7 | Broma a la casa de Dan (sale mal)

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—No puedo creer que me obligaran a venir aquí. ¡Podemos ir a la cárcel, ¿saben?!

—Dudo que Dan nos envíe a la cárcel —Jace me miró—. No lo haría, ¿verdad?

—Claro que no, idiotas... creo.

—¡¿Cómo que creo?!

—Glory, te recuerdo que viniste hasta acá para despejarte así que solo cállate y síganme. 

Quería quejarse pero no la dejé. Emprendimos nuestro camino a la casa de Dan, con royos de papel y huevos podridos en las manos, más pistolas de pintura colgando de nuestras espaldas.

La casa de Dan (si a eso se le podría llamar casa), era grande. Muy grande. Demasiado grande. Creo que a este hombre "humilde" se le olvidó su "humildad" al momento de construir su casa porque hasta yo, que vivo en una casa un poco más grande que las normales, sentía envidia.

De dos pisos y muy extensa, con las paredes de color crema y ventanas tan largas que llegaban hasta el segundo piso y se podían ver los muebles del interior (todos lindos, pulcros y caros, obviamente). Había un balcón pequeño sostenido sobre dos pilares blancos al estilo romano, separados por la entrada que llegaba a la puerta doble de madera clara. Y para qué hablarles del jardín. Todo tan hermoso...

Que lástima que esto vaya a quedar hecho mierda... gracias a mí.

—Por aquí, síganme.

—Ya dijiste "síganme".

Rodé los ojos hacia Jace.

—¿Es en serio, Norman? —él asintió—. Ahg, bueno; "síganme" por dos.

—Así esta mejor. Vamos.

Tratábamos de escondernos lo más cerca pero a la vez más lejos posible de la casa, para que pudiésemos arrojar nuestras cosas con seguridad de que caigan en el lugar que queremos, y poder escapar fácilmente si nos descubrían (lo cual dudo porque soy fa-bu-lo-sa haciendo bromas).

Nos escondimos detrás de unos arbustos a unos cinco metros de la casa y quince de la salida. Glory se encargó de organizar el papel higiénico y los huevos podridos para que yo, su servidora, hiciera el trabajo sucio junto con su hermano, ya que ambos éramos los mas ágiles.

Él cogió el papel higiénico y yo los huevos.

—Antes de actuar, repasemos las normas —dijo Glory desdoblando una lista que había hecho ella misma en el trayecto de su casa hasta acá.

Con Jace rodamos los ojos. Todo el camino estuvo leyendo la maldita lista de reglas. Nos la quería hacer memorizar para que, en caso de que nos descubrieran, las llevásemos a cabo para no parar en la cárcel.

Era algo molesto porque no serviría de nada, mis bromas jamás salen mal.

Glory se aclaró la garganta.

Jace, eres un idiota [Jace Norman y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora