CAPÍTULO 11

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—¡Déjenme ir! —gritaba el rubio— Yo no hice nada, soy un ser lindo e inocente, además de joven.
—Recibirás un castigo —dijo una voz grave—, un castigo muy cruel.

Ren sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, ¿qué clase de castigo le deparaba?

—He hablado con mis camaradas y decidimos tu castigo —volvió a escucharse la misma voz—. Tu castigo será... ¡La muerte!

El rubio palideció, mientras tanto los otros trataban de aguantarse la risa, pero a esas alturas les fue inevitable terminando por ser descubiertos por el  chico atado a la silla y con los ojos vendados.

—¡Imbéciles! ¡¿Acaso quieren matarme de un susto?!
—Ya Ren, no es para tanto —dijo Aron quitándole la venda.
—¡¿Qué no es para tanto?! —gritó molesto— ¡Hicieron todo parecer un secuestro!
—Les dije que no era muy buena idea —esta vez habló el castaño.
—Bueno ya pasó —habló Baekho—, ahora queremos respuestas.
—Primero desátenme.
—No, así las cosas son más interesantes.
—Me las van a pagar —entrecerró los ojos.
—Lo sabemos, pero antes de que quieras mandarnos al hospital, queremos respuestas, si no respondes debidamente te aplicaremos la tortura infernal —señaló al moreno quien tenía una cubeta con agua en las manos—, así que empecemos...

•••••••••••••••

JR realizaba como siempre su trabajo, llevaba órdenes, atendía a nuevos clientes y más. Sin embargo, en ningún momento había dejado de pensar en las palabras que le había dicho el rubio en la azotea, ¿habían sido palabras sinceras? ¿Las habría dicho sólo por el ambiente del momento? ¿Le tenía lástima?

Suspiró y siguió con lo suyo hasta que al fin tuvo un momento para descansar y poder pensar con tranquilidad buscando una respuesta a sus dudas. Si bien, la interrogante que no dejaba de aparecer en su mente era: ¿por qué había ido a buscarlo después de lo sucedido? Aunque debía admitir que ahora el chico rubio le hablaba e incluso había llegado a comer con él, pero, ¿por qué? ¿Por qué así de la nada le hablaba? Bueno lo había llegado a ver de reojo como éste semanas antes intentaba acercarse a él pero siempre terminaba girando sobre sus talones y regresaba con sus amigos. ¿Acaso lo intimidaba? Pues le gustaba estar solo, ignoraba a todos quedándose en su pequeña burbuja. Entonces si tanto le gustaba estar en su burbuja, ¿por qué lo había dejado entrar en ella? No lo sabía, así como tampoco tenía respuestas, al contrario, tenía más interrogantes y su cabeza era un revoltijo.

Prefirió dejar las cosas así y continuar con su labor, pero ahora sin dejar de pensar en su mano entrelazada con la del rubio, pues aun podía sentir su tacto en ella cosa que lo desconcertaba por completo, ¿acaso eso era posible? Si bien, ya habían transcurrido un par de horas, ¿cómo era posible que aún sintiera su tacto? Suspiró, sólo lograba conseguirse más dudas.

—¡Hey, JR! —le habló un chico de cabello azulado— Ponte a trabajar y deja de pensar en la inmortalidad del cangrejo —le sonrió.

JR asintió con su rostro serio y fue atender una mesa recién ocupada.

•••••••••••••••

—¡Ya les dije todo! —gritó Ren molesto y completamente empapado— Van a hacer que me enferme —hizo un puchero.
—Ya basta chicos —habló el castaño—. Ya van tres cubetadas de agua que le echan, van hacer que tenga fiebre —se cruzó de brazos.
—No, estoy seguro que hay algo que nos oculta —dijo Aron—. Según él, dice que hablaron madre y media, pero presiento que hay algo que no nos ha dicho.
—Está bien, está bien —suspiró—. Lo tomé de la mano, ¿contento?
—Sí —sonrió por milisegundos—, espera, ¿qué?

Los tres chicos se miraron entre sí sorprendidos, ¿dónde había quedado su amigo el tímido? Ren suspiró y les contó esa pequeña parte que sólo quería guardársela para él, pero dadas las circunstancias tuvo que hablar.

—¡Aún no me la creo! —gritaba Minhyun emocionado— Me hubiera gustado grabarlo —hizo un puchero—, estoy seguro de que se vieron muy lindos tomados de las manos.
—Ay Min, pareces toda una fangirl —rió Baekho.
—Es que ellos harían una pareja muy linda y tierna, es más con tal de que tú y JR estén juntos yo me encargo de esas arpías.

Ren no pudo evitar reír y sentirse muy feliz. Minhyun se acercó a él y comenzó a desatarlo cosa que alarmó a los otros dos y más cuando el castaño había dicho que "podía hacerles lo que quisiera", después de todo estaban en la habitación de Baekho y la puerta tenía seguro.

—La venganza es dulce...

•••••

Ren iba rumbo al colegio sólo que esta vez llevaba un cubrebocas, pues gracias a la mojada que le dieron sus amigos había adquirido un pequeño resfriado. En todo el trayecto hacia su salón no se había topado con sus amigos.

Fue entonces cuando entró al salón que los vio. Aron tenía un cubrebocas ocultando con éste su labio partido y un pequeño moretón que tenía cerca del mentón, Baekho no dejaba de ver a través de un espejo de mano el chichón que tenía en su frente y los pequeños rasguños que tenía, y por último estaba el más alto quien sólo tenía un pequeño rasguño en el cuello. Sonrió en grande al recordar lo acontecido el día anterior.

Caminó a su lugar no sin antes mirar el sitio donde se sentaba el pelinegro viéndolo vacío. Suspiró y se sentó esperando a que la clase iniciara. Pasaron alrededor de cinco minutos y el pelinegro entró quien terminó golpeándose con el primer pupitre, caminó hacía su lugar ignorando las pequeñas risas de los demás.

En cuanto se sentó, suspiró y apoyó con cuidado su espalda en el respaldo de la silla haciendo una mueca de dolor. Su celular comenzó a vibrar, sacó el aparato y atendió la llamada sin percatarse de la atenta mirada del rubio.

—Ya te dije que no es necesario —comentó fastidiado—. Estoy bien, no te preocupes...—sonrió levemente.

Ren frunció el ceño, ¿por qué sonreía? ¿Quién lo estaba haciendo sonreír? El rubio recordaba a la perfección que le había dicho que no tenía amigos mucho menos novia entonces, ¿quién le llamaba? ¿Acaso le había mentido? JR le había dicho que odiaba que le mintieran, pero, ¿él sí podía mentir? Eso no le pareció, mucho menos el ver cómo no dejaba de sonreír por quién sabe que persona le habla por el celular.

NO ESTÁS SOLO [JREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora