***Nos vestíamos para el gran día, el bautizo del pequeño Marcos. Ultimando los detalles antes de salir hacia la iglesia, donde una vez terminara la misa especial por año nuevo, sería bautizado. Todo fue tan hermoso como podíamos esperar. Marcos no lloró en ningún momento, ni tan si quiera cuando le echaron el agua sobre su cabecita, haciendo oficial su nombre a ojos de la Iglesia.
Durante el convite nos dedicamos a hablar con la familia, sobretodo con los que menos veíamos durante el año. En algún momento, Jaime vino hasta mí y me dijo:
—Mira papá, en esa mesa hay un hombre con un pájaro como Mushu.
Oír su nombre bastó para despertar en mi cuerpo todo un torbellino de sentimientos. Un intento de malestar quiso apoderarse de mí, pero me negué a dejarle paso. Ese día era para Marcos.
—Ahora no Jaime —murmuré entre dientes.
—Sólo te digo que en esa mesa hay un chico con un pájaro como Mushu.
Jaime debió notar en mis palabras algo de malestar. Seguí hablando con la familia, intentando por todos los medios no mirar donde Jaime me había indicado, pero al final cedí y lo busqué con ansias. Era cierto que había un hombre con un agapornis, un Roseicollis. Me emocionó ver como lo trataba y cuidaba, me encantó comprobar la complicidad que había entre ellos y entonces algo en mi despertó, algo que no quise dejar salir por miedo al dolor de que no pudiera ser verdad:
Aún hay esperanza.
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Mis últimos pensamientos. Ese hombre y su agapornis, me hicieron despertar una llama, diminuta sí, pero es una posibilidad. Mushu no tuvo porque acabar mal, por remota que sea la idea, pudo encontrar a alguien que viera en él algo especial, no sólo un pájaro. A fin de cuentas era Mushu, ese pequeño granuja que tenía ganado a medio barrio y encantaba a todos los que lo conocían.
Durante todos estos años, han sido muchas las ocasiones que lo hemos nombrado y rememorado alguna de sus travesuras. Más de una vez hemos dicho: Esto le habría encantado. Le seguimos echando mucho de menos.
Te seguimos echando mucho de menos Mushu.
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Hola, me llamo Mushu ©
Non-FictionTodos hemos tenido mascotas de muchos tipos, yo al menos he tenido bastantes. Pero una de ellas me enseñó algo muy valioso, algo que sólo tras conocerlo puedo reconocer como una lección. Me demostró una inteligencia fuera de lo que se le atribuye a...