Todo en uno

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***

Estábamos en el huerto liados con la limpieza de las malas hierbas, la caseta y zona de las gallinas, limpiando a fondo la casa de Tango y lo peor para mí, ordenando mi taller. Mushu estaba con Clara mientras quitaba las hierbas de la entrada, yo estaba en mi taller guardando cosas. Clara es una obsesiva del orden, por más que le digo que en mi taller no hay porque ordenar nada, cada equis tiempo me obliga a emparejar las cosas. Ella lo llama Caos, yo le digo que sólo es aparente que para mí tiene sentido y necesito ver todas mis cosas cuando trabajo.

En casa ella es todavía peor si cabe, cosa que compensa por completo mi carencia. Eso no quiere decir que yo no haga nada en casa, más bien todo lo contrario, pero mi mesa de trabajo parece según sus palabras: un vertedero; y el resto de la casa no. Por eso a Mushu le encanta estar en mi mesa, es donde más cosas puede morder. Mientras que a ella le encanta el tener todo guardado y ordenado, de mí sólo puedes sacar ese orden meticuloso y casi enfermizo en los momentos que trabajo. Aunque desde que Mushu me acompañaba no conseguía hacer gran cosa, tenía que separarlo de algún objeto del que se hubiese encaprichado, se ensañase a mordiscos, le molestara de alguna forma que sólo él entendía y encima limpiando sus numerosos popós. Con Clara se comportaba mejor, aunque de seguro era porque no tenía gran cosa con la que "jugar" y se aburría por completo.

Comprobaba dónde poner algunas herramientas que últimamente usaba menos, entre lamentos y de pronto escuché:

—¡No! ¡Mushu, para! —Clara le estaba gritando. Al poco escuché su revoloteo, parecía huir.

—¿Qué pasa? —me asomé por la puerta para ver que hacían.

—Se está comiendo un caracol —Clara intentaba cogerle, pero él revoloteaba de un lado a otro.

Era muy cómico verlos así. Cuando lo alcanzó le limpió el pico mientras le regañaba y Mushu se quejaba porque le frotaba con un pañuelo para quitar los restos de la molla del caracol y pedazos de cascaras. Era un horror de animal. Es verdad que cuando él quería podía ser un cielo, un amor, cariñoso, pelotero, incluso había aprendido a dar besos. Era un sonido seco que hacía sin abrir su pico, a la vez que le ibas a dar uno. Te correspondía los besos y con Clara, en muchas ocasiones, se los daba sin que ella se los diese. Pero habíamos comprobado que Mushu tenía los peores defectos y alguna virtud, de los animales más comunes que se conocen como mascotas.

En esos momentos que no podía casi volar, digo casi porque acabó adaptandose a esas pocas plumas que tenía y conseguir muchos de sus objetivos con su revoloteos; era como un hámster, un gato y un perro a la vez. Escalaba por todos los sitios donde pudiese cogerse con sus patas y pico. Le daba por roer maderas, hojas de arboles, yerba, plantas o cualquier objeto que llamase su atención. Rompía las hojas de papel de libros, libretas, revistas; y las hacía pelotitas, algunas se las comía otras las dejaba caer y seguía arrancando pedazos de hoja.

Se intentaba comer todo lo que se cruzaba por el camino si te descuidabas, y si se lo intentabas quitar o bien lo escupía o bien intentaba tragárselo lo más rápido posible. Mordía los lápices, la goma de borrar y le quitaba pequeños pedacitos a los botones del mando a distancia de la tele sobre todo. En cuando veía la goma de borrar se ensañaba quitandole pedazos, dándole vueltas con su lengua callosa y sujetandola con su pata a cada mordisco para que no se escapara. Eso si no le daba por tirar todo al suelo, le gustaba oír el ruido que hacían al chocar contra éste. Lo sujetaba con el pico y asomaba por la mesa para dejarlo caer y admirar su obra, soltando un "chui" satisfecho al oír el choque. Lo que más le gustaba tirar eran los cubiertos o la goma de borrar, cuando se cansaba de quitarle pedazos.

Era bastante desagradable, a fin de cuentas con esa misma boca con la que cogía cualquier cosa, cualquiera por asqueroso que fuese; después nos pedía de comer a nosotros. Nos seguía robando la comida de nuestros platos. Descubrimos que después del mijo amarillo, lo que más le gustaba era el huevo y la carne. Ya no le daba papilla, comía de todo, aunque habían semillas que no, como las pipas, estas las pelaba y las dejaba sin comer. Le encantaba probar todo tipo de comida y más de una vez le vimos comerse algún bicho.

Hola, me llamo Mushu ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora