La actitud de mi padre ha estado cambiante estos días. Parece que está encerrado en una burbuja propia, siendo ajeno a todo lo demás. Además de que ha estado taciturno, también se le ha visto sonriente. Ahora mismo lo tengo frente a mí, en la mesa del comedor, sonriéndole a su teléfono.
Todos sabemos que, en nuestro sano juicio, sonreírle a la pantalla de tu teléfono celular se reduce a dos cosas sumamente similares: o algo te hace reír, o es alguien quien te hace reír.
Conociendo a mi padre, no es la clase de persona tecnológica. Verlo manejar un teléfono a éstas alturas de la vida me resulta verdaderamente cómico y no puedo evitar sentirme atraído por su actitud. Frunzo el ceño cuando carcajea. No me está prestando la más mínima atención, siendo sólo él y yo los que estamos en la mesa y en la casa de por sí.
Aclaro mi garganta.
— ¿Papá? —de su garganta sale un "uh" que asimilo a pregunta. Dejo mi vaso con jugo en la mesa—. ¿Se puede saber qué es tan gracioso?
Su mirada expectante sube a mí, casi sin querer despegar su vista de la pantalla. Me reprimo una sonrisa que sé que me saldrá como pícara y me limito a fruncir el ceño, llevando cereal a mi boca. Él vuelve a reír antes de negar y regresar su atención al teléfono.
»Papá, estamos desayunando, por favor —una risa se me escabulle. Él resopla dejando el aparato a un lado, enfocándose en su comida ahora.
—Cuando Daniel, Zoe y tú lo hacían, tu madre y yo debíamos quedarnos en silencio y dejarlos vivir.
—Éramos adolescentes, querido John. Además, ¿qué es lo que tienes? En mi entorno, sonreírle a la pantalla de un teléfono significa estar conversando con alguien. Soy tu hijo, y como el del medio merezco saber qué es lo que tiene a mi padre feliz.
— ¿Ahora yo supongo decirte? —alza sus cejas, yo le asiento—. Keith, por amor a Cristo, no es nadie.
—Lo mismo decía Daniel cuando estaba saliendo con Layla, ¿recuerdas? —tomo de mi vaso—. Te apuesto a que lo último que recuerdas es: tú, con nosotros, en la sala de una clínica, esperando ver a Nick en buen estado.
Lo hago reírse y no evito reírme con él. Ver a mi padre feliz después de todos estos años puede ser una gran recompensa por la ausencia de mamá. Cada vez que escucho a John reírse a carcajadas, siento que vuelvo a nacer. Justo como me hacía sentir mamá.
—Prometo que te diré en algún momento, pero por ahora prefiero callar.
—Oh, ¿así que sí hay alguien?
— ¡Keith! —alarga en reproche.
— ¿Pero qué? —carcajeo—. Es una simple pregunta. Vamos, papá, puedes decirme.
—No se trata de eso, hijo, se trata de que me estoy sintiendo bien por primera vez en un tiempo y ahora estás acá haciéndome sentir incómodo.
— ¿Esto se siente ser padre? Porque puedo jurar que eres yo cuando tenía diecisiete. Puedo jurarlo. Todo un jovencito.
—Recuerda que sigues bajo mi techo, Keith. Sigues bajo mi techo.
—Papá, óyeme...
— ¿Y qué si estoy con alguien, de todas formas? —resopla—. Soy un hombre ya. Como tu padre, merezco respeto ante eso.
Frunzo mi ceño. Siento un revoltijo en el estómago de repente. Mi comida pasa a un segundo plano. Él está nervioso.
—Papá, ¿hay alguien? —pregunto en mi forma más seria. Él se ve entre la espada y la pared, comenzado un balbuceo que acaba en un suspiro.
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Cocaína (SM #2)
FanfictionCuando eres incapaz de hacer algo, existe eso que la gente llama "drogas". Éstas suelen hacer todo prácticamente por ti. Cosas que crees incapaz de realizar estando en tus cinco sentidos. La cocaína, en tal caso, forma parte de ese específico gr...