CAPÍTULO 16

916 123 17
                                    

—Mingyu...
—¿Podrían hablar después? —dijo Wonwoo entregándole los pedidos al pelinegro— Entrega esto.

JR se marchó aún mirando de lejos al más alto de mala manera. Mingyu abrazó por completo al azabache y ocultó su rostro en el cuello de éste.

—Ahora me odia más —susurró esperando que sólo lo escuchara Wonwoo cosa que no fue así, pues Ren había fruncido el ceño al oír aquello.
—Sabes que no lo hace —acarició su espalda—. Mejor ve a preparar más panques porque se están terminando.

Mingyu asintió y se fue a la cocina no sin antes depositar un pequeño beso en el cuello del azabache provocando que éste se sonrojara. Mientras tanto, Ren los observaba con asombro entendiendo en poco tiempo que eran novios. Miró a JR quien estaba tomando la orden de unas personas que habían entrado hace cinco minutos pensando de inmediato si algún día el podría estar en una situación similar con él. Suspiró sin percatarse de la mirada del azabache quien empezó a sonreír.

—Ren —el rubio lo miró—, quiero que me contestes sin rodeos, ¿qué eres de JR?

Entonces recordó lo que le había dicho el pelinegro antes de entrar al sitio, ¿estaría bien que dijera que era su amigo? Si bien, no estaba seguro de que JR lo considerase uno, podría decir que eran compañeros y mentir sobre que estaban en pareja para un trabajo. Pero recordó todo lo que el pelinegro le había contado sobre él y el día en que éste le había dicho que era su único amigo, después de todo el pelinegro lo había dejado entrar en su pequeña burbuja dándole la oportunidad de conocerlo, esto provocó que sonriera inconscientemente.

—Soy su amigo.
—¡¿Qué?!

Se escuchó una tercera voz seguida de un pequeño golpe provocando que ambos chicos miraran a la persona. Mingyu permanecía atónito con una cuchara de madera en la mano izquierda mientras un traste rojo yacía en el suelo con la mezcla expandida. Wonwoo se acercó a él diciéndole que regresara a la cocina mientras él se encargaba de limpiar.

Ren no comprendía aquella reacción, se acercó al azabache para ayudarle a limpiar.

•••••

El rubio limpiaba un par de mesas sin percatarse de la mirada que le lanzaba el de cabello azul y éste sin percatarse de la mirada que le lanzaba el pelinegro.

—Ren —le habló JR—, ¿te acompaño a tu casa? —el rubio se sorprendió ante tal pregunta, pero terminó asintiendo con lentitud—. Bueno, es hora de irnos —dijo quitándose el mandil—. Por cierto Mingyu, Ren no trabajará aquí —espetó serio.
—¿Por qué? Yo soy el dueño y yo decido a quien contratar.
—En primera no eres el dueño, es tu padre —siguió con el mismo tono de voz—, y en segunda ni siquiera le haz preguntado si está dispuesto a trabajar aquí, no sabes si tiene tiempo y mucho menos si sus padres lo aprueban.

Un silencio se formó. Ren había dejado de limpiar para mirar a ambos chicos. Las palabras que había dicho el pelinegro eran muy ciertas, además, él no había ido al sitio con el fin de conseguir trabajo, sino que simplemente había ido para disfrutar de una linda tarde junto a JR. Sin embargo, había terminado pidiendo y llevando malteadas, cafés, panques y más; y ahora se encontraba limpiando mesas. Fue entonces que una gran idea se le ocurrió, suspiró sonoramente llamando la atención de los tres presentes.

—Mingyu, JR tiene razón —suspiró—, pero acepto —sonrió—, acepto el empleo. Hablaré con mis padres e intentaré convencerlos a toda costa porque la verdad me gustó mucho tener aquí mi primer experiencia de trabajo.

JR no daba a crédito a lo que acababa de escuchar. Parpadeó varias veces hasta que vio cómo el de tez morena abrazaba con efusividad al rubio. El pelinegro suspiró para después sentir como palmeaban su hombro, miró al azabache por breves segundos y volviendo a ver al alto. Suspiró de nuevo y negó con la cabeza, pues no estaba de acuerdo.

Una vez que la cafetería había cerrado, JR y Ren caminaban hacia la parada de autobuses. Ninguno decía nada, JR iba con un semblante serio cosa que no comprendía el rubio, pues siempre que estaban juntos el pelinegro mostraba una enorme tranquilidad, pero ahora era una total excepción, Ren podía jurar que incluso estaba molesto, pero, ¿por qué?

—¿Qué autobús tomas?
—El que viene dentro de diez minutos —respondió mirando la pantalla a lo que JR asintió.

Se sentaron a esperar. El silencio era incómodo para el rubio, hizo una mueca de disgusto hasta que decidió hacer aquella pregunta que rondaba por su mente desde que habían salido de la cafetería.

—¿Por qué no quieres que trabaje ahí? —JR lo miró pero no contestó— Además no me gusta tu cara en estos momentos, cambiala —el pelinegro levantó una ceja para después mirar hacia el frente de nuevo—. Tampoco me gusta tu actitud, cambiala —JR se puso de pie.
—Ahí viene tu autobús.

Ren suspiró, no lograba comprender la actitud del pelinegro. Ambos subieron formándose de nuevo aquel incómodo silencio. Ren mantenía su mirada en la ventana viendo de vez en cuando de reojo a JR quien veía sus manos como si fuesen lo más interesante del mundo. El rubio suspiró y se puso a pensar para encontrar alguna idea del por qué de su comportamiento, pero después de pensar por un largo tiempo no llegó a una conclusión.

—Es en la siguiente parada —dijo recibiendo un asentimiento de cabeza por parte de JR.

Al bajarse del autobús caminaron un par de cuadras hasta que Ren se detuvo en seco. Estaba cansándose del comportamiento de su acompañante.

—JR, no quiero sonar grosero, pero comienza a hartarme tu actitud.
—Y eso qué, ¿te aplaudo? —el rubio frunció el ceño.
—¿Por qué estás molesto? No lo entiendo. Si es porque acepté trabajar ahí contigo se me hace algo bastante estúpido.
—Perfecto —dio media vuelta—. Nos vemos.

Dicho esto comenzó a caminar de regreso a la parada de autobuses dejando al rubio un tanto molesto. Ren suspiró y continuó con su camino hasta llegar a su casa. En cuanto entró fue directo a su habitación sin responder el saludo de su madre.

Aventó su mochila la cual fue a dar debajo de su pequeño escritorio donde tenía todas sus libretas y libros de la escuela. Se sentía muy molesto por la actitud del pelinegro, terminó aventándose en su cama; sin embargo, no midió la fuerza con la que se aventó y terminó rebotando. De la mitad de su cuerpo para arriba terminó colgando de la cama. Suspiró y cerró los ojos intentando bajar su molestia. Su celular empezó a sonar, pero no lo tomó, sabía que si lo hacía terminaría desquitándose con quien sea que le estuviese llamando en ese momento.

—Mañana si o si me va a dar un buen motivo por el que no quiere que trabaje ahí, sino...ya verá como le va.

NO ESTÁS SOLO [JREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora