XX: El primer encuentro triplicado.

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EVAN.

—Me dijo antes de matar a su hermano que usted iba a ser la siguiente —finalizo mi relato sobre todo lo sucedido.

—No puedo entenderlo —responde la pobre señora Asal con miedo—. Nunca dañé a nadie.

—Quizá ese es el problema, señora Asal. Las personas tendemos a odiar lo mejor de las personas por el simple motivo de no tenerlo nosotros. Eso provoca la envidia, el enemigo para el amor y el amigo para el odio.

—Pues si debo morir que así sea. Lo único que deseo es que Miane viva, y ni eso será posible.

—Es una situación crítica —asiento, triste—. Y me fastidia.

Le cuento que cuando la conocí la detestaba y que pensaba que me estaba acosando. Que me sentía mal por no poder hacer nada por ella y por no haber intentado reaccionar en el momento del asesinato. También añado en el carro que me siento culpable de que Julieta se sienta así de mal, que no me gusta que se eche las culpas por un ataque que no se pudo evitar. Incluso nuestra conexión con la guardiana de Maius no sirvió de mucho.

—Calculo que debe quedarle tres días, quizá cinco a lo máximo.

—¿La transfusión es la única forma de poder salvarla? —pregunto.

—En este planeta, sí.

—¿Qué quiere decir? —aunque me hago a la idea, prefiero no quedar en ridículo y fingir desconcierto.

—Aprilis es el planeta de la vida y del veneno, entre otras cosas. Si se dedican al veneno deben de saber de antídotos sí o sí. Quizá ahí si tenga salvación, pero si es muy arriesgado mover a Miane de habitación, de planeta ya...

—¿Y si contactásemos con el embajador o embajadora de Aprilis? —se me viene a la mente esa idea y me vengo arriba, literalmente. La señora Asal levanta la cabeza ya que está sentada y yo me he levantado del sillón—. Debería poder ayudar. No hay nada más significativo para ellos que la vida incluso aunque se dediquen al arte del veneno.

—Es imposible entrar en el territorio de las once viviendas prohibidas, jovencito.

—Julieta podría perfectamente... —me callo y la señora Asal asiente al darse cuenta de por qué me he callado.

—Precisamente ella también debe mejorar un poco. El don de la diversión puede agotar un poco.

Y más si te cantan una canción que te puede matar. Sí. Ya me hago a la idea.

Vuelvo a sentarme en el sillón y me sujeto la cabeza con la mano, adoptando una pose entre aburrida y desesperada.

—Podría esperar a que se recupere, ¿cuánto puede tardar?

—El mismo tiempo que le queda a Miane de vida. Entre tres y cinco días.

Un reloj de cuco da las campanadas y miro hacia donde se encuentra. Ya es medianoche, es decir, dos de marzus. Hace veinticuatro horas iniciaba el caos en mi vida de forma oficial. Hace veinticuatro horas Miane fue envenenada. Hace veinticuatro horas dejé a mi familia desprotegida.

—Se ha hecho muy tarde —esta vez es la señora Asal la que se levanta del sillón—. Intentaré descansar lo máximo posible. Usted debería hacer lo mismo.

—Prefiero hacer guardia de noche. Ninguno estamos seguros.

—Se lo agradezco, pero no se preocupe. Hay alarmas en esta casa.

—La madre biológica de Miane se encuentra ahora mismo con un juliense... Podría no funcionar.

—No se preocupe igualmente y descanse.

Saga meses del año II: El golpe de mayo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora