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- ¡Ciel!
- ¡Ya voy Tía!
- Vamos, el señor Seimens está esperándote
- ¡Dije que ya voy!
Carajo, ¿que ese vejete no puede esperar? No es la primera vez que viene, no entiendo como es que sigue pensando que le dejaran tener algo conmigo, no me produce otra cosa mas que repulsión igual que todos los demás.
- ¡Ciel!
Mi tía Ann entra por la puerta casi completamente encolerizada, pero al ver que solo estoy terminando de abrochar la correa del zapato abandona sus gritos y me observa con la mirada brillosa
- Oh Ciel... Eres una chica muy hermosa...
- Yo no quiero ser una chica hermosa... - respondo entre dientes pero el gusto de contradecirla me dura unas milésimas de segundo puesto que fe inmediato me responde de manera hostil
- Aquí a nadie le importa lo que tú quieras. Tienes 30 segundos para bajar a tu lugar.
- Ya voy...
Mi nombre es Ciel Phantomhive, tengo diecisiete años y cinco de esos viviendo con la tía Ann. Cuando era mas pequeño hubo un incendio en mi casa... todos murieron menos yo. Todo el mundo lo creyó un accidente, pero todo se tornó mas extraño cuando pocos meses después hubo otro incendio en la casa de mi tía Frances, todos murieron menos mi prima Elizabeth. Como ninguno de los dos teníamos quien cuidara de nosotros un juez dictaminó que nos quedáramos con mi tía materna, cosa que era bastante obvia que pasaría en el caso de que quedáramos huérfanos. En fin, la cosa es que fue justamente ella quien mando a matar a todos ¿Como lo supe? Fácil. Tiene un negocio de prostitución.
Mi querida tía nunca pudo tener hijos, de hecho cuando por fin quedó embarazada un automóvil la arroyó junto con su marido, perdió al bebé y el hombre con quien se supone viviría hasta su ultimo día de vida, murió. Eso la volvió una mujer fría, sin escrúpulos, parece no conocer la compasión... Ni el amor.
Poco después de salir de hospital dejó su trabajo en la clínica y nunca nadie supo como se mantenía viva sin un sustento. Pero claro que tenia sustento, saca demasiado dinero de aquí.
Juré que algún día me vengaría y esa promesa sigue en pie, la haré pagar por destruir nuestras vidas, te preguntarás ¿por que no lo hice antes? ¿Por que no solo hablé de todo lo que nos ha hecho? ¿Por que no llamé a la policía?
Pues si lo hice, pero nunca me creyeron, incluso intente escapar un par de veces pero siempre me encontraban gracias a Trancy, el chico rubio que llegó a acá el mismo día que mi prima.
Ese maldito tipo me tiene harto, todo el día me observa y le cuenta lo que hago a Angelina. Ya no puedo ni asomarme a la ventana sin que alguien esté parado detrás de mí vigilando que no intente huir.
En fin. Después de todo no puedo reprocharle mucho, ha corrido con una peor suerte que yo, a mi jamás me ha tocado nadie, mi tía solo se limita a darme una que otra cita con algún viejo pedófilo, en cambio él y mi prima corrieron la misma suerte, a Lizzie la metieron con el mismo hombre que me espera abajo desde el primer día que llegó y Alois tuvo una noche de pesadilla con tipo de nombre Claude, el cual viene por lo menos tres veces a la semana y se queda con él, todos sospechamos que tienen algo mas que solo encuentros carnales con dinero de por medio pero igual a nadie le importa mucho. Poco a poco ambos fueron resignándose, incluso a veces pienso que Elizabeth hasta disfruta sentirse deseada por los hombres que aquí llegan, nunca me lo ha dicho, pero apostaría por que así es. De otra forma no se habría quedado, ni siquiera por como dice ella, esperar me para irnos juntos de aquí.
- Ciel, linda ¿por que no has bajado?
La voz de mi tía me hace salir de mis pensamientos y automáticamente comienzo a bajar los escalones cuando ella me detiene con un brazo, yo la miro confundido puesto que su agresividad no concuerda con la sonrisa que lleva en el rostro
- ¿Que pasa?
- Solo quiero que hoy te portes mas amable con nuestro cliente ¿entendido? Muuuuy amable Ciel
- ¿Por qué?
- Obedece. Ya baja.
De mala gana obedezco y bajo apresuradamente por el resto de la escalera. Ni sueñes que voy a ser 'linda' con ese asqueroso.
Diez segundos después me encuentro frente a la puerta del cuarto que pidió Seimens, sé que debo apresurarme pero hay algo en el ambiente que me altera, bueno quizá solo sea la repugnancia que me provoca. Sin mas detenimiento giro el picaporte y abro la puerta, la luz se encuentra apagada, así que cierro la puerta y busco el interruptor, es solo en ese momento cuando todo congenia
*Portate muuuy amable con nuestro cliente*
La habitación no está como siempre, por lo regular lo que hacemos Seimens y yo es cenar juntos, pero en lugar de una mesa y platos, en el centro de la habitación hay una cama.

AcendradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora