Capítulo 1: “El regreso de Cedric junto con otras sorpresas”.
"Puedes hacerlo"—me repetía en mi cabeza con la mirada clavada en el suelo—. "Puedes hacerlo".
Levanté la cabeza con las manos apoyadas en el lavamanos y suspiré mirándome en el reflejo del espejo. Al verme más alta, con el cabello más largo y lasio, las facciones de mi cara rellenas y los ojos más brillosos, me llegaron recuerdos de cómo era los anteriores dos años y me dio nostalgia. “Y pensar cómo seré de adulta”. Agité la cabeza para quitar las distracciones y concentrarme en mi objetivo.
Entrecerré los ojos y me miraba fijamente en el reflejo, esforzándome tanto que mi cara se volvió roja, temblaba y los nudillos se volvieron blancos de aferrarme tan fuerte al lavamanos. Veía como mi cara junto con mi cuerpo desaparecían y volvían a aparecer sin parar de manera inestable.
—Vamos...—me insistía con firmeza.
Lo único que logré fue que la ampolleta del techo explotara y miles de pedazos de vidrio salieran disparados por todo el baño. No pude evitar lanzar un grito al ver que la habitación se oscurecía de la nada y sentir pequeñas punzadas de dolor en mi brazo.
Tocaron la puerta.
—Alanna, ¿está todo bien, cariño?
Era la señora Sorensen, a quién le pedí, cuando me recibió en King's Cross, que se quedara en mi casa durante el resto de las vacaciones hasta que el famoso día llegara. Supongo que mi padre, después de recibir la carta de Dumbledore y la noticia de que yo estudiaba en Hogwarts, le dijo una excusa a la señora Sorensen del por qué había desaparecido y le pidió que me recibiera en la estación para llevarme a casa, ya que me sorprendió que ella estuviera esperándome con los brazos abiertos. No quise preguntarle sobre el gran agujero que habían dejado Ron y los gemelos Weasley con el Ford Anglia de su padre en nuestra casa, y fue un alivio que no lo hiciera porque al llegar a casa, sorprendentemente no había ningún agujero, como si nunca hubiese existido. Sospecho que la persona que me cubrió la espalda fue alguien del Ministerio de Magia.
—Sí, sí, estoy bien. Solo hay que cambiar la ampolleta—me fijé como los ligeros cortes que habían producido los vidrios sobre mi brazo desaparecían sin dejar rastro y suspiré triunfante al ver que por lo menos resultó algo. Fueron menos de diez segundos, un nuevo récord; si lo hubiese intentado hace un mes atrás, una herida así de pequeña hubiera sanado en una hora o más.
—En la cocina hay de reserva—dijo ella detrás de la puerta— Pero eso puede esperar, ¿estás lista?
Con la mirada, busqué el perfume y al encontrarlo lo agarré bruscamente y me eché un poco para luego dirigirme a la puerta, quitar el cerrojo y abrirla. Me encontré con la señora Sorensen, cuya cara risueña resaltaban sus pómulos y sus grandes ojos mieles. Agarró mi brazo con delicadeza y me acompañó a bajar las escaleras como si estuviese perdida, al llegar al primer piso lo primero que encontré fue la mesa del comedor cubierta de platos, copas, servicios, servilletas, ensaladas y en el centro había un gran pavo recién salido del horno.
—Ay señora Sorensen, no debió hacer todo esto, de verdad—estaba tan ocupada con tratar de volverme invisible en el baño que no escuché ni oí nada que significara una cena parecida a Navidad. Estaba totalmente complacida.
—No es ninguna molestia, hago estas cosas mías para, ya sabes, recordar los viejos tiempos—dijo con un aire de nostalgia.
Resulta que cuando era más joven, ella era cocinera en un restaurante muy famoso acá en Inglaterra, pero al llegar a la edad de jubilarse, no quería, pero no tuvo más remedio que hacerlo. Ahora cocina de todo para rellenar el vacío que le dejó abandonar su trabajo, siempre que iba a su casa o ella venía a la mía cocinaba algo que le provocaba agua a mi boca.
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Alanna Diggory y el Prisionero de Azkaban [3]
Fanfiction"-Sé sobre tus poderes -habló para romper el silencio que había entre nosotros, sin despegar la mirada de la luna que iluminaba los terrenos de Hogwarts. -Ahora casi todos lo saben, no es ninguna novedad -le dije encogiéndome de hombros, todavía inc...