4: Me gusta ese niño.

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4: Me gusta ese niño.

Dos semanas.

Es todo lo que he podido soportar sin confrontar a Cameron después de lo ocurrido.

Observo el reloj en mi muñeca. La librería cerraría en un par de horas. Cranberg me ha dejado salir más temprano por mi trabajo adelantado.

He tenido que darle la mala noticia a la señora Howey sobre su hermosa chatarra. Ella sólo ha dado una mueca, sabía que en algún momento sucedería, que el vejestorio no duraría para siempre.

Nos vimos incluso en una conversación algo nostálgica, me ha llamado alguien de buen corazón por no haber puesto pretexto a pesar de la cantidad de veces que el auto llegó al taller. Hasta le di un abrazo, porque nunca viene mal un gesto amable. Es una señora dulce, después de todo.

Me apoyo contra mi motocicleta de brazos cruzados. Por más que me ha costado, he intentado no seguir fumando, no con tanta frecuencia. Podría acabarme cuatro cajas de una sola sentada si por mí dependía, pero no estoy tan mal de la cabeza.

O eso es lo que creo por ahora.

Tantas cosas rodeando mi cabeza me ha quitado el sueño casi de manera atroz. Me acuesto a la una de la mañana y ya a las cinco estoy despierto, aun cuando me toca ir a trabajar a las diez.

Gran mierda, ahora perderé la cabeza. Un poco de café bastante cargado no me vendría mal tampoco, pero ahora el trauma de las drogas me persigue.

Sí, yo realmente estoy perdiendo la cabeza.

Todo por un jodido niño de bonito físico al que cogí. Joder, sigo perplejo ante ese hecho. He querido disculparme tantas veces que perdí hasta la cuenta.

Cameron me odia. Mucho más que antes. De eso no hay duda. Ni siquiera tuvo que decírmelo o insinuarlo, sé que es así.

Que me perdone resultará más difícil de lo que me he estado imaginando -que es bastante puesto a que es en parte lo que ha logrado sacarme mis horas de sueño plácido-, pero no soy alguien que se rinde con facilidad.

O me perdona, o muero con la culpa y el dolor carcomiendo mis entrañas a morir. Bastante exagerado, ¿eh?

No he podido dejar de pensar en él. No he podido y es lo que me jode. No me molesta que sea sobre un hombre, me molesta que sea él el hombre, que sea él quien me tiene de esta forma, que sea él quien no me deje dormir.

No sólo por lo ocurrido, sino todo él.

Él no puede gustarme. Es prohibido, no debería tener relevancia absoluta.

Pero aquí me veo, chequeando con total ansiedad mi reloj, esperando al momento justo para ir a recibir una patada en las bolas, porque es lo que creo merecerme y es lo que creo que él quiere hacer.

Aun así no quiera culparlo de nada, considero que fue culpa de ambos. No puedo dejarme por fuera en tal gran cosa.

Dejo de ver el reloj, es momento de ponerme bien los jodidos pantalones y caminar hacia mi lecho de muerte.

Al entrar me consigo con Kenny en el puesto donde usualmente suelo ver a Dallon, pero me parece que mi cuñado no se encuentra y debo caminar hacia donde está él.

Al verme sonríe, intento regresarle la sonrisa sin dejar ver mi nerviosismo. Nervioso, estoy putamente nervioso. Yo realmente creo que él querrá patearme en las bolas, y yo no voy a evitar eso. Me lo merezco por gilipollas.

— ¿Ahora que te trae por acá? —pregunta una vez mi mano suelta la suya—. Dallon está con Zoe, todavía con el tema de Chloe, el hospital. Debes saber de eso.

Cocaína (SM #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora