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Volvía de trabajar, cuando nada más cerrar la puerta de casa, escuché a Clara gritar rabiosa y a Mushu soltar un par de "chuis" presuroso. Extrañado fui hasta ella, que estaba con Mushu sujeto en una mano, señalándole con el dedo y riñendole. Mushu parecía dispuesto a hacerle la manicura, pero para sorpresa de ambos y dolor de Clara, le mordió, y además, un picotazo de los dolorosos.Desde la tarde que le cortamos las alas, su comportamiento era distinto, parecía enfadado y molesto la mayor parte del tiempo. No fue fácil cortalas, no se dejaba sujetar, se resistió tanto que parecía saber lo que esto implicaba. Nada más terminar de cortarlas lo dejamos en el suelo, para comprobar hasta donde podía llegar sólo y de paso él tomara consciencia de su nueva situación. Tras un par de revoloteos y pruebas fallidas de llegar hasta la silla de la cocina; le dejamos encima de ésta, para ver como sería el efecto contrario, caer sin demasiado peligro y a nuestro parecer lo consiguió, salió ileso, con algunos intentos más se adaptaría.
Desde esa tarde, se comenzó a comportar tristón, volvimos a cuidar de que estuviera en la ventana donde le encantaba subirse, llevarlo sobre el hombro como antes, vigilando su culo popeador; sacarlo al huerto y subirlo al árbol, pero nada parecía agradarle. Sus rutinas cambiaron, ahora no siempre se quería bañar y cuando nos acompañaba en nuestra mesa de trabajo, en ocasiones se subía a nuestro hombro y tras colocarse alguna pluma de pronto nos daba un picotazo en la oreja dándonos un chillido. En ocasiones le veías subido en la silla de la cocina, vigilante de lo que hacíamos, fregar los platos, preparar la comida, recoger; y de pronto chillaba enfadado y se arrancaba alguna pluma.
María y la hermana de voz sobria de Clara, se alegraron de su vuelta, su reencuentro fue muy emotivo. María no dejó de sonreír en toda la tarde, disfrutando de toda la historia sobre la búsqueda de Mushu, sorpendiéndose tanto como nosotros de que la mayoría en nuestra calle lo conociese. La hermana de Clara no hizo ni gesto, pero la sesión de caricias y palabras zalameras, siempre con su monotónica habla; que le decía a Mushu mientras le contamos su periplo, delató lo mucho que se alegró de su regreso. Ella fue una de las más interesada en nuestro momento de búsqueda, la que más preguntó por él y más nos reprochó no haberle cortado las alas, con la eterna cantinela de: os lo van quitar. Curioso fue que en vez de culparnos durante su pérdida, vislumbré dentro de sus escaso modos de manifestar sus emociones, la podías ver algo más seria de lo normal.
Mushu les saludaba y se ponía algo más contento en compañía de ellas, en un primer momento, después de un par de saludos acompañados de alegres aleteos, se volvía a quedar alicaído al momento.
Nos sorprendió dejando de querer acoplarse, teniendo en cuenta lo insoportable y molesto que era, ésto en particular nos encantó.
El amigo de Jaime, también se alegró de su vuelta. Mushu también empeoró con su trato hacia él, comenzó a estar más enfadado de lo normal; sabía manejarlo, tenía práctica a la hora de como evitar que se sobrepasara con sus arranques, pero al estar de peor humor la mayor parte del tiempo, nos obligó a pedirle que no lo cogiese. Tan sólo lo justo para que lo saludase, poco más; una cosa era soportar sus popós y otra muy distinta era tolerar sus chillidos e intentos de picotear su oreja. Reconozco que el niño era muy valiente, no se asustaba ni amedrantaba con sus agravios, pero no nos parecía bien que se portase así con él.
Para el caso es que Clara se molestó tanto con ese picotazo, que de pronto, para mi sorpresa y sin el móvil a mano para grabarlo porque nadie se lo iba a creer cuando lo contara; lo sujeto con una mano, con la otra estiró su pata y le dio un par de mordiscos en un uno de sus diminutos muslos, a los que Mushu respondió con "chuis" tono "dolor", al ritmo de los bocados. Como es evidente, no fueron fuertes, pero sí efectivos; Mushu se quedo inmóvil, mirando a Clara que volvió a señalarle con el dedo y reñirle como nunca. Ese fue su día, descubrió por fin porque no hay que jugar con Clara, que cuando se enfada hay que respetar el dedo "índice". Ese dedo tan temido por todos nosotros, al que respetar no sólo era cuestión de tomarse muy en serio, era casi sagrado. Mushu, ya era uno más en su lista, jamás le volvería a ser indiferente.
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Hola, me llamo Mushu ©
Non-FictionTodos hemos tenido mascotas de muchos tipos, yo al menos he tenido bastantes. Pero una de ellas me enseñó algo muy valioso, algo que sólo tras conocerlo puedo reconocer como una lección. Me demostró una inteligencia fuera de lo que se le atribuye a...