Luces, música, el bajo sonando a todo dar, haciendo a las mesas y su contenido estremecerse pausadamente.
Cameron se ríe, ajeno a mí. No quiero que esté ajeno a mí, pero no comprendo el porqué está riendo.
Sólo puedo observarlo. Su sonrisa es cautivadora. Podría decir que utilizó frenos en la secundaria, pero que no era de la clase de chico del cual se burlaban. Aunque para lograr tal apariencia debió tener algún motor que lo hiciese quien es ahora.
Mis dedos están blanquecinos, y de pronto comprendo su risa. Todo simplemente se vuelve gracioso de repente, comienzo a reírme de su risa. Y pronto vuelvo a quedarme estático, estoy observándolo nuevamente.
Su cabello es lacio, pudo haber sido largo antes, creciendo sobre su frente, ocultándola. Un aspecto angelical para alguien que está consumiendo cocaína en estos momentos.
Entonces su aspecto se torna a uno feroz, uno sensual. Agonizante para mis entrañas. Alcohol ligado con drogas. Sólo puedo pensar en que mamá me mataría, no habría que negarlo.
La misma Zoe me mataría, pero me estoy sintiendo tan bien ahora. ¿Quién es Zoe, de todas formas?
Me veo recostado en un mueble, Cameron está sentado frente a mí, sobre la mesa de billar, a espaldas de toda aquella gente que nos ha brindado con gentileza toda esa cantidad de cocaína. ¿Cómo es que llegamos a este punto?
Sólo sé que Cameron tiene sus manos en su cabeza, parece que está llorando. Curioso me acerco, tambaleando llego. Nada da vueltas, sino que todo es más bien relajado. Quisquilloso.
Mis manos hormiguean cuando toco las suyas. No está llorando, pero su rostro está libre de cualquier polvo blanquecino. Cuando lo miro siento que debo librarme de todo eso de mi rostro también, prosigo a restregar mi áspera cara. No sonreímos, estamos serios.
—Niño —digo con firmeza. Dando todo por no comenzar a reír de nuevo. Todo de repente parece estar tan bien—. ¿Qué tienes?
Él niega, mordiendo su labio. Joder, muerde su labio de una manera grandiosa. Y es ni siquiera me molesto en disipar todos mis pensamientos, o intento alejarlos de hacia donde quieren llegar.
Probablemente lo sé desde un principio, pero nunca quise verlo. Podría continuar negándolo. Al Keith sobrio y libre de drogas le repugna este chico, le repugna Cameron Buckley.
Pero al ebrio y drogado Keith le gusta Cameron Buckley.
Me gusta Cameron Buckley.
—Ganaste, grandulón —ladea su cabeza—. Aun así no creo que debas aprovecharte de eso.
Su voz sale áspera y grave, demasiada. Mi vista es fija a él, quisiera controlar mis impulsos cuando vuelve a sonreír. Pestañeo. Su mano sube a mi rostro, su pulgar pasa por mi mejilla, parece limpiar. Estoy ido.
Las luces prenden y apagan, consigo perderlo de vista a menos tres veces cuando los reflectores prenden y apagan al ritmo de la música. Pero sé que sigue ahí, su mano atrapa mi rostro.
Quiero gritar cuando se aleja que no lo haga, que no se aleje. Su tacto me hace sentir bien, me hace sentir mejor que la cocaína. No sustancia tiene control sobre mí como él está empezando a hacer.
Se va a girar, caminará hacia otro lado, pero mi brazo toma el suyo. Sus párpados pesan cuando logro verlo, y, exhalando con fuerza, acerco mi rostro al suyo, no cierro mis ojos, pero lo beso.
Se inmuta, no me sigue, no cierra sus ojos, su mirada avellana colisiona con la mía, de la misma tonalidad. Mis impulsos me ciegan, no sé qué hago pero no me detengo, lo aprisiono contra la mesa posando ambas manos a sus costados.
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Cocaína (SM #2)
FanfictionCuando eres incapaz de hacer algo, existe eso que la gente llama "drogas". Éstas suelen hacer todo prácticamente por ti. Cosas que crees incapaz de realizar estando en tus cinco sentidos. La cocaína, en tal caso, forma parte de ese específico gr...