa, pero nada de lo que los unía era el cariño. Claro, no esperaba cariño, Martina era una mujer hábil y desinhibida, pero no una mujer que quisiera estar en casa, cuidado a los niños.

Claro que el tampoco quería niños ¿No? Le gustaba la vida de acción, de constante peligro. Enfrentándose a eso no podía tener una esposa y un hijo. 

Le gustaba esa vida de constante adrenalina en las zonas de rescate.

Con una esposa tendría que trabajar menos para que ella no estuviera preocupada y con un hijo tendría que estar en casa los fines de semana y las tardes, ayudándolo a terminar sus tareas y luego cenando con ellos para después ir a la cama y hacer el amor con su esposa.

Aunque la perspectiva de tener una mujer todas las noches en su cama y hacer el amor con ella lo llenó de un hermoso calor interno, pero aún así, la idea de dejar su trabajo de acción en las zonas de atentados lo heló.

No lo haría ni por nada, ni por nadie.

El teléfono sonó sacándolo de sus profundos recuerdos, su padre, el General Marshall lo llamaba y de seguro ya había organizado toda esa desquiciada misión de trabajar en como policía en Gold River.

Se puso de pie y atendió. Sabía que iba a estar lejos de casa por un buen tiempo. De hecho lo necesitaba bastante

—¿Papá? —dijo al responder.

—¿Estás listo para un descanso hijo? —preguntó su padre.

—¿De qué hablas? —preguntó haciendo el desentendido.

—Jefe de policía en Gold River. Es un pequeño pueblo en Texas ¿Quieres escuchar más?

Nick Marshall le regalo al espejo su encantadora y clásica sonrisa. Su padre jamás cambiaría en ese aspecto..

—Te escucho.

El General Marshall se entretuvo contándole a su hijo como iban a ser las funciones a desempeñar en el pueblo de Gold River.

Ser jefe de policía no le iba a llevar tanto tiempo, pero debía arreglar años y años de corrupción del anterior jefe.

—Te vendrá bien alejarte un poco —le dijo—. Alejarte te hará bien y no enredarte en esas misiones de rescate.

Automáticamente el Capitán frunció el ceño.

—Rescatar a personas es lo que soy papá —le dijo Nick con un tono reprobador en su voz—. Jamás cambiaría este trabajo, por nada del mundo.

—Mejor ve al pueblo e investiga todo lo que pasa por allí y algunos rumores que circulan por el pueblo que...

—Dame algunas semanas para confirmártelo —le pidió sin pensarlo de verdad. En realidad estaba dispuesto a negarse. No le gustaba que su padre se metiera en su trabajo.

—¿Estas en Nasáu ahora, hijo?

—Sí —respondió sin dar más detalle mientras cerraba la puerta del mini bar.

—¿Solo? —Nick bebió su último trago.

—Si ¿Estás solo tú?

El general Marshall ocultaba algo, los últimos días desde la condecoración de Axel, Andy y otros de sus antiguos compañeros, se lo veía bastante dicharachero y pocas veces estaba en su casa. Nick se alegraba, ya que el hombre había estado muy solo desde la muerte de Sonya, su primera y única esposa.

—Está bien papá, no tienes porque contestar.

—Gracias hijo.

—Lo sabré de todos modos —sonrió petulante y se imagino la cara de su viejo, hasta lo vio sobándose la frente.

La imagen lo hizo sonreír mucho más. Quería mucho a su papá y le preocupaba verlo tan solo a veces.

—¡Ni se te ocurra investigarme Nicholas Patrick Marshall!

—A pesar de tener una empresa de seguridad —dijo mientras se sentaba en la terraza y miraba hacia el mar— no haré nada y respetaré tu silencio. Pero tú deberás respetar el mío.

—Osea que...

—Todavía no tengo una respuesta, pero coincido de que necesito un respiro. Me pensaré lo de Gold River, pero si veo que hay mucho asunto sucio me abro ¿de acuerdo?

—Gold River te necesita, hijo.

—Hasta pronto papá.

Cuando cortó Nick echó la cabeza hacia atrás, si iba a tomarse un respiró debía comenzar a delegar y era lo que menos le gustaba, aunque gracias a Internet iba a poder cumplir con los dos trabajos. Solo esperaba que todo valiera la pena.

—Tranquilo Nick Marshall —se dijo—. Tampoco es para tanto. Es un simple pueblo quieto.

De amor y tormento #1 "De amor y tormento"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora