XXX: Odell.

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ODELL.

Mi tía me va dando indicaciones para no tropezar. Una gran caja marrón que sostengo entre mis brazos me impide ver por mí mismo. Cuando por fin la dejo donde ella quiere, me da un beso en la mejilla como agradecimiento.

—Gracias, sobrinito —dice tras separarse de mí.

—El que de madrugada se levanta, trabajo adelanta —le digo, guiñándole el ojo.

—Desde que te di el libro de mi hermana no paras de decirme refranes absurdos sobre el trabajo —se ríe, aunque en el fondo me da la sensación de que está cansada de que a veces responda así—. Por cierto, ¿cuándo piensa venir tu amiguita?

—A estas alturas puede que no venga...—suspiro.

Ha pasado un mes y pico desde que me envió un mensaje, diciéndome que vendría. Al principio estaba muy ilusionado. ¡No estaría solo! Porque no es que no confíe en mi tía, pero ella no es capaz de entender mi situación. Maya, aunque tenga un carácter un poco extraño, es una persona que me gustaría mantener a mi lado cueste lo que cueste.

También conozco a Miane, pero no me dio tiempo a darle mi número de teléfono. ¡Me lamento de eso cada vez que pienso en ella! Pero, "a lo hecho, pecho". Sé que tarde o temprano volveremos a vernos ya que también es como yo, pero me gustaría que fuese más pronto que tarde.

—Podría haber avisado —mi tía abre el lavavajillas cuando comprueba que puede hacerlo y comienza a sacar todo lo que hay dentro. Me acerco a ella y la ayudo—. Por esa joven me he quedado más tiempo aquí en vez de ir a buscar a tus primos.

—Lo siento mucho —guardo todos los tenedores en el cajón que corresponde—. Sé que encontrar a Jimin, Yon, Lixue, Suyin, Lok, Inari y Huan Yue no resultará fácil, y menos ahora que has perdido más el tiempo.

—Cariño, no es tu culpa —mi tía deja de hacer lo que está haciendo para observarme con una expresión seria—. Además, me hago a la idea de dónde pueden estar. Preocúpate más por el tiempo que estaré fuera que porque no los encuentre. No volveré sin ellos.

—Entonces, ¿planeas irte? —deduzco.

—Mañana por la mañana —me confirma, aunque la noto preocupada—. El problema es Desirée...

—Yo la cuidaré —me ofrezco. Cierro el cajón y pongo una mano en su hombro—. Un bebé no es problema para mí.

Mi tía huyó al planeta Tierra, volviéndose una convicta por ello, porque sus siete hijos mayores y yo habíamos sido desterrados. Días después de llegar yo al planeta Tierra, ella huyó y me encontró a mí. Ahora tiene la esperanza de poder reencontrarse con mis primos. Nadie se cree que sean familiares míos porque tienen un padre con los ojos achinados –excepto la pequeña Desirée, que es fruto del segundo marido de mi tía, quien se ha quedado en Octumbrus –y apenas se parecen a mi tía.

—Hablando de Desirée, ¿te importaría subir arriba a ver cómo está?

—Me pasaré antes de ir a mi habitación para limpiarla —acepto.

—Puedes ir ya, si quieres.

Me despido de mi tía y subo a la segunda planta de mi casa.

No me ha respondido. No me ha dicho si quiere que la cuide o no, y eso me preocupa. Quizá planee llevársela y abandonarme a mí... Podría ser una opción, ¿no? Sus hijos son mucho más importantes que un sobrino al que ha tenido que cuidar solo porque así lo hubiese querido su difunta hermana, mi madre. Y no hace falta que me diga que no es así, porque en el fondo sé la verdad. Siempre la he sabido.

Saga meses del año II: El golpe de mayo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora