Capítulo 3

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Capítulo 3: "Los regalos".

Me desperté por el ruido de la puerta abrirse y un peso sobre mis pies, con dificultad abrí los ojos y vi a Cedric sentado en la cama, con el desayuno en una bandeja de madera a su lado. A mis ojos les resultó difícil adaptarse a la habitación ya que siempre que despierto veo borroso y me mareo.

-Buenos días cumpleañera-me saludó.

Me senté en la cama lentamente mientras me restregaba los ojos y con cansancio en mi voz le preguntaba:

-¿Qué hora es?

-Las once.

Ahora que mi visión volvió a la normalidad, pude notar que Cedric se había duchado y cambiado la ropa, lo que me hizo pensar en hacer lo mismo pero sin antes echarle un vistazo al desayuno que me trajo mi hermano. Era chocolate caliente con un muffin de vainilla de acompañamiento con una vela encendida.

-No te pude traer pastel-empezó a explicar cuando se acomodaba en la cama-, esto es lo único que pude conseguir.

-No, está bien-respondí con un bostezo-. De verdad lo aprecio, gracias.

Agarré el muffin y soplé la vela sin más para luego quitarla y comerme el pastelito.

-¿No pediste un deseo?

-Lo encuentro una estupidez, como si se cumpliera lo que pidiera-le di otro mordisco al muffin.

-¿Y qué pedirías?

Medité un rato lo que me preguntó y no porque no lo sabía, al contrario, tenía muy claro lo que quería. Estaba pensando en si contárselo o no.

-Mi deseo no se cumplirá con tan solo soplar una vela-empecé a decirle cuando al fin decidí contarle un poco-, yo tengo que hacerlo realidad.

Cedric sonrió y asintió con la cabeza entendiendo a la vez que yo me terminaba el muffin y tomaba a sorbos el chocolate caliente.

-Si te quieres duchar, el baño está al lado-apuntó con el dedo a la izquierda, entendiendo que tenía que salir del cuarto e ir en esa dirección.

-Lo haré ahora, gracias-tomé la última gota de chocolate caliente, aparté las sábanas y me bajé de la cama para ir hacia mi baúl y sacar todo lo necesario para mi aseo.

Cuando tuve todas las cosas en mis brazos y estaba a punto de girar el pomo de la puerta, me giré para ver que Cleffary picoteaba el suelo de la jaula.

-¿Puedes liberarla?-le pedí a Cedric- Tiene hambre y quiere cazar.

-Claro.

Asentí con la cabeza, abrí la puerta dispuesta a ir hacia donde estaba los baños, pero choqué con algo o alguien que hizo que la pasta dental se me cayera de los dedos.

-Lo siento-me disculpé porque con el gran bulto de las cosas que llevaba entre los brazos no podía ver bien por donde caminaba.

Quise apartar el champú para ver el obstáculo con el que me topé, pero me di cuenta enseguida que fue una persona cuando una mano recogió la pasta dental del suelo y la colocó otra vez en mi mano para seguir caminando sin decir nada. Giré la cabeza pero no vi a nadie por el pasillo, seguramente andaba apurado así que no le di importancia y fui hacia los baños. Me di una ducha, me peiné, lavé mis dientes y me vestí, salí de los baños y volví al cuarto. Vi que Cedric terminaba de hacer la cama con los rayos del sol entrando por la ventana, la cuál estaba abierta pero no porque Cleffary había salido volando por ahí, ella seguía en la jaula.

-Oye te pedí que la liberaras-le dije con frustración cuando guardaba otra vez mis cosas e iba hacia la jaula de mi lechuza-, ¿no me oíste?

Cedric alzó la cabeza cuando terminó de hacer lo suyo y miró por encima de mi hombro como un niño inocente.

Alanna Diggory y el Prisionero de Azkaban [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora